Armando Sánchez Martínez
Dos innovaciones importantes del Modelo educativo para la educación obligatoria (SEP, 2017) son la autonomía curricular y la de gestión escolar. La primera está vinculada al planteamiento curricular, primer eje del Modelo, y corresponde al tercer componente curricular de la educación básica. La segunda es parte del segundo eje del Modelo educativo, “La escuela al centro del sistema educativo”.
Para la autonomía curricular se definen cinco ámbitos y se destinan horas para que las escuelas decidan cómo ocuparlas, de preferencia de acuerdo con las necesidades de sus alumnos y al contexto escolar. Los lineamientos de la SEP para la autonomía curricular contemplan clubes basados en centros de interés, de tal manera que los alumnos de cada nivel educativo puedan trabajar un mismo proyecto, por ejemplo, el taller de matemáticas lúdica o el de robótica, en tres grupos en primaria (uno por ciclo) y uno solo en preescolar y secundaria.
A partir del ciclo escolar 2018-2019, este componente se puso en marcha en todas las escuelas de los tres niveles de la educación básica con partidas en el presupuesto de egresos de 2018 distribuidas en los siguientes programas: escuelas de tiempo completo, fortalecimiento de la calidad educativa, reforma educativa y convivencia escolar. Con base en el catálogo de materiales, que se conformó por parte de la SEP desde la prueba piloto del ciclo escolar 2017-2018, las escuelas escogieron el o los que más les convenía, mediante un proceso de selección abierto, similar al de los libros de texto para las secundarias.
Sin embargo, no fue suficiente la capacitación y el acompañamiento pedagógico, tanto a las autoridades educativas estatales como a los directores y docentes de las escuelas, por lo que se generó mucha confusión, debido a que en ciertos casos se consideraron espacios sin propósitos claros, o imposiciones de las autoridades educativas estatales de cómo implementarlo.
Si las escuelas construyen este espacio de manera colaborativa, con base en un diagnóstico sobre las necesidades e intereses de los alumnos y tomando en cuenta el contexto social de la comunidad escolar, se estará ejerciendo la autonomía de gestión para lograr que los estudiantes alcancen los aprendizajes clave definidos en el currículo. Es precisamente en este punto donde se ligan la autonomía curricular con la de gestión escolar.
Con lo antes planteado se podría empezar a romper la tradición centralista y excesivamente prescriptiva a la que se tiene acostumbrada en general a la escuela, por medio de la presión de las autoridades educativas y del sindicato, que en muchos casos actúan de manera coordinada. Por lo mismo, más que acostumbrada deberíamos decir obligada, sobre todo para tener a los docentes bajo control.
Propuestas
- Para que la autonomía curricular se consolide y coadyuve a la de gestión, se debe seguir asignando recursos y proporcionando apoyos diversos en los siguientes ciclos escolares, sobre todo con una propuesta de acompañamiento pedagógica dirigida a los directivos con la intención de que cuenten con las herramientas para hacer un diagnóstico de los problemas en sus centros escolares y poder darles seguimiento.
- En el tema administrativo, es necesario dar seguimiento a los recursos asignados a las escuelas mediante un mecanismo de rendición de cuentas que demuestre que se aplicaron correctamente. Por otro lado, se debe promover que los docentes decidan de manera colaborativa qué proyectos impulsar, tanto en este componente como en otros asuntos relevantes que permitan fortalecer los aprendizajes esperados de los alumnos y mejorar las condiciones de la escuela.
Referencia
SEP (2017). Modelo educativo para la educación obligatoria, México: Secretaría de Educación Pública.