Wenceslao Vargas Márquez
En este espacio hemos tratado de construir una interpretación de lo que han significado las urnas y las elecciones del 2018 y cómo se ha concentrado (parcialmente) mucho del poder público nacional en manos de un solo hombre.
Hemos propuesto que el sistema político nacido de Agua Prieta en 1920 se convirtió en partido político en 1929, hace noventa años, a consecuencia de la crisis que vivió el antiguo régimen de repartición del poder. Por crisis hemos entendido a la pérdida de la eficacia, y a la eficacia la hemos definido como el logro de los objetivos institucionales. Una institución (un Estado) que ya no logra obtener los objetivos para los que nació, entra en crisis. Eso le ocurrió al PRI en 2018, partido que dirigió al Estado mexicano a lo largo de noventa años, junto al PAN, nacido en 1939.
En los últimos días personajes notorios de la vida pública han hecho planteamientos similares a los hechos aquí. Dos de ellos son el jurista Diego Valadés y (sin querer) la ministra Otálora, del Trife. Tiene sentido recuperar sus planteamientos para intentar comprender cómo los sistemas políticos salen de una crisis entregando el poder (en diverso grado) a un solo hombre. A López Obrador le tocó recibir ese poder desde las urnas del primero de julio. Esto ocurre así desde la antigüedad, al menos desde que el derecho romano ponía en manos de un dictador todos los poderes de la república. La dictadura romana nació en la república, y la república había nacido por el colapso y la crisis de los abusos de la monarquía. El último rey romano, Tarquino, por algo fue apellidado el Soberbio. Sobre la soberbia de Tarquino se levantaron la república como sistema político y la dictadura como gobierno de excepción ejercido con el solo fin de salvar la república.
Escribió el constitucionalista Valadés hace unos pocos días en un diario nacional (cfr. Estado y gasolina, 15 de enero): “La decisión de poner fin a la cuantiosa depredación acumulada por largo tiempo tiene en su contra la endeblez institucional. Enfrentar un fenómeno delictivo de esta naturaleza (el huachicoleo) no depende de ser más o menos enérgicos, sino de contar con un elenco de instituciones eficaces. Estamos viendo que casi no las hay. El país asiste a la exhibición de un Estado cuyas carencias le impiden cumplir con sus objetivos primarios (…) Con excepciones, la capacidad operativa de las instituciones está en mínimos históricos.” Ha escrito aquí de manera inteligente y breve lo que nosotros hemos planteado en parrafadas más o menos largas.
Esto es lo que hemos propuesto en este espacio como razón de la caída del PRI 2012-2018 y el ascenso de un líder carismático que acumula en sus manos más poder que sus predecesores por el mandato que dimos los ciudadanos desde las urnas de julio. Es el último grito de una sociedad exhausta. Valadés explica y da respuesta a lo que Aguilar Camín se pregunta sin desear hallarla. El 10 de diciembre reciente Aguilar dio a la luz un texto de título División de poderes: primera querella. El 9 de enero publicó el título El nuevo gobierno y el demasiado poder.
Son dos notas constituidas en la punta de lanza de algunos intelectuales que no logran procesar lo que pasó en julio. Lo que ocurrió en julio fue el colapso de un régimen, por lo que dice Valadés y hemos apuntado aquí, y el nacimiento de uno nuevo que acumula en manos unipersonales un poder concentrado. La historia universal y la de México consignan que siempre ha sido así cuando un régimen entra en crisis. No es el planteamiento de un deseo sino la interpretación de los hechos. A veces ocurre que hay quienes no están al tanto por no leer periódicos con regularidad.
En la misma condición que Valadés dice de los órganos de procuración de justicia, se hallan otros entes. Uno órgano más que hace pocos días también entró en crisis aceptada públicamente por su presidenta Otálora, fue el Tribunal Federal Electoral (Trife); Otálora renunció al cargo por las querellas del caso Puebla. Otro más es el electoral INE que tiene a su benitonacif que oye los truenos y no se hinca, reclamando salarios de abuso ante un pueblo miserable. Otro es el indescriptible y ¿educativo? INEE que reconoció en 2016 que la única (la única) manera de evaluar a un docente es observándolo en el aula, y que a pesar de decirlo no lo hicieron así. Su dirigente, Schmelkes, decidió mantenerse en el cargo, decidió no renunciar a pesar de no hacer lo que debían: observar en el aula. Hoy es demasiado tarde.
Es increíble que intelectuales de gran talla se pregunten (se sigan preguntando) el por qué de los 30 millones de votos y el 53% depositados, el por qué de la acumulación de poder en unas solas manos. La historia universal y la de México demuestran que siempre ha sido así cuando colapsa un régimen precedente. No sé por qué tantos cuestionamientos y preguntas siendo la explicación tan sencilla.
Twitter @WenceslaoXalapa