Por: Eva Astorga Tapia
Las realidades y retos de la escolarización de grupos originarios y migrantes en la Ciudad de México fueron expuestos por académicas del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE), de la Universidad Iberoamericana; durante el XV Congreso Nacional de Investigación Educativa (CNIE), realizado en Acapulco, Guerrero, del 18 al 22 de noviembre de 2019.
A partir de una investigación realizada en cuatro centros escolares de la Ciudad de México a cargo del Dr. Stefano Sartorello, Casandra Guajardo y Alejandra Javiel, las académicas evidenciaron la invisibilización de los niños originarios de grupos indígenas y migrantes. “La diversidad queda como un rasgo que se debe ocultar”, señaló Alejandra Javiel Lomas. Por dicha razón, la mayoría de los participantes del estudio no se autoadscriben como indígenas, ya que los padres prefieren no enseñar la lengua materna a sus descendientes. Las raíces originarias de los menores quedan limitadas, en muchos casos, a lo “pintoresco”, a través de sus trajes típicos, sin preocuparse por comprender la mentalidad del otro.
En un colegio al que también asisten menores cantoneses, vietnamitas y suramericanos, la falta de visibilidad de estos grupos se debe, sobre todo, a la actitud de los docentes, quienes tienen distintas expectativas de los alumnos. Mientras que los estudiantes asiáticos son considerados independientes y capaces, los niños y niñas indígenas son tomados por perezosos y problemáticos. Asimismo, el dominio de la lengua materna es visto como obstáculo en el aprendizaje para el segundo grupo y no para el primero. Las tendencias actuales de educación intercultural en nuestro país, que han resultado muy poco efectivas hasta ahora, están basadas en la folklorización de lo indígena, según Casandra Guajardo Rodríguez, investigadora del INIDE.
Además de la mentalidad colonizadora, que exige la pérdida de la cultura originaria, las recientes reformas han mermado todavía más las oportunidades de grupos indígenas en las ciudades de acceder a la educación básica. En un entorno familiar donde los padres normalmente se dedican al comercio informal hasta altas horas de la noche, la única opción para los menores es asistir a la escuela en el turno vespertino. No obstante, la tendencia es que los centros educativos adopten la modalidad de tiempo completo, que, en muchas ocasiones, implica también el incremento de las cuotas de inscripción.
Este fue el caso de una comunidad otomí asentada en la Colonia Juárez, en la Ciudad de México, donde los menores no pudieron seguir acudiendo a la escuela primaria, ya que esta carecía de recursos para conservar el turno vespertino. Por ello, el Proyecto Educativo Autónomo Otomí, liderado por la investigadora Luz María Moreno Medrano, coordinadora de la Licenciatura en Pedagogía de la Universidad Iberoamericana, en colaboración con María José Peón y Hannah Gallo, estudiantes de la misma, se fijaron la meta de enseñar a los niños de la comunidad a leer y escribir.
A través de actividades como la lectura compartida, los voluntarios buscan no solo alfabetizar a los niños, sino también hacerlos conscientes de la importancia de su cultura e inculcar la solidaridad. El proyecto comprende igualmente un programa de desayuno, para elevar el valor nutricional de los alimentos consumidos por las familias que, al vivir en un campamento desde septiembre de 2018, tras ser desalojadas por las autoridades del predio en que vivían, se ven imposibilitadas para cocinar.
Ambos proyectos evidencian la estigmatización de los grupos indígenas y migrantes a través del racismo institucional y convocan a la instauración de una educación incluyente e intercultural.