Hoy abandono la coyuntura para abordar un asunto académico, la construcción ideal de una Reforma Educativa. Tomo pasajes minúsculos de mi libro, La contienda por la educación: globalización, neocorporativismo y democracia(México, Fondo de Cultura Económica, 2018). El propósito es apuntar que las notas de mis artículos en Excélsior sobre la reforma mexicana tiene parentesco con avatares de otras latitudes.
Para transformar la educación, los cruzados de las reformas consideran dos herramientas principales para promover cambios en línea con sus propósitos: el uso de sus facultades legales (racionalidad burocrática) y el monopolio de la fuerza. Autores de diversas corrientes sugieren que el modelo weberiano clásico es útil para elaborar tipologías, el examen de los mecanismos de poder y para evaluar el grado en que el gobierno aumenta o disminuye su legitimidad. Sin embargo, es insuficiente para explicar el proceso de toma de decisiones, ya que ignora los tipos informales de poder e influencia, que pueden incluir a grupos, tales como cámaras empresariales o sindicatos, que imponen restricciones a las políticas estatales.
Dado el potencial de conflicto, aunque su diseño puede ser racional, correcto y necesario, el destino de las reformas educativas nunca es inevitable. Su proyecto no es una obra de teatro donde el elenco obedece al director para lograr el fin deseado. El bosquejo de la mudanza es una trama abierta al escrutinio público y a los caprichos de la política, donde los protagonistas pueden ser inconstantes. Además, querellantes sociales no invitados intervienen a menudo.
La iniciativa de Reforma Educativa muestra un propósito de transformación. Aunque su puesta en marcha podría responder a demandas globales, siempre alude a necesidades nacionales y locales. En ocasiones, las iniciativas de grupos pequeños o de carácter regional se expanden a todo un sistema. El manifiesto de reforma expresa determinación por el cambio. Eso puede ser institucional, que incluye legislación o estructura.
Quienes lo proponen, por lo regular, aspiran a que sus propuestas alcancen profundidad y permanencia. Desearían que la mudanza tuviera un curso que no permitiera muchas desviaciones, pero flexibilidad suficiente para trocar o desmantelar ciertas tradiciones. En términos generales, esa operación comienza en la cúspide del poder y se propaga a través del sistema. La reforma contiene el impulso de una ideología, que puede ser explícita u oculta, pero presente en los instrumentos de ejecución; exige acción política para convencer que sus propósitos son sustanciales y necesarios.
Esta declaración siempre se refiere a la educación como un factor de desarrollo económico, cohesión social y virtudes ciudadanas, también sugiere que la reforma es guardiana y promotora de la cultura.
Este concepto lo deduje de ejemplos de reformas en otras partes del mundo. El parecido con la mexicana no es accidental. Seguiremos conversando.