Los dos intentos de relevancia para mover el “paquidermo artrítico” —como alguna vez llamó el entonces secretario de Educación Pública, Jesús Reyes Heroles, al sistema educativo mexicano— fueron de los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto. Hay una diferencia fundamental con la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador. En aquellas ocasiones, los presidentes mismos discursearon sobre la necesidad y deseos de reformar el sistema. Hicieron la crítica a lo existente, forjaron los propósitos centrales, apuntaron los instrumentos políticos e institucionales y fijaron una visión del futuro deseable. Salinas, el 16 de enero de 1989; Peña Nieto, el 10 de diciembre de 2012.
El Presidente, al menos por lo pronto, dejó esa tarea a su secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán. Él presentó los resultados de la Consulta Nacional por una Educación de Calidad con Equidad. Si bien reitera la retórica en contra de la reforma del gobierno anterior, acusando que fue una embestida contra los docentes, pretende fijar líneas programáticas. En el exordio manda un mensaje edificante a los maestros y después, sin mencionar la herencia, los horizontes de continuidad. Ofrece pistas acerca de la iniciativa que el presidente López Obrador enviará hoy al Congreso.
Tras dar la bienvenida y agradecer a todo el mundo su participación, el secretario lanzó elogios al magisterio y sentó la base de su disertar futuro: “Revalorar la función magisterial”. Vamos a escucharlo hablar del Acuerdo Educativo Nacional, que, al parecer, será la consigna que sustituirá la oratoria de la Reforma Educativa. Además, propuso la figura que —quizá— sirva de eje para forjar el currículo (que no la currícula) que diseñará y pondrá en marcha en lugar del Modelo Educativo para la Educación Obligatoria: la “nueva escuela mexicana”.
Siempre nos quejamos de que cada gobierno quiere empezar de cero y erigir todo de nuevo, aunque en el camino se destruyan programas. Aplaudo que, en su pieza del 6 de diciembre, el secretario Moctezuma haya planteado rutas de continuidad. Sin embargo, no reconoce —de manera explícita— las deudas con el pasado, en especial con el reciente.
En primer lugar: las señales. La revaloración de la función magisterial fue uno de los ejes del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992, del gobierno de Salinas de Gortari. Ese régimen es el epítome del neoliberalismo, según la retórica dominante. Pero el secretario era, en aquel entonces, subsecretario de Planeación y el negociador principal con los líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. ¡Quizás evoque ese pretérito! La nueva escuela mexicana fue la estampa del subsecretario de Educación Básica, Lorenzo Gómez-Morin, en el gobierno de Vicente Fox. El SNTE lo saboteó.
En segundo lugar, el repaso a la globalización. El secretario fundamentó una de sus propuestas en un estudio de la Fundación Melinda y Bill Gates (él cambió el orden de los nombres); ratificó el proyecto de la educación dual y propuso que la educación superior se vincule con las necesidades de las empresas. Recupera la consigna de la Unesco y de la OCDE de “educar para la vida” y corrobora que continuará la evaluación docente, si bien “no será punitiva” ni ligada al tema laboral.
En tercer lugar, programas. Bien por poner más atención al multigrado, reducir el tiempo de trabajo burocrático de docentes y directores de escuela, poner énfasis en deportes, arte y civismo, apuntar a la equidad y no a la igualdad, fortalecer a las normales y a la Universidad Pedagógica Nacional, centros comunitarios de aprendizaje, más escuelas de tiempo completo y afirmar que no regresará la venta y herencia de plazas. Con diferentes palabras, esas ideas ya estaban en el Modelo educativo. Lo mismo que la SEP les dé vuelta a los estados y al sindicato y alzar línea directa con las escuelas. Lo nuevo: instituir academias de directores.
En cuarto lugar, los ausentes. El secretario se dirigió siempre a los maestros, no a los líderes del SNTE; bien. Pero tampoco mencionó a los gobernadores ni dijo cuál será su papel en el Acuerdo Educativo Nacional.
Tal vez el presidente López Obrador se guarde para decir su gran discurso educativo para cuando mande la iniciativa de reformas o para cuando promulgue la nueva ordenanza. Por lo pronto, contamos con las palabras del secretario Moctezuma para vislumbrar lo que viene. ¡No será muy diferente al presente!