Cada vez parece más difícil seguir la lógica de la Nueva Escuela Mexicana. Por una parte, levanta un discurso (todos los agentes del gobierno) de alabanza a los maestros, su vocación, trabajo y realizaciones, mientras los coloca como las víctimas de la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto. Por otra parte, recorta los fondos para las escuelas normales, la formación continua de los docentes y, aunque cierra las escuelas de tiempo completo, les manda más carga de trabajo que deberán cumplir en menos de 750 horas frente a grupo por año.
Ahora, los maestros de primaria no sólo tendrán que aplicarse para que sus alumnos adquieran conocimiento de ciencias y humanidades, matemáticas, lectoescritura, literacidad (¿?), historia, geografía, civismo, filosofía, tecnología, innovación, lenguas indígenas y extranjeras, educación sexual. Todo con perspectiva de género y orientación integral. También, según el nuevo texto del artículo 3º, se deberán asegurar de que sus estudiantes practiquen educación física y artes, con el fin de promover de estilos de vida saludables y cuidar al medio ambiente.
Al mismo tiempo, la Cuarta Transformación postula que las escuelas deben formar personas honestas y cumplidoras. Los maestros trabajarán en ello, según convenios recientes que firmó el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma. Uno, con banqueros para que los alumnos sepan de finanzas desde pequeños. Otro, la semana pasada, con la jefa del SAT, Margarita Ríos Farjat, para que las escuelas forjen conciencia social que permita la participación de los futuros ciudadanos en “el desarrollo económico nacional, por medio del cumplimiento voluntario y oportuno de las obligaciones fiscales”.
Imagino los apuros de los expertos de la Secretaría de Educación Pública en desarrollo curricular (que sí los hay) para poner tantos asuntos en orden y perspectiva en planes y libros de texto. Más problemático percibo a los maestros en los consejos técnicos cuando traten de ponerlos en práctica en los planes de la escuela. Y más todavía para cada docente, ¿a qué horas?
No digo que no se pueda, pero me pregunto cómo le harán técnicos y autores de libros de texto para no cargar más el, de por sí, ya abultado currículo de la educación básica. Parece misión imposible.
La Cuarta Transformación, la Nueva Escuela Mexicana y el Acuerdo Educativo Nacional (que quién sabe qué pasaría con él) postulan que los maestros no son villanos (qué bien), que son héroes infatigables y que, por ello, como dice el artículo 3º: “Las maestras y los maestros son agentes fundamentales del proceso educativo y, por tanto, se reconoce su contribución a la trasformación social”.
Pero dicho reconocimiento se repele con recortes financieros y enviándoles más cargas de trabajo.
RETAZOS
En la semana murió mi amigo y compañero de labores en la Universidad Autónoma Metropolitana, Raúl René Villamil Uriarte. ¡Un abrazo, hasta siempre! Mi solidaridad para su viuda y descendientes.