La educación es un fenómeno complejo en todo momento, contextualiza sus propuestas en el momento presente pero siempre está mirando hacia adelante para mejorar sus acciones. En el momento actual, la tarea educativa se vive entre dos tiempos, en lo que ya fue y nunca volverá y en aquello que está por venir pero que no llega.
Por lo tanto la educación es una utopía que se vive todos los días como si fuera una realidad que se articula en los tiempos pasado y futuro. La utopía educativa siempre se mueve sobre la base de un deseo de algo mejor, de algún cambio que se espera y está por venir, de una realidad que aunque no existe como una cosa se les espera fenoménicamente.
El tiempo educativo actual, es un buen ejemplo de la fusión entre pasado y futuro y un mejor ejemplo de ese deseo de las cosas que se esperan y que están por venir. El pasado puede ser de tiempo corto o de tiempo largo, desde la escuela rural mexicana, las misiones culturales, la educación socialista, cuya constante de todos estos movimientos pedagógicos de nuestra historia, son el protagonismo docente y la inspiración de ideas pedagógicas de vanguardia basadas en el compromiso social hacia el cambio. A partir de este largo pasado tenemos las propuestas del nacionalismo educativo o la unidad nacional, el movimiento del 68 como un gran parte-aguas educativo que dan lugar la crisis económica y la modernización educativa desde una visión neo-liberal.
En el pasado inmediato tenemos un trauma o un descalabro pensado a partir del tropiezo de la reforma educativa de Peña Nieto, que desentona con la historia y se convierte en una ruptura historia hacia senderos ni deseados, ni tampoco pensados, se le da un gran protagonismo a la evaluación a partir de la desconfianza en el desempeño docente.
La educación con visión a futuro, se amalgama del pasado pero busca un despegue, basado en el deseo de lo que no hemos tenido o de lo que no hemos logrado en educación. La equidad y la justicia educativa para todos los niños y niñas de México, la atención a las diversidades y a las diferencias culturales, étnicas y económicas, la educación para el desarrollo económico con justicia social y la superación de todo tipo de rezagos e incumplimiento educativo son algunos puntos de una agenda de futuro que habrá de retomar el gobierno de López Obrador.
La educación de nuestro país en clave de futuro, no puede reducirse a una visión refuncionalizadora de parchar y remendar lo que otros (los anteriores) hicieron mal, el futuro (que se comienza a tejer desde este presente) deberá ser más rupturista, hacia la izquierda mirando a la gente y sus necesidades formativas.
Otro reto u otro desafío de este momento que entrecruza los tiempos y el ideario educativo, tiene que ver con la necesidad de articularse con los avances tecnológicos y con la nueva agenda educativa de los países desarrollados. México deberá ponerse al día a nivel mundial sin olvidarse de los fundamentos de su realidad educativa.
La educación en nuestro país, tiene una oportunidad como otras muchas esferas de la sociedad de dar un gran salto cualitativo y alinear por fin el desarrollo económico con el social. Pensar a la educación en México entre las 20 mejores del mundo, atraviesa por pensar en los docentes y en la posibilidad de también a ellos y ellas ponerlos al día de estos nuevos tiempos.
Esperemos que la educación por venir esté al servicio de lo que la sociedad mexicana necesita.