En mi columna anterior en Campus abordé el tema de la percepción que tienen los estudiantes de las escuelas normales públicas (ENP) en México, sobre sus propias instituciones. La información publicada se obtuvo del informe “Estudio sobre la percepción de la formación que se imparte en las Escuelas Normales de México” (2015), que coordinó la Mtra. Gloria Canedo (siendo aún parte del INEE). En esta ocasión abordaré la opinión que, en el mismo estudio, emitieron los docentes. La información es relevante si se toma en cuenta que en el discurso de la 4T las Escuelas Normales tienen un papel preponderante.
En este estudio se encuestó, vía electrónica, a 2 mil 357 docentes de todas las entidades federativas del país, con excepción de Michoacán. Dado que esta encuesta se respondió de manera voluntaria, la participación de los docentes varió significativamente de un estado a otro, por lo que no se puede suponer que sus resultados son representativos del país. Sin embargo, el número de docentes que respondieron la encuesta es considerablemente grande como para tomar con seriedad sus opiniones. A continuación, se sintetizan los principales problemas que se identifican en el funcionamiento de las ENP:
Instalaciones y recursos. Los docentes opinan que son poco a nada adecuadas: los dormitorios (76 por ciento), los comedores y cocinas (55 por ciento), la calidad y cantidad de alimentos (50 por ciento), los baños (41 por ciento), las áreas verdes y de esparcimiento (36 por ciento), las salas de usos múltiples, audiovisuales y bibliotecas (33 por ciento), mobiliario y equipo de aulas (29 por ciento) y las instalaciones en general (25 por ciento).
Recursos que ofrecen las escuelas. Los maestros opinan que son poco a nada adecuadas: la calidad del Internet (77 por ciento), el equipo de cómputo (49 por ciento), el acervo de la biblioteca (48 por ciento), el préstamo de equipo como proyectores y computadoras (46 por ciento) y el préstamo de espacios como salas, auditorios y canchas deportivas (32 por ciento).
Condiciones y reconocimientos laborales. En cuanto a la estabilidad o seguridad de los puestos de trabajo en las normales, 20 por ciento de los docentes lo considera inseguro o muy inseguro. Por otro lado, desde su ingreso, 31 por ciento de los docentes reporta que mejoró su condición laboral con: un puesto de mayor jerarquía, una plaza definitiva o mayor tiempo contratado.
Producción académica. En cuanto a publicaciones académicas de textos y espacios electrónicos, los docentes reportan que: 80 por ciento no ha participado en alguna publicación como autor o coautor y 88 por ciento nunca ha publicado en revistas arbitradas; 81 por ciento no ha participado como coordinador o editor en revistas o gacetas de circulación interna. Finalmente, 55 por ciento no ha participado en la creación de algún espacio electrónico para la colaboración entre docentes y alumnos.
Necesidades de actualización. Los profesores reportan tener una necesidad moderada o mucha necesidad de mejorar sus competencias, en las siguientes áreas: enseñanza en contextos multiculturales (67 por ciento), uso de nuevas tecnologías (66 por ciento), uso de TICs (60 por ciento), enseñanza de destrezas de solución de problemas (53 por ciento), orientar y asesorar vocacionalmente a los estudiantes (51 por ciento), prácticas de evaluación de estudiantes (45 por ciento), prácticas pedagógicas de la asignatura que se enseña (43 por ciento), conocimiento de la materia que se imparte (39 por ciento) y manejo del comportamiento de estudiantes (28 por ciento).
Barreras para el desarrollo profesional. En opinión de los docentes los obstáculos para su desarrollo profesional, son los siguientes: no se cuenta con beca de ningún tipo (97 por ciento), no se goza de año sabático (96 por ciento), no hay descarga académica (93 por ciento), no hay apoyos económicos parciales (86 por ciento), altos costos (50 por ciento), falta de apoyo de las ENP (43 por ciento), no se ofrece la oferta pertinente (42 por ciento) y conflictos con las responsabilidades laborales (42 por ciento).
Implementación del currículo. Los docentes están poco o nada satisfechos con las siguientes condiciones curriculares: apoyo y asesoría que se le brinda a los docentes (50 por ciento), materiales pedagógicos impresos o electrónicos (49 por ciento), acceso a cursos de capacitación (46 por ciento), proceso de admisión de los estudiantes (42 por ciento), su participación en políticas y proyectos institucionales (41 por ciento), horas dedicadas a la atención de alumnos (41 por ciento), carga de trabajo de los docentes (41 por ciento), bibliografía necesaria para el curso (39 por ciento), nivel de exigencia hacia los estudiantes (33 por ciento), comunicación con los directivos (31 por ciento) y planes de estudios (27 por ciento).
Necesidades de actualización. Los docentes encuestados tiene las siguientes necesidades de actualización: potenciar el aprendizaje proactivo (40 por ciento), implementar estrategias de enseñanza (36 por ciento), favorecer el trabajo colaborativo (32 por ciento), retroalimentar al estudiante (32 por ciento), propiciar la reflexión (29 por ciento), usar recursos materiales (29 por ciento), apegarse el programa de estudios (30 por ciento).
Uso de las TICen la enseñanza. Entre las actividades de enseñanza que los docentes no utilizan o casi nunca utilizan TIC, se encuentran las siguientes: plataformas educativas (71 por ciento), formar comunidades virtuales de aprendizaje (68 por ciento), mensajes de voz (64 por ciento), archivos en la nube (63 por ciento), páginas web (40 por ciento), herramientas ofimáticas (39 por ciento), mensajes de texto (38 por ciento), redes sociales (35 por ciento).
A pesar de los problemas identificados, los docentes están satisfechos con su profesión, con su desempeño y con la escuela donde trabajan. Los profesores manifiestan un optimismo y buenas expectativas sobre su profesión en casi todos los rubros: más del 90 por ciento está totalmente de acuerdo o de acuerdo, con que mejorará su calidad de vida, favorecerá su desarrollo profesional, contribuirá en la formación de nuevas generaciones. Sin embargo, no están satisfechos con la valoración que la sociedad hace de su profesión como formadora de pensadores críticos (32 por ciento), por su calidad técnica (35 por ciento), como facilitadora de ascenso social (28 por ciento), por su remuneración (79 por ciento) y por su reconocimiento social (40 por ciento). Tampoco tienen buenas expectativas sobre el futuro de los estudiantes normalistas, en cuanto a que éstos tendrán una vida confortable, que si bien no es pesimista, el 32 por ciento comparte esta opinión.
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Se encuestó a 2 mil 357 académicos de casi todas las entidades del país.