Por un nuevo formato de distribución y uso de los libros de texto gratuitos
Miguel Ángel Pérez Reynoso
En este año 2019 se cumplen 60 años de la creación de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG), muchos mexicanos y mexicanas fuimos alfabetizados y nuestra primera puerta con la cultura fue a través de los libros de texto que cada año nos obsequiaba la SEP. De primero a sexto de primaria por área o asignatura después se sumó el preescolar y en los últimos años se ha incorporado la educación secundaria.
Aun con distintas versiones desde el año de 1959 a la fecha, es famosa la portada inaugurada en la década de los sesenta de la Patria, que hoy regresa de forma retro a ilustrar la primera plana de los libros de texto.
A lo largo de los años cada gobierno y cada reforma le daba su toque particular, los libros de texto han servido como vehículo para dar una visión unificadora y una identidad nacional que servía para definirnos y para distinguirnos como mexicanos.
En estos momentos el gobierno de la Cuarta Transformación trabaja a marchas forzadas para imprimir y poder distribuir los miles y millones de ejemplares que deberán llegar a los niños y niñas en edad escolar en todo el país.
Los libros de texto gratuitos han cambiado, de ser verdaderos manuales y portadores de cultura escrita, hoy se han convertido en capsularios de todo, se han hecho más gráficos menos informativos, continúan con la visión unificadora y lo más lamentable se han convertido en materiales desechables. Todavía en los ochenta incluso en la década de los noventa, muchas escuelas sobre todo del medio rural dependían de la llegada de los libros de texto, el plan y programa de estudio estaba supeditado al manejo de los libros oficiales, las copias, los cuestionarios, el manejo y traslado de información y las casi únicas fuentes de consulta fueron hegemonizadas en el uso y hasta cierto punto abuso de los libros de texto.
Hoy a partir del internet y del galopante avance tecnológico, que nos ha permitido contar con dispositivos electrónicos de manejo, consulta y uso de información, los libros de texto exigen un nuevo formato. Ya no es posible editar en papel tantos miles y millones de ejemplares de libros y sobre todo cuando al final del ciclo escolar dichos materiales terminan en el reciclado o en el carretón de la basura.
Un manejo de una alternativa complementaria seria combinar el material gráfico (impreso en papel) con la distribución de tabletas electrónicos en donde vengan cargadas todos los materiales que se usarán en el ciclo escolar correspondiente, con guías de estudio e incluso con una terminal de internet para generar y recuperar las respuestas de los estudiantes. Los libros de texto en versión electrónica deberán presentarse de modo de juego o con diversos video-juegos en donde el estudiante puede regresar a corregir los errores y puedan aprender jugando.
Es necesario desideologizar la edición, distribución y uso de los libros de texto y de todo el material didáctico que se genere desde la SEP, el principio de pluralidad implica el estar abiertos a nuevas versiones de la realidad educativa en donde sean los escolares y los responsables de generar sus propias conclusiones.
Es necesario pensar en la creación de nuevos formatos de producción editorial que contribuyan sobre todo a facilitar aprendizajes, cuidando en todo momento la cultura y la identidad de nuestro país. Es necesario prepáranos a dar un gran salto en las formas de concebir y de practicar la educación con una mirada hacia el futuro.