Jesús Andriano*
A unas semanas de haber iniciado el ciclo escolar, el horizonte sobre la implementación y continuidad de la reforma educativa se sitúa en el entredicho del panorama social, la información que se vierte desde diferentes escenarios alude a la diversidad de puntos de vista; mientras que algunos anuncian con bombo y platillos los avances de una reforma a cinco años de su implementación, otros descalifican el anunciamiento de las acciones realizadas; las cuales francamente se encuentran quebrantadas y endebles para transformar el sistema educativo.
Desde hace más de dos décadas en México, se han promovido varias reformas educativas; la iniciativa de transformar la educación ha dado pauta para presentar diversas estrategias pedagógicas con resultados poco favorables; la falta de continuidad y una precaria maduración en su ejecución, son los argumentos que avalan los pésimos resultados a nivel internacional. De acuerdo a los informes que se emiten sobre las evaluaciones, México a lo largo de su participación ha obtenido los últimos lugares en el desempeño de sus alumnos (OCDE); dicho desempeño fue asociado al trabajo de los maestros y utilizado para explicar e implementar la iniciativa de reforma, asumiendo que la labor docente es el principal factor para los resultados en las evaluaciones.
Los resultados en las evaluaciones estandarizadas no son solo la causa y efecto para la implementación de nuevas reformas, dichas evaluaciones según la OCDE, buscan evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad del saber. Es ineludible reconocer que ante el claroscuro con el que se anuncia y se deroga una reforma, la incertidumbre entre los actores educativos es cada día mayor. El periodo de la transición política se convierte en el juego de luces y sombras para la educación, la utopía de una reforma, se desdibuja con el posicionamiento de un nuevo gobierno y mientras tanto; el desarrollo educativo de los alumnos se bosqueja como un acto embrionario, durante los cambios estructurales que validan la metamorfosis de la educación.
A lo largo de su implementación la reforma educativa se edificó, con la idea de que el servicio prestado por un docente a la sociedad, podría ser fácilmente cubierto por cualquier persona; sin embargo a lo largo de los años se ha demostrado que la función del maestro no es propia de una ocurrencia pedagógica; el trabajo docente es una acto necesariamente intelectual y requiere no solo de acciones que conllevan la aplicación de un programa de estudios. De acuerdo a Tardif, el saber docente se compone de la realidad de saberes provenientes, de diversas fuentes de la práctica docente; precisa que existen saberes disciplinarios, curriculares y experienciales y que la relación entre ellos, forma una amalgama que construye el cuerpo docente de saberes plurales.
Tardif puntualiza, que los saberes disciplinarios son producto de las ciencias de la educación y los saberes pedagógicos, dichos saberes se integran a partir de la formación inicial y continua; en el caso de México, la Escuela Normal hasta antes de la reforma era la única institución responsable de la formación de docentes, el trabajo que se desarrollaba estaba delimitado por el propio Estado; con la puesta en marcha, el compromiso de la labor docente se le adjudico a todas Instituciones de Educación Superior que atienden la disciplina de la pedagogía, y ante esa realidad, no se le puede atribuir solo a las Escuelas Normales el saber disciplinar de los nuevos docentes.
Con respecto a los saberes curriculares Tardif menciona, que los educadores deben apropiarse de dichos saberes, los cuales corresponden a los objetivos, contenidos y métodos de los planes y programas de estudio. Ante el proceso de instauración y legitimidad del modelo educativo, los maestros muestran un lejano dominio sobre lo que se desea instituir en las escuelas, y como consecuencia surgieron varios problemas acuñados a la dinámica organizativa, pedagógica y administrativa; problemas que hasta el momento son resultado de la opacidad de una reforma educativa.
Como parte de la práctica docente Tardif señala, que los saberes experienciales, se forman a partir de la práctica misma de los docentes, en el ejercicio de las funciones de un trabajo cotidiano, y el actuar de su práctica diaria, lo que le permite al docente conocer las condiciones y características culturales de la sociedad y de la escuela, y con ello desarrollar hábitos y habilidades sobre el saber hacer y deber ser; aspectos propios de una realidad escolar que difícilmente pueden establecerse en un marco de ley. El maestro es el que conoce de qué forma los saberes disciplinares, curriculares y experienciales son propios del interés social y se convierten en saberes sociales.
Al igual que los docentes, los alumnos se encuentran ante el desafío de lo que denota el acontecer cotidiano de una reforma; la inserción de nuevas actividades curriculares, generan una incertidumbre sobre la llamada revolución educativa; en la mayoría de las escuelas aún no se concretiza la idea de un aprendizaje clave, ni mucho menos lo que implica un club de autonomía curricular; las necesidades y habilidades de los alumnos se reducen en áreas de oportunidad para cubrir espacios y tiempos curriculares. Y ante el desafío de construir una transformación educativa surge la desincorporación del conocimiento cotidiano, y aquello que es propio del entorno del alumno se reduce a una falta de motivación por aprender.
Si bien, la escuela por medio de los planes y programas de estudio tiene como fin dar cumplimiento a lo que establece un proyecto educativo; lo cierto es que ante la realidad, y la incertidumbre sobre el devenir de una reforma; las acciones en las escuelas sobre el nuevo modelo, se reducen a la fragmentación de una reforma.
*Docente investigador de la Escuela Normal de Tecámac. Colaborador de Voces Normalistas; Miembro de la RED RECREA
Referencias
Tardif, M. (2004). Los saberes del docente y su desarrollo profesional . Madrid: Narcea.