Las expectativas crecen. Periodistas y colegas, tal vez también muchos maestros, se pregunten qué dirá mañana Elba Esther Gordillo. Columnas políticas y mensajes en las redes sociales especulan acerca de su retorno. Unos la ven de nuevo manejando los hilos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, asunto que provoca temor en los dirigentes formales e ilusiones en los antiguos líderes, quienes fueron sus vicarios fieles. Los gobiernos —el saliente y el entrante— muestran cautela; el secretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán, no ha hecho declaración alguna y el futuro jefe de la SEP, Esteban Moctezuma Barragán, decidió esperar a mañana.
Todos nos preguntamos qué dirá y qué quiere EEG, jugamos a las adivinanzas. Pero hay hechos que vale la pena destacar porque apuntan a perspectivas encontradas. Héctor Aguilar Camín, en su columna del jueves, planteó un asunto que me parece incontrovertible. “Su salida de la prisión (de EEG) anuncia ya un regreso al ciclo siniestro en el que las batallas sindicales del magisterio son más noticia que la educación” (Milenio 16/08/2018). Ciclos de larga duración. Por desgracia, las notas sobre educación en la prensa y los medios son escasas y rara vez van a lo sustantivo. La novedad es que en la semana (tal vez lapsos más largos) la señora Gordillo será el centro y dudo que alguien lo pueda evitar. Parece evidente que ella quiere regresar, mi pregunta es si el gobierno, el próximo, no el presente, se lo permitirá.
Vamos por partes. El nerviosismo de Juan Díaz de la Torre está más que justificado. Su arribo al poder, aunque cubierto en los estatutos, fue ilegítimo; el secretario de Gobernación lo ungió la madrugada del 27 de febrero de 2013. Luego modificó los estatutos, retornó a la antigua denominación de Comité Ejecutivo Nacional y secretario general del SNTE. Su sueño, al igual que el de todo líder sindical mexicano, era constituir un cacicazgo. Dudo que lo logre. Él se irá a más tardar el año que entra, conjeturo.
Quienes fueron desplazados del control de la maquinaria por JDT y su grupo se frotan las manos y hacen algo más. Constituyeron una asociación civil, Maestros por México, que alega que la señora Gordillo sigue siendo la presidente legal y legítima del SNTE (Excélsior, 15/08/2018). Dirige ese grupo gente que disfrutó de las mieses del poder cuando la señora Gordillo reinaba. Aunque los tratará con la punta del pie, les dio poder, riqueza, hasta les pagaba cruceros para ellos y sus familias. Tienen motivos irresistibles para apoyarla, aunque ya no controlan la estructura sindical y sospecho que su influencia entre los maestros es menguada.
Al gobierno saliente le clava una estaca más. Tras las pifias de la PGR y el SAT, lo único que puede hacer es guardar silencio. Sospecho que esperan que la señora Gordillo lance andanadas de facundia vengativa.
Aventuro que el futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador no permitirá que la señora Gordillo se repatrie en el SNTE; tampoco que progrese el nuevo sindicato que Maestros por México (que es su verdadera tirada) quiere construirle. Si permite que ella retome un papel de relevancia, opacará cualquier palabra que diga o acción que emprenda Esteban Moctezuma; ella fijará la agenda. Incluso, tal vez hasta le gane a AMLO alguno que otro encabezado.
Más allá de que mañana se presente como víctima y reclame fueros, coligo que la carrera política de la señora Gordillo llegó a su fin. Tal vez recupere las cuentas que el gobierno le congeló, pero discurro que para AMLO es más importante gobernar en la educación que perdonar a la señora Gordillo. Buscará frenarla y parar las diatribas que le lanza la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Digo, si quiere ejercer el poder.