La diosa fortuna apapacha a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Andrés Manuel López Obrador y su gente en el Congreso van de su mano por todo. Sin embargo, parece que no se dan cuenta de que, si conceden todo a la Coordinadora, serán sus líderes quienes gobiernen en la educación básica y no las autoridades que designe el futuro Presidente. La CNTE busca el poder absoluto en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y los astros se le están alineando.
El miércoles 19, el Presidente electo ratificó ante docentes de la Sección 22 del SNTE (la más pujante de los maestros disidentes) que respetará su promesa: “Les manifiesto a los maestros del Istmo que voy a cumplir mi compromiso… esa Reforma Educativa no se va a aplicar, se va a quitar para que no estén ofendiendo a los maestros”.
No obstante, el Presidente electo tal vez no quiera que se reproduzcan los vicios que la Reforma Educativa trató —y logró en buena medida— eliminar. A cambio de cancelar la Reforma Educativa, les pidió que ellos se comprometan a trabajar semanas completas, no “de martes a jueves”. Esa demanda indica que AMLO, si bien simpatiza con las pretensiones —que son muchas— de la CNTE, también sabe de sus ausencias, aunque sólo mencionó las menores; no la de las de las huelgas frecuentes bajo cualquier pretexto. Tengo la impresión de que, aunque AMLO no conozca el pequeño documento de la “normalidad mínima”, desea que se ponga en práctica.
Ese texto breve, que Pablo Latapí confeccionó, fue divisa de gobiernos del PAN, que trataron —más con retórica que con hechos— de poner en práctica y que la Reforma Educativa planteó en programas y proyectos concretos, como el de la Escuela al centro y el Acuerdo secretarial 717. La normalidad mínima aboga por que se cumpla la parte visible en la vida cotidiana de las escuelas y la acción de los maestros. Refiere, entre otras, a asistencia, puntualidad, observancia de programas y calendarios.
Pablo Latapí apuntó que, aunque los gobernantes se plantearan asuntos de gran envergadura, no deberían olvidar lo fundamental: El funcionamiento cotidiano de las escuelas. Lo mínimo de la normalidad mínima no es un planteamiento minimalista, sino la base para conseguir lo demás, como el aprendizaje de los alumnos y la calidad educativa. Por ello —pienso— López Obrador pide a los maestros asistencia y cumplimiento.
Empero, la respuesta de la CNTE fue agresiva. Uno de sus voceros aseveró que es falso que los maestros democráticos sean absentistas. Señaló que, si la reforma no se liquida por completo, “seguirán movilizándose, sin importar el calendario escolar ni quién sea el Presidente”.
Morena y sus aliados en el Congreso parece que no acusan recibo de las amenazas. Conceden a los dirigentes de la Coordinadora posiciones clave y es casi seguro que controlarán las comisiones de educación de ambas cámaras. Mis compañeras reporteras, Leticia Robles de la Rosa y Tania Rosas, reportaron que en la bancada de Morena en la Cámara de Diputados hay un grupo de 40 maestros que formaron una comisión que se reunirá con el próximo secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, y que les darán marcaje personal a los foros para derogar la Reforma Educativa… “El pasado 1 de septiembre, morenistas se reunieron con integrantes de la CNTE. Los legisladores del partido hegemónico dijeron a los maestros de la Coordinadora que ellos serían ‘los patrones’ de ahora en adelante”. Ya se comportan como tales (Excélsior, 17/09/2018).
Tras advertencia no hay engaño. La CNTE va por la dirigencia nacional del sindicato, los vientos políticos la favorecen y, si lo logra, digamos en tres años, recolonizará el gobierno de la educación: Los funcionarios leales a AMLO serán rebasados. ¡Escenario ignominioso!