Sergio Martínez Dunstan
Cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) perdió la elección presidencial del 2006, acusó a Vicente Fox de haber auspiciado un fraude mediante el uso faccioso de las instituciones. Ante este hecho, en su plan de resistencia incluyó hacer a un lado las instituciones caducas, corruptas, chatarras, que no servían para nada. ¡Qué se vayan al diablo con sus instituciones! -espetó (https://goo.gl/hCHF8b).
Y, ahora que el desempeño del INEE está siendo objeto de discusión, para definir su permanencia en el concierto de los organismos públicos con el fin de juzgar si resulta idóneo o no (paradójicamente, el destino lo ha puesto en una condición similar a la de muchos docentes). AMLO ha fijado su posición al respecto y ha expresado, con claridad lo que pretende hacer una vez juramentado como Presidente de la República: ¡Qué se vayan al diablo con su INEE! Aunque no con esas palabras específicamente, pero sí con la crudeza y contundencia de hace doce años al referirse a las instituciones corruptas que no servían para nada, según su propio juicio. En Durango, pronunció recientemente un discurso sobre la reforma educativa en términos más o menos similares (https://goo.gl/Hf9h9A).
Algo semejante se contempló en el Proyecto 18, considerado la plataforma de gobierno rumbo a las elecciones presidenciales del 2018, del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que condujo a AMLO a la victoria el pasado primero de julio. La página oficial, www.proyecto18.mx, se encuentra “caída” o removida. Aunque es posible consultarse en Facebook el documento incompleto.
En diciembre del año pasado, Juan Carlos Miranda Arroyo escribió el artículo “El INEE en el Proyecto 18 de AMLO” (https://goo.gl/MznTAu) ahí se cita un fragmento de dicho documento: “Es indispensable erradicar el sistema de evaluación educativa con fines punitivos y laborales y sustituirlo por formas correctas de evaluación de procesos educativos y pedagógicos, así como de las necesidades y demandas de estudiantes, familiares y docentes, para superar las dificultades que encuentren en su legítima aspiración a la educación; en ese mismo espíritu, debe emprenderse una transformación radical del Instituto Nacional de Evaluación Educativa a fin de convertirlo en herramienta de apoyo a los procesos de aprendizaje y enseñanza” (sic). El mismo autor proporciona más detalles de este proyecto en otra colaboración titulada “Proyecto 18: Educación” (https://goo.gl/tkXmLC).
En la “Plataforma Electoral y el Programa de Gobierno Proyecto Alternativo de Nación 2018 – 2024” presentada por Morena ante el Instituto Nacional Electoral (https://goo.gl/D3RPZc) se encuentra ausente el tema de la evaluación, no se habla del Sistema Nacional de Evaluación Educativa ni del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación pero sí se refiere a la educación de calidad, sin explicar la manera en cómo se garantizará.
De acuerdo con lo anterior, pareciera que el INEE no tiene cabida en el proyecto de AMLO. ¿Por qué? Según mi apreciación, las razones se deben a los siguientes factores.
1.- Los funcionarios titulares de las áreas estructurales de mayor relevancia responsables de la conducción del INEE son los menos aptos y de dudosa calidad moral, salvo honrosas excepciones, según lo dicho por AMLO. Además, en sus palabras, se han enriquecido indebidamente porque los salarios percibidos van en contra de la ley de los salarios máximos. No pueden ni deben recibir esos emolumentos, son indignos. Es muy seria la acusación, implica no sólo a los propios acusados sino a quienes los designaron con estricto apego a la legalidad porque al parecer, según lo dicho por el presidente electo, es el Poder Judicial el que ha sido omiso. En lo personal, conozco a varios de ellos desde hace mucho tiempo y los considero persona honestas y respetables. No necesitan que se haga una defensa de ellos porque su historia de vida en el ejercicio público habla por ellos. Es muy delicada la acusación que hace AMLO: “¿Qué hacen estos corruptos? con honrosas excepciones. Para todos, un instituto, para todos una nueva dependencia. ¿Y cuánto cobran los que van a esas nuevas dependencias? doscientos, trescientos mil pesos mensuales de sueldo” (https://goo.gl/Hf9h9A).
2.- El campo del conocimiento. La evaluación ha sido la menos cuestionada como objeto de conocimiento, como campo disciplinar o como ciencia. Los resultados de la evaluación, en el caso de la política social, se han utilizado para explicar, entender, interpretar la realidad y para sustentar las decisiones de política pública, incluso por el propio AMLO y Morena en sus documentos normativos. Por ello, me desconcierta la expresión “ni siquiera se va a usar la palabra evaluación”. Descalificar la evaluación dentro de su proyecto tiene que ver con el subsecuente aspecto.
