Asistimos en estos días a una crisis profunda en cuanto a la producción de nuevas ideas pedagógicas. La década de los 90 inauguró una manera muy importante y muy peculiar de construir identidad profesional en el magisterio a la vez que dichos sujetos se vinculan con las ideas pedagógicas de vanguardia, es decir con ideas y principios constructivistas.
Los distintos constructivismos, abrieron un horizonte muy interesante en cuanto a explicar o conocer los diversos procesos que los sujetos viven en la construcción de nociones, referentes del mundo social y natural, y en el conocimiento de sus propias posibilidades para aprender y todo ello, tuvo fuertes implicaciones en la los estilos de enseñanza y también en las nuevas explicaciones acerca de los aprendizajes.
Los distintos constructivismos el piagetiano, Vygstskiano, bruneano, etc., por mencionar solo tres, junto con la inauguración de procesos ligados con el aprendizaje significativo, generaron una abundante producción de textos: reportes de investigación, ensayos, propuestas, informes académicos, iniciativas de intervención, etc. Hoy a la distancia podemos decir dos cosas:
- Que aún no está plenamente sistematizada la experiencia constructivista, poco hemos agotado sus incitas teóricas y metodológicas en educación y
- Que después del constructivismo hay una especie de vacío, algo así como tierra de nadie, en donde se tiene acceso a la dispersión y segregación de ideas, las distintas iniciativas son más cortas, digamos coyunturales, que duran muy poco tiempo.
Después del constructivismo el escenario pedagógico, ha tenido dos grandes iniciativas de trabajo en el campo de las ideas y de las propuestas:
- Las propuestas ligadas con el enfoque por competencias o el desarrollo de competencias, iniciativa que surgió en el mundo de la empresa y que llega a educación, con la finalidad de formar a personajes caceas que desarrollen sus capacidades (para la producción).
- Enfoques centrados en las habilidades del pensamiento de los sujetos, (pensamiento crítico, sistémico, complejo, estratégico, reflexivo y transversal).
De esta manera las nuevas propuestas educativas están centradas en el desarrollo de las habilidades y capacidades de los sujetos, ¿y los docentes? Quién piensa en ellos y ellas.
En el terreno de los docentes prácticamente se transpolaron las aportaciones para pensar a dichos sujetos como docentes competentes, docentes capaces de desarrollar destrezas y habilidades en la acción y su pensamiento estratégico para resolver problemas al interior de las aulas de clase.
Sin embargo hoy vivimos una especie de crisis de identidad profesional de los y las educadores y uno de sus rasgos es la carencia de ideas, de principios y fundamentos pedagógicos sólidos.
Una de las secuelas que trajo la mal llamada reforma educativa y que continúa en estos momentos, es el profundo espíritu anti-intelectual por parte de los educadores. Los docentes después de que egresan de las escuelas Normales ya no leen o leen muy poco, se consumen en las exigencias técnicas de la profesión y toman atajos para ir por las salidas fáciles, sencillas creyendo que son seguras o que son mejores.
Habría que preguntarles a los egresados de las escuelas Normales (incluso a los formadores que los acompañan) ¿en que fundamentan su práctica, como articulan sus acciones de todos los días con principios y fundamentos pedagógicos y de que forman asumen el compromiso de formación permanente para toda la vida?
Me parece que después del constructivismo hemos caído en un profundo bache, de pragmatismos baratos, y de ideologizaciones banales de las ideas pedagógicas. No es fácil salir de aquí
Debido a que la producción teórica de conocimientos pedagógicos también está en crisis. ¿Cuál es la salida? Esa pregunta deberán responder los estudiantes de magisterio, de pedagogía o aquellos maestros y maestras que ya están en servicio y que desde la práctica y la experiencia están obligados a pensar y pensarse en torno a todo lo que gira y que subyace a su desempeño profesional. La pregunta central es: ¿y después del constructivismo qué somos ahora?