Sofía Gutiérrez Larios
101 años de celebrar el Día del Maestro en nuestra Patria; de que Venustiano Carranza lo instituyera, para recuerdo de todos los tiempos.
El Maestro es una de las figuras profesionales que más arropamientos literarios ha recibido: el conductor de almas, el sembrador del conocimiento, el centinela de la esperanza. Y vaya que hay materia para ser así de romántico, pues los maestros trabajan con vidas, es decir, con emociones y experiencias poéticas todos los días: desde las risas y ocurrencias de los estudiantes en clases, hasta los encuentros con exalumnos en las calles, que hacen suspirar.
Pero también el Maestro vive caras oscuras: las desventuras de sus alumnos, y las desobediencias, que calan el espíritu y le restan encanto a la faena diaria, de pararse siempre, frente a un grupo numeroso de personas, a lidiar con cientos de problemas personales. Por ello, la educadora, poeta y Premio Nobel de Literatura chilena, Gabriela Mistral, afirmaba que: “El envejecimiento humano en ninguna profesión se hace sentir más, como decadencia del espíritu, como estatismo, como mediocridad del esfuerzo, que en la educación”.
Trascendiendo las dimensiones personales, el maestro tiene un papel crucial en todas las sociedades: hacer fluir el conocimiento, que es comprensión del mundo para mejorarlo. Y a pesar de ello, en nuestro país y en la mayoría de las naciones, el docente vive desprestigio social, como lo atestigua la renombrada pedagoga Inger Enkvist en su libro “Lección de pedagogía”. Algunos dicen que dicho desprestigio social se debe al Sistema, y otros, apuntan que los responsables son los maestros mismos.
Así se resumen los dos grandes retos del magisterio para mejorar la Educación: que cada docente asuma el reto personal de convertir su cátedra en obras de arte e impulso del engrandecimiento humano; y que el Sistema Educativo cimiente una robusta estrategia de mejoramiento profesional docente. Las dos tomas de responsabilidad (del Maestro mismo y del Sistema) son indispensables; de otra manera, la Educación no cambiará en ningún aspecto. En efecto, si el maestro culpa interminablemente al Sistema, y viceversa, lo único que se logrará es lanzar culpas de manera cíclica.
Los maestros tienen el reto de ser sus principales críticos, de reflexionar todos los días sus clases, y de preservar su lado más humano con sus pupilos, porque si con los alumnos, especialmente los pequeños, el maestro es agrio e insensible, se afecta su persona por el resto de su vida. Por eso, esa “cara oscura” de los problemas de los alumnos, no debe impedir una clase entregada a la comprensión y alegría. En muchas ocasiones, el maestro es el único refugio que un niño desamparado encuentra.
El Gobierno debe dejar de concebir al magisterio como una prebenda política, y darle lo que más requiere: capacitación y formación de calidad. Es cierto que es indispensable la formación continua, cuando los maestros ya están en servicio; pero lo fundamental es mejorar la formación inicial, es decir, las Escuelas Normales, la Universidad Pedagógica Nacional, y todos los cursos universitarios que preparan a los futuros maestros. Ellas, por ser las raíces, deben ser el principal blanco, y sin embargo, el INEE advirtió este 2019 que la formación inicial docente sigue presentando rezagos de hasta 20 años comparada con otras profesiones. Urge solucionarlo.
Concluyo con pensamientos de dos ilustres educadores mexicanos: Ignacio Manuel Altamirano, y Gregorio Torres Quintero. Altamirano defendía que “Al magisterio se le debe equiparar con otras profesiones ilustres, pero ello obliga elevar el nivel de los conocimientos de los maestros”. Torres Quintero escribió: “No esclavicéis al maestro, la coerción nunca ha sido buena. ¡Dad luces! Alumbrad los caminos. Los maestros irán por ellos alegres y cantando”. Ambas reflexiones confluyen en lo mismo: El maestro merece prestigio social, pero para ello necesita prepararse; no mediante la coerción, pero sí a través de una firme exigencia académica que lo lleve a ser el auténtico salvaguarda del aprendizaje y el saber.
De buena parte de ello, depende el rumbo de esta Patria.
¡Felicidades a todos los maestros, en este, su día!
Maestra de primaria en la escuela pública “J. Jesús Ventura Valdovinos”, Villa de Álvarez, Colima. Licenciada en Educación Primaria por el Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima (ISENCO).