3.- La política. Al parecer, la evaluación de los docentes estará ausente de la política educativa como narrativa, como discurso y como acción. La evaluación de la política debiera estar presente, según mi apreciación, pero poco o nada se ha hablado al respecto. Es incomprensible, al menos para mí, diagnosticar la realidad e intervenir en ella, quiérase o no, sin un proceso evaluativo. La evaluación debería estar presente técnica, metodológica e instrumentalmente sin tanta influencia. En el Proyecto 18, como se refirió en párrafos anteriores, se fija la posición de la próxima administración pública con respecto a la evaluación: “Debe emprenderse una transformación radical del Instituto Nacional de Evaluación Educativa a fin de convertirlo en herramienta de apoyo a los procesos de aprendizaje y enseñanza”. Al parecer, se está colocando a la formación continua en lugar de la evaluación, pero entonces estaríamos hablando de visiones distintas, de proyecciones diferentes, de políticas, si no opuestas, al menos divergentes en sus propósitos. AMLO proyectó su visión de esta manera: “Instituto de Evaluación, si no estamos en la época de la esclavitud. A ver, un Instituto de Fiscalización como es en las dictaduras. El maestro está consciente que tiene que capacitarse y confiamos en ellos. Ya no se va a humillar a los maestros, ya no se va a degradar a los maestros. Les gustó el maestro para someterlo, para humillarlo. No, eso ya se termina” (https://goo.gl/Hf9h9A).
4.- La intromisión de algunos grupos ideológicos y políticos en la política educativa y en la política de evaluación. AMLO lo refirió así: “Los que no nos quieren o nos ven con malos ojos se juntan, la extrema izquierda y la extrema derecha quieren que quedemos mal, que no cumplamos, para que puedan decir: ya ven son lo mismo (…). Desde esta perspectiva se explica la necesidad de que el INEE desaparezca. Así AMLO remata diciendo: “¿Qué se están quejando los maestros? Tienen todo su derecho porque ya no va a haber un Instituto de Evaluación” (https://goo.gl/Hf9h9A).
5.- Con relación a la institución per se es la más cuestionada por AMLO: “Nada más mantienen ese aparato burocrático costosísimo y no resuelven ningún problema. Ya no va ha haber esas oficinas, esos institutos” (https://goo.gl/Hf9h9A). Éste es el punto, para mí, el aspecto central de su discurso.
En contraste, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social no está bajo el escrutinio, ni se duda de su existencia ni de la relevancia de su labor. El CONEVAL es una institución similar al INEE. Ambas están dedicadas a la evaluación. Las dos son organismos públicos, uno autónomo y el otro descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propios con plena autonomía técnica y de gestión. El INEE tiene la facultad también de determinar su organización interna e independencia presupuestal. Por su parte, el CONEVAL tiene por objeto normar y coordinar la evaluación de la Política Nacional de Desarrollo Social, las políticas, programas y acciones que ejecuten las dependencias públicas, así como establecer los lineamientos y criterios para la definición, identificación y medición de la pobreza; mientras que al INEE le corresponde garantizar la calidad de los servicios educativos. Ambas instancias son evaluadoras pero una se dedica únicamente a eso, a evaluar las políticas y la otra no. A ésta le corresponde garantizar la calidad de los servicios educativos, es decir, funciona más como una instancia de control que de evaluación. En este sentido, como lo señaló AMLO, “Más que un instituto de Evaluación es un Instituto de Fiscalización” (https://goo.gl/Hf9h9A).
La posible desaparición del INEE, en caso de derogarse la fracción IX del artículo tercero constitucional, ha generado reacciones favorables y desfavorables. Organizaciones civiles, académicas, especialistas, a título personal o institucional, se han pronunciado o están en proceso de hacerlo.
De acuerdo con lo expuesto, AMLO usa la evaluación como una herramienta para explicar e interpretar la realidad y para la toma de decisiones. Ha manifestado su rechazo por la política de evaluación en educación, específicamente la relacionada con la evaluación de los docentes, porque está en desacuerdo con la función fiscalizadora que se ha venido desarrollando. Cuestiona la intromisión de la extrema derecha y de la extrema izquierda inmersas en el velo de la evaluación. Pone en entredicho la calidad moral y ética de los funcionarios del INEE porque según él, “son personas corruptas salvo honrosas excepciones”. Ni siquiera pretende usar la palabra evaluación… Todo esto me recuerda a su discurso del 2006. “¡Qué se vayan al diablo con sus instituciones!” No quiere a este INEE ni a ningún otro. Pareciera decir ¡qué se vayan al diablo con su INEE!
Carpe diem quam minimun credula postero