“Hoy, reproducir el escenario del 2 de octubre en Tlatelolco es verdaderamente demoníaco, porque había tantos cuerpos del Ejército, la policía, elementos de seguridad, de Gobernación y del Distrito Federal, que se convirtió en un suceso de gran brutalidad y una masacre horrenda”, recordó Sergio Zermeño y García-Granados, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y participante del movimiento.
El académico universitario evocó que en ese momento se sentía muy deprimido por haber estado preso en Tlaxcoaque y decidió no acudir al mitin, pero tuvo algunos amigos que estuvieron presentes y afortunadamente no murieron.
En el lugar estaba la Plaza de las Tres Culturas, la Plaza de Santiago Tlatelolco, el edificio de Relaciones Exteriores, las ruinas prehispánicas, el edificio Chihuahua, el ISSSTE, la Vocacional número 7 que fue ametrallada varias veces durante el movimiento.
Para Sergio Zermeño el suceso del 2 de octubre fue alimentado más por compañeros que cursaban en las vocacionales y que vivían en el centro de la ciudad. Originalmente, pensaban desplazarse al Casco de Santo Tomás pero días antes había sido tomado por el Ejército.
En varias ocasiones se ha mencionado que los militares dispararon porque fueron atacados primero por los estudiantes. De acuerdo con Zermeño, algunos líderes como Sócrates Campos Lemus declararon ante la Procuraduría General de la República y el Ejército que había guardias armadas por parte del Consejo Nacional de Huelga.
El académico universitario, que en ese entonces trabajaba en el periódico del movimiento, mencionó que durante las entrevistas realizadas para la publicación nunca vio que sus compañeros estuvieran armados, “eso no fue cierto”. Añadió que entraron algunas armas de forma provocada. “Lo tengo perfectamente estudiado, no estoy hablando al aire”.
A 50 años del suceso, tenemos una visión más clara de lo que pasó hacia el final del movimiento, en términos estratégicos, militares y policíacos, enfatizó el profesor.
El brutal recuerdo
Sergio Zermeño y García-Granados refirió que trabaja en un libro sobre el hecho, donde da voz a las declaraciones de sus compañeros para ofrecer una visión más clara de lo sucedido.
Rememoró que Luis Echeverría mandó a un cineasta reconocido (de quien no quiso dar su nombre) a filmar el suceso. Así, se colocaron cámaras en la azotea de la iglesia de Tlatelolco, en el piso 22 de la Torre de Relaciones Exteriores, en los edificios Chihuahua y del ISSSTE para tomar película de todo lo que iba a acontecer.
“Fue un montaje brutal como de teatro y delirante, pero existe porque ese cineasta reveló que tomó el filme de lo ocurrido y se lo entregó al secretario de Gobernación que lo contrató”. Obtuvo 20 horas de filmación y se conoce una hora y media. Los especialistas en cinematografía han dicho “que bárbaro, este filme es una carnicería”.
Revisar todo el material sería de gran ayuda para observar cómo el Ejército ataca a otras partes que estaban dispersas en las azoteas, los departamentos alquilados días antes, etcétera. “Todo esto está completamente notificado, no estoy inventando”.
Durante el suceso, llega el general Hernández Toledo, quien dirigió una parte del Ejército, a la plaza de las Tres Culturas para rodear el edificio Chihuahua e impedir que alguien saliera donde se encontraba el Batallón Olimpia.
Zermeño señaló que las tomas son increíbles, puede verse al Ejército desconcertado, recibiendo balazos de francotiradores de todas partes, y cuando comienzan a disparar hacia esos lugares, las personas corren hacia el Ejército para protegerse de la balacera.
“Hoy tenemos que hacer nuestro último esfuerzo porque todo salga a la luz con mayor claridad”, concluyó.
Publicado en UNAM Global por Michel Olguín Lacunza/Francisco Medina