Rogelio Javier Alonso Ruiz*
El 19 de diciembre pasado, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció la reapertura de la Escuela Normal Rural Luis Villarreal, mejor conocida como El Mexe, en el estado de Hidalgo. La reapertura de la institución mencionada está por demás cargada de simbolismo: dos actores principales del régimen pasado, como Jesús Murillo Karam (responsable de la “verdad histórica” del caso Ayotzinapa) y Miguel Ángel Osorio Chong (mano derecha del presidente Peña Nieto), se encargaron de afectar significativamente la matrícula de la normal rural hasta finalmente, en el año 2008, clausurarla, coronando así un largo proceso por el que fueron reducidas, prácticamente a la mitad, las escuelas normales rurales del país (Coll, 2015, p. 90). De este modo, la reapertura del plantel señalado no puede ser vista únicamente como una mera reactivación de las actividades académicas en aquella escuela, sino un evento que contrasta de manera muy clara con las intenciones de los grupos de poder anteriores por desmantelar el normalismo rural mexicano.
En sintonía con la reapertura de El Mexe, el presidente López Obrador señaló: “necesitamos fortalecer las normales y la formación de maestros, se necesita devolver el prestigio a los maestros”. Así pues, la reapertura de una escuela normal rural tan emblemática, así como las declaraciones vertidas no sólo por jefe del poder ejecutivo, sino también en otras ocasiones por el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, parecieran ser indicadores de un futuro prometedor para las escuelas normales, después de un proceso multisexenal que ha mermado dramáticamente su matrícula y ha trastocado su utilidad social. No obstante lo anterior, las buenas intenciones para el normalismo han quedado en tela de juicio: dicen que para saber las verdaderas prioridades de un gobierno no hay que oír sus discursos, sino echar un vistazo a sus presupuestos. En la iniciativa de presupuesto de egresos de la federación enviada por parte del poder ejecutivo al poder legislativo para su análisis y aprobación, resalta una contradicción entre las palabras y las verdaderas intenciones.
A diferencia del discurso público del nuevo gobierno en el que se enfatiza en la importancia de la formación inicial docente, llama la atención que, en contraste con el presupuesto 2018, para el de 2019 se busque reducir 39.5% el monto asignado a las normales, concretado en la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE) (La Jornada, 21 de diciembre de 2018). Así pues, el presupuesto para el normalismo pasaría de 738.7 millones de pesos en 2018 a 447.5 millones de pesos en 2019, es decir, una diferencia cercana a los 300 millones de pesos.
El recorte presupuestal para el normalismo parece ignorar un reto fundamental en el panorama educativo mexicano: el remplazo docente derivado de la aceleración de los procesos de jubilación que coincidió (¿o se derivó de?) la implementación del Servicio Profesional Docente. Deberá estudiarse cuidadosamente si con una reducción de casi 300 millones de pesos en su presupuesto, las escuelas normales podrán hacer frente a este gran desafío, generando cuantitativa y cualitativamente los nuevos profesores que requieran las escuelas del país. Al respecto, el INEE, desde el 2015, advertía que “si la reforma al Servicio Profesional Docente (SPD) fomenta la jubilación entre quienes ya tienen la edad o la antigüedad para retirarse, las escuelas normales podrían no cubrir la demanda de vacantes en el sistema educativo” (p. 86). A primera vista resulta difícil de asimilar que, justo en el momento que las normales deberán “acelerar su producción” (hablando en un lenguaje meramente empresarial), los recursos recibidos serán menores. ¿Será posible, con todo y el combate a la corrupción y la austeridad que propone el nuevo gobierno, hacer que 447.5 millones de pesos (2019) rindan más que 738.7 millones (2018)? Sólo el tiempo lo dirá.
Siguiendo con las especulaciones, la reducción presupuestal del normalismo también podría representar un riesgo en relación a ceder la batuta a las universidades para la formación inicial de los docentes. Desde hace algunos años y, sobre todo, a raíz de la aparición del Nuevo Modelo Educativo, se ha pugnado por generar una sinergia entre las universidades y las normales, aunque, cabe decir, que la diferencia en tamaños hace pensar que las segundas puedan ser absorbidas por las primeras: la matrícula normalista representa apenas el 2.3% de la población de estudiantes de educación superior del país (SEP, 2018, p. 32). Después de todo, a pesar de que es probable la cancelación de la Ley General del Servicio Profesional Docente, aún no se especifica si el contenido del artículo 24 de esta ley será retomado o modificado; cabe señalar que a tal artículo se le ha atribuido el descenso reciente de la matrícula normalista al permitir que profesionistas universitarios con escasa o nula preparación pedagógica puedan competir por una plaza docente en Educación Básica.
Como lo señala Jurjo Torres (1989) la profesionalización y valorización del magisterio no pasa únicamente por incrementar el estatus social y económico del profesorado sino, también, por consolidar una formación inicial de calidad y opciones adecuadas de formación permanente (p. 177). Así pues, considerando las condiciones anteriores, resulta riesgoso observar que no sólo para la educación normal se tienen previstos recortes presupuestales sustanciales sino, además, a la formación continua de los profesores, a la cual se propone asignar menos de la mitad de los recursos que se le destinaron en 2018. Es cuestionable pues pensar en una revalorización del magisterio, como se ha prometido en los discursos oficiales, si no se fortalece su formación inicial y permanente. Ojalá, por el bien del normalismo mexicano, hay congruencia entre los discursos oficiales y los presupuestos asignados. Esperemos que la reducción de su presupuesto sea otro “error de dedo”, como otros más que ya han sido señalados y enmendados en consecuencia.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
REFERENCIAS
INEE. Los docentes en México. Informe 2015. México: autor, 2015.
INEE. Educación para la democracia y el desarrollo de México. México: autor, 2018.
SEP. Principales cifras del Sistema Educativo Nacional 2017-2018. México: autor, 2018.
TORRES, Jurjo. El curriculum oculto. Madrid: Morata, 1998.