Jennifer O’Donoghue
Hoy en día, en el artículo 3º constitucional vigente, el Estado tiene la obligación de garantizar el aprendizaje como parte fundamental del derecho a la educación.
Pero esta obligación, y la palabra aprendizaje (en cualquiera de sus variantes), se eliminaría de la Constitución si se aprueba la iniciativa de reforma del Poder Ejecutivo.
Así, de un plumazo, perderíamos nuestro derecho a aprender en la escuela, dejando el desarrollo de las personas a la suerte de sus condiciones familiares, sociales y económicas.
Para comprender qué significaría esto, borrar el aprendizaje, invitamos a diversos personajes –músicos, actores, científicos, productores, activistas, maestros, diseñadores, cineastas, periodistas– a reflexionar sobre sus propias experiencias de aprendizaje.
El resultado de este esfuerzo es la campaña, “Somos lo que aprendemos”, que lanzamos el día de hoy en las redes sociales, comprendida de cápsulas en que los participantes responden a dos preguntas:
¿Qué aprendiste en la escuela que te impulsó a ser la persona que eres hoy?
¿Qué serías si no hubieras ejercido tu derecho a aprender?
Las historias contadas en estos videos cortos dejan en claro que el aprendizaje no se limita a la “adquisición” de conocimientos o habilidades. El aprendizaje transforma nuestra identidad.
¿Qué aprendieron en la escuela? A pensar, debatir, argumentar, escuchar, respetar a otros, ser curiosos, trabajar en equipo, no subestimarse, reconocer sus debilidades, amar la lectura y las matemáticas, concretar sus ideas.
Y por medio de esto, se conocieron mejor, y reconocieron que podrían provocar emociones en otros, salir a defender los derechos humanos, ser creativos (y vivir de eso), unir a las personas, conseguir lo que querían, ser la astrónoma (o periodista o bailarín o maestra o…) que es.
¿Y sin este aprendizaje?
Hablaron de estar asustados o ser tímidos, de no tener confianza en ellos mismos, de quedarse sin las “grandes pasiones” de su vida, sin la satisfacción que les da dedicarse a la música (o a la defensa de los derechos humanos o al cine o al diseño o…), de no descubrir el mundo fuera del “alcance de mis papás”, de tomar malas decisiones u orientar sus “talentos de una mala manera”.
Como resumió un participante, “no habría sido el ser humano que soy”.
Al final de esta reflexión, preguntamos a los participantes si creen que #AprenderEsUnDerecho, y no nos sorprendió que todas y todos contestaron con un sí rotundo.
Ojalá nuestros legisladores, quienes van a retomar la discusión sobre la reforma constitucional al artículo 3º dentro de una semana, entiendan esto también y aprovechen la oportunidad histórica para garantizar el derecho de todas nuestras niñas, niños y jóvenes a aprender –lo que quieren y lo que necesitan– para poder llegar a ser la mejor versión de ellos mismos.