Liliana Carrasco Juárez*
De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Educación elaborada por la Universidad Nacional Autónoma de México, dos de las múltiples causas que conducen a la deserción escolar se enmarcan en las dinámicas escolares y en la interacción entre los actores, principalmente en la forma en la que los directivos y los profesores abordan situaciones de violencia escolar o tratos desfavorables hacia los educandos.
Aunque la Secretaría de Educación Pública ha tratado de abatirlo, la CNDH continúa observando violaciones a derechos humanos de los menores; lo que permite cuestionar la efectividad de la atención a los conflictos que se desarrollan en los recintos escolares. Los líderes educativos, ya sean docentes, directivos o demás personal, juegan un papel fundamental en la atención a situaciones problemáticas entre los alumnos y una deficiencia en la gestión del conflicto puede conducir a un bajo rendimiento escolar, deserción o incluso a la comisión de algún delito.
En muchas ocasiones, estas situaciones se generan por falta de experiencia en el sector educativo o por un manejo inadecuado de los protocolos y normas que rigen la educación, llegando a incurrir en graves responsabilidades. Hoy más que nunca, en un entorno marcado por la creciente violencia extendida a los planteles educativos, es necesario mejorar los climas escolares a través de la prevención y gestión de los conflictos y generar líderes más informados y capacitados en las múltiples problemáticas que enfrentan las escuelas en su día a día.
Con una atención centrada en la convivencia pacífica y un clima propicio, se podría impactar en los siguientes indicadores: 1) Reducir las incidencias en los planteles; 2) Generar ambientes escolares más sanos y aptos para el desarrollo socioemocional de los menores; 3) Desarrollar entornos laborales más armoniosos y capacitados y, 4) Reducir los índices de deserción escolar.
No basta cumplir con los indicadores de capacitación ni desarrollar pláticas, conferencias y emitir circulares sobre los protocolos. Es necesario evaluar si sus efectos son los esperados y se reflejan en un incremento de la cultura de la paz, pues una de las mejores formas de combatir la violencia, es convirtiendo a las escuelas en verdaderos entornos seguros, no sólo para los estudiantes, sino para toda la comunidad escolar.
*Forma parte de “Legal Educación Abogados”, despacho legal especializado en consultoría, defensa y capacitación legal para escuelas de educación básica a través de un enfoque preventivo con la finalidad de transformar la educación en el país mediante la construcción de mejores entornos escolares.