Freddy Leo Flores
Asesor Técnico Pedagógico de Área de Pensamiento Matemático
El análisis para la resolución de problemas matemáticos lleva al estudiante a un nivel de decodificación más allá de la identificación de las operaciones aritméticas a emplear y la identificación de las preguntas que habrá de responder, lo hace reflexionar en qué tan hábil es y qué habilidades y conocimientos debe poner en juego.
En este ir y venir de saberes, el papel del docente es sumamente importante, radica en la capacidad de inducir al alumno a que justifique de manera verbal o escrita su procedimiento, o interprete sus resultados, además de que reflexione sobre cómo lo logró (autoevaluarse). Zabala (1995) refiere que para potenciar a los alumnos se debe de asumir responsabilidades distintas, pero ofreciendo siempre a los estudiantes oportunidades de participar cada vez más en la resolución de actividades, en lugar de lograr que solo sean receptores de información.
Los alumnos han de valorar sus posibilidades reales, obviamente animados por el profesor, recordemos que es sumamente importante que el docente se gane su confianza y que pueda establecer situaciones que favorezcan el control y la regulación de las actividades. Es el estudiante el que se pregunta, piensa, consulta y es totalmente consciente de sus propios límites, poniendo en juego emociones y sentimientos durante este proceso, Blanco (2015), por ejemplo, nos habla sobre la importancia de que los alumnos puedan controlar la parte emocional en la resolución de problemas, particularmente el miedo y la ansiedad, resaltando el papel que juega el docente para que esto suceda.
En relación con la enseñanza de las matemáticas, Blanco nos sugiere que se han de estudiar las creencias, las actitudes y las emociones de los propios estudiantes, sin dejar de lado la reflexión propia del proceso de resolución de problemas. Mariana Miras a través de Coll (1999) considera también que las relaciones interpersonales que establecen los docentes con los alumnos son claves para la mejora de los aprendizajes, las cuales se fundamentan básicamente en enseñarles a autorregular sus estados emocionales, afirmando con ello que es tan importante la enseñanza del manejo de las emociones como el enseñar estrategias efectivas de aprendizaje (metacognición) que permitan saber aprender.
Alonso y Montero en Coll (1999) reafirman dicha situación al mencionar que la atención y la motivación de los alumnos se ve engrandecida al obtener una respuesta a su esfuerzo, un poco más adelante también nos dicen que la atención por parte de los estudiantes, previo inicio de una tarea, puede tener tres connotaciones producto de su percepción; la primera nos habla sobre los pensamientos de los estudiantes que giran en torno a la manera en la que se pueden hacer o no los problemas, siendo esta percepción totalmente relacionado con el aspecto curricular; el segundo tiene que ver netamente con la autoestima, y finalmente, la tercera connotación se refiere a la forma en la que podrían quitarse de encima la realización de la actividad. En el segundo y tercer aspecto es sumamente importante que el docente este pendiente de las actitudes que muestren los estudiantes en los procesos de enseñanza aprendizaje de las matemáticas, en la que intervienen no sólo los conocimientos y habilidades sino las actitudes desarrolladas a través de las relaciones con los docentes.
Para el desarrollo de competencias metacognitivas, tan importantes son los contenidos matemáticos como la forma en que se desarrolla el proceso de los mismos, a partir del desarrollo del pensamiento lógico, el desarrollo de competencias metacognitivas se vuelve la base fundamental para la capacidad de aprender a aprender. Si queremos mejorar la capacidad del sujeto en la autorregulación de su conducta en general y, en particular de autorregular la comprensión de lo que lee y la capacidad de valorar críticamente la información, parece necesario enseñar conjuntamente estrategias de carácter general – metaconocimiento- y estrategias de carácter específico, sin dejar de lado lo que afirma Zabala (1995) respecto a la importancia de establecer canales fluidos de comunicación y poder actuar cuando éstos no funcionen correctamente.
Enseñar no sólo es transmitir las estrategias a aplicar, sino cuándo, cómo y porqué aplicarlas, dado que estas condiciones parecen indispensables para que el conocimiento de las tácticas sea efectivo y se aplique de forma flexible y generalizada, debe el docente ayudarles a encontrar el gusto por lo que se hace y establecer retos que estén al alcance de los estudiantes.
Los objetivos de la educación deben ir de la mano con la pregunta ¿qué hay que aprender?, sin embargo al hablar de los fines de la misma, no podemos pasar por alto las relaciones interpersonales que dentro del aula se desarrollan, en la cual es rol que desempeñe el docente es sumamente importante. La tarea del mismo debe ser replanteada en función de estos grandes retos, debiendo transformar su ejercicio con propuestas pedagógicas que rinden mejores oportunidades para que los alumnos aprovechen las experiencias de aprendizaje que los centros escolares les ofrecen.
Conviene que los profesores reflexionen acerca de su práctica educativa, vista más allá de la parte curricular, se trata de que identifiquen las emociones reflejadas por los estudiantes al hacer frente al proceso de enseñanza aprendizaje de las matemáticas, todo ello con la finalidad de crear un ambiente educativo adecuado, los resultados llegarán después. Es necesario recalcar la importancia de la atención al individuo, con sus necesidades e intereses por delante, tratando con ello de potencializar sus habilidades, en un ambiente lleno de motivación, resaltando sus virtudes y trabajando sobre sus parvedades.
Para finalizar podemos afirmar que para motivar a los alumnos tenemos que echar mano de estrategias que los motiven intrínsecamente, como lo afirman Alonso y Montero en Coll (1999), dentro de las que destacan; las calificaciones, la búsqueda de autonomía, el reconocimiento por parte de los demás, la motivación personal, entre otros. Se ha de tener presente que los alumnos que no saben cómo aprenden, tienden a sufrir desmotivación, he aquí la importancia de la autorregulación de los procesos de aprendizaje y la motivación entro del aula. El entusiasmo del profesor, el ambiente que prevalezca dentro del aula, las relaciones entre los agentes de la misma, entre otros, pueden incidir en el gusto que ha de desarrollar el alumno por dedicar la atención hacia los procesos instructivos que tendrá que asimilar.
BIBLIOGRAFÍA
Blanco, L. Cárdenas, J. Caballero, A. 2015. La resolución de problemas de matemáticas, Caceres, España, U.de Extremadura.
Coll, C. Palacios, J. y Marchesi 1999. Desarrollo psicológico y educación. Madrid,
España. Alianza Editorial.
Moreno, A. 1989. Metaconocimiento y aprendizaje escolar. En cuadernos de
pedagogía, n. 173, Barcelona, España. Editorial Fontalba.
Zabala, A. 1995. La práctica educativa. Barcelona, España. Editorial Grao.