Sergio Martínez Dunstan
Se opusieron a la mal llamada reforma educativa porque la consideraron punitiva. A Elba Esther Gordillo Morales (EEGM) pagó con la cárcel su confrontación con quienes la promovieron. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) la respaldó dejando en estado de indefensión a sus afiliados. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se opuso. Surgieron los mártires de la reforma educativa, que murieron por ella o por contraponerse a ella. Seis años después, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) prometió abrogarla para ganarse la simpatía del magisterio. La Cámara de Diputados propuso una alternativa incluyente con la participación de muchos actores y sectores. La CNTE rechaza un régimen laboral de excepción. La Cámara de Diputados lanzó una contrapropuesta. La CNTE mantiene la resistencia. El Presidente insiste en la negociación por la vía del diálogo. EEGM deja en entredicho esa “reformita” porque no es la que esperaban.
El Servicio Profesional Docente (SPD) se cancela por los efectos sancionadores, proviene de la reforma punitiva. La Cámara de Diputados pretende establecer el Sistema de Carrera de las Maestras y de los Maestros. La CNTE aspiran regirse por lo dispuesto en el Apartado B del Artículo 123 Constitucional y la Ley Reglamentaria. La Cámara de Diputados sugiere ordenarse por ambos, para la admisión y la promoción de los docentes con el Sistema de Carrera y para el resto denominado “lo laboral” con el Apartado B. La CNTE mantiene su postura. El Presidente plantea regresar al modelo anterior a la mal llamada reforma educativa.
Escalafón, Carrera Magisterial, Servicio Profesional Docente, Sistema de Carrera… y de nueva cuenta, el regreso a Carrera Magisterial.
En septiembre del año anterior publiqué en esta prestigiada plataforma, Educación Futura, un artículo titulado: “Modelos de evaluación docente: Entre el clientelismo, el credencialismo y la meritocracia”. Referí lo que el Secretario de Educación señaló el dieciséis de septiembre del dos mil dieciocho: “regresar una especie de la carrera magisterial, en donde se consideraban varios factores en un docente para poderlos escalar; tenemos que darles garantía a los maestros de que tengan una carrera profesional como maestros, que la carrera magisterial les dé una ruta dónde puedan transitar” (https://goo.gl/CjwSKQ).
Cabe recordar, que el Programa Nacional de Carrera Magisterial (PNCM) surge del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) y sobrevivió al Compromiso Social por la Calidad de la Educación (2000) y a la Alianza por la Calidad Educativa (2008) y el Pacto por México (2012) lo mató. Se concibió como un sistema de promoción de participación individual y voluntaria. De acuerdo con los resultados, se clasificaba a los participantes en uno de cinco niveles de acuerdo con su preparación (A,B,C,D,E), actualización, experiencia y permanencia en la función. Se contemplaban tres vertientes: docentes frente a grupo, maestros en funciones directivas y de supervisión así como profesores en actividades pedagógicas. Los factores de evaluación para su incorporación, promoción o refrendo eran: Aprovechamiento Escolar de los alumnos o para promover su aprendizaje (50%, 40%, 30% según la vertiente), Formación Continua (20%), Actividades Cocurriculares (20%), Preparación Profesional (5%), Antigüedad (5%), Gestión Escolar (5%) o Apoyo Educativo (20%). (https://goo.gl/EaEub1).
La Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, reglamentaria del Apartado B) del artículo 123 de la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos y la Ley General del Servicio Profesional Docente, coexistieron.
La Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, reglamentaria del Apartado B) del artículo 123 de la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos y Carrera Magisterial, coexistieron. De repetirse esta circunstancia, se colocaría en una situación jurídica similar.
Y, de igual manera, no veo ninguna objeción jurídica para que coexistan La Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, reglamentaria del Apartado B) del artículo 123 de la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos y la Ley Reglamentaria del Sistema de Carrera, en caso de aprobarse la “reformita”.
El Escalafón y el Servicio Profesional Docente coexistieron como también el Escalafón y Carrera Magisterial y, de igual manera, serían compatibles si se regresaría a este “nuevo” esquema profesional.
El Programa de Carrera Magisterial y el Servicio Profesional Docente se distinguen, entre otras diferencias, es que el primero fue voluntario, horizontal y orientado hacia la profesionalización del magisterio y el segundo obligatorio, vertical y encauzado hacia lo laboral.
Es decir, el regreso a Carrera Magisterial transitaría sin ningún problema de orden jurídico. Considero que despertaría cierto dejo de nostalgia entre la vieja guardia del magisterio, arrancaría varios suspiros. Incluso pienso que sería bien aceptada por las nuevas generaciones, los hijos de la mal llamada reforma educativa. Hasta creo que sería un buen instrumento para sustentar la excelencia educativa.
El aspecto financiero es uno de los obstáculos para su factibilidad. La cantidad enorme de recursos económicos necesarios para implementarla y, sobre todo, sostenerla. Y, por otro lado, su nula relación, correlación estadística dirían los expertos, con el aprendizaje de los alumnos. Carrera Magisterial, en sus inicios, trazó como propósito incidir en la calidad educativa, es decir, elevar el aprendizaje de los alumnos. Con el tiempo se demostró que los profesores que ascendían a niveles superiores en el escalafón horizontal poco o nada influían en el aprovechamiento escolar de sus estudiantes.
El reto principal, en mi parecer es la armonía y el equilibrio de Carrera Magisterial con las ideas plasmadas en la “reformita”. ¿Las viejas fórmulas serán las soluciones a las actuales problemáticas?
Esos son los pros y los contras en caso de que el Presidente decida rescatar su “reformita” con el restablecimiento del Programa de Carrera Magisterial. Habría que esperar a conocer su legislación definitiva y esperar la versión final de las leyes secundarias o reglamentarias. El diablo está en los detalles coincidimos muchos.
Es el jaloneo propio de la negociación de la reforma a la mal llamada reforma educativa en busca, al parecer, de llegar a consensos mediante concertaciones. La reforma, ahora nombrada “reformita”, se encuentra en suspenso y van por su rescate. Recurren estratégicamente a la continuidad y el cambio emergentes para cumplir con el compromiso político contraído. Lo mejor de la educación está por venir. No se sabe bien a bien quién o quiénes serán los beneficiarios. Se cuenta con la expectativa que los sea para los alumnos y para México. Aunque se duda de ello a estas alturas del partido y se pone entre signos de interrogación la frase: Hacia una nueva era en la educación. Ya veremos dijo el ciego.
Carpe diem quam minimun credula postero
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