Cada inicio de ciclo escolar se abre con una serie de expectativas más o menos amplias, que se relacionan con el compromiso de garantizar aprendizajes esperados en los escolares, trazar metas y objetivos institucionales que puedan ser cumplidos con base en el diseño de proyecto escolar de escuela (PEE), crear un clima para garantizar una mejor y mayor participación por parte de los docentes en la gestión de la escuela, la proyección de un eje especifico de desarrollo: fomento de la lectura, mejorar en matemáticas, mejorar la convivencia, etc. Aunque no hay forma de poder conocer de manera inmediata los contrastes entre lo proyectado y lo realizado.
En cada ciclo escolar, cada año lectivo se caracteriza por vivirse en dos planos complementarios:
- Las cosas que persisten y que se presentan año con año.
- Las cosas que son inéditas, que aparecen por primera vez y que tienen la distinción de mostrar cosas nuevas y diferentes a lo típico de cada año.
Lo particular de este ciclo escolar ha sido el hibrido curricular que se vivió a todo lo largo del año. Vivimos una mezcla mal articulada que viene desde el Plan 2011, el Modelo educativo y los Aprendizajes claves.
Este cierre del ciclo escolar, termina con la última sesión del Consejo Técnico Escolar (CTE), ahí se evalúa el desarrollo educativo de cada escuela y de cada zona escolar y el cumplimiento de metas programadas, el problema al que nos enfrentamos es que no contamos con unidades de medida para poder establecer algunos parámetros que sirvan para afirmar que tanto hemos avanzado y por qué y qué tanto seguimos estancados en los proyectos específicos de escuela.
El próximo mes de agosto iniciaremos un nuevo ciclo escolar, éste será el primero bajo el rubro de la llamada Cuarta Transformación (4T), lo peor que podríamos esperar de nueva cuenta es una serie de hibridaciones e indefiniciones curriculares como las que hemos vivido en este año que concluye.
Lo único que exige la sociedad en nuestro país en el rubro educativo, es tener claridad cuando menos en las cosas que se pretenden hacer, claridad en cuanto al proyecto anual de desarrollo escolar y claridad en cuanto al papel que le toca a los docentes, a los directivos y a los padres de familia para confluir cada uno desde sus espacios en la construcción de un proyecto común.
En el próximo mes de agosto habrá de discutirse qué se espera para el siguiente ciclo, esperemos que las expectativas que ahí inician se cumplan cabalmente.