Francisco Javier García Zapata
El terremoto del 1º de julio impactó de lleno al sector magisterial, precisamente uno de los elementos determinantes que provocaron y alentaron ese fenómeno, motivado por la expectativa de la cancelación de la Reforma Educativa, en estrecha concatenación al deseo de cobrar el trato recibido.
Contrario a los movimientos telúricos, el sismo del domingo deberá resultar en cuantiosos beneficios para la mayoría; en la misma intensidad, aunque en menor cuantía, habrá damnificados. “Daños colaterales”, diría alguien.
En lo institucional, los bajos números electorales señalan que el Partido Nueva Alianza pagará con su existencia el haber apostado al ahora candidato perdedor y haberse aliado al agonizante Partido Revolucionario Institucional, a contracorriente del sentir mayoritario del magisterio, que en todos los foros manifestaba su simpatía y respaldo a la coalición encabezada por López Obrador. Las dirigencias sindical y partidista actuaron contra los intereses de los maestros. Digamos que les faltó sentido común y una buena dosis de lealtad gremial; como diría Lupita D’Alessio: “ése fue su error”.
La pérdida del registro del partido turquesa quedó registrada en la misma cuenta en la que se anotó el deterioro y sumisión del SNTE en todas sus instancias.
De manera que el partido otrora brazo político del SNTE ni siquiera tuvo tiempo de disfrutar su adolescencia (recibió el registro el 14 de julio de 2005, apenas seis meses después de fundado) cuando se le acabó el veinte.
Queda en evidencia que el voto corporativo ya no tiene porvenir. Deberá ser inhumado junto con el dinosaurio que ha sucumbido ante este meteoro electoral, sorpresivo y sorprendente incluso para los ganadores, por la inusitada fuerza y multiplicados efectos.
En reciente colaboración decíamos que a Meade y a Nuño les cobrarían los maestros en las urnas los agravios, y a fin de cuentas resultó que en el paquete entraron también Juan Díaz, Luis Castro, Silvia Luna y hasta dirigentes seccionales. De esa magnitud fue la reacción de los docentes, sin distingos de origen. El grupo que hoy controla al SNTE se quedó sin partido, sin curules y sin fuero. Y casi en la orfandad política.
El todavía presidente de Nueva Alianza, acompañado de sus principales colaboradores, dio un mensaje la noche del domingo (http://cort.as/-7oiV) sin imaginar aún la dimensión del desastre.
En tanto, las Redes Sociales Progresistas, clave en el triunfo de López Obrador, podrían tomar vida propia; esto es, más allá del propio proceso electoral, mientras que por otro lado tenemos a Maestros por México, naciente agrupación que también pasó lista de presente en la recién culminada campaña, si bien su labor fue más discreta aunque igualmente efectiva.
Sin embargo, MxM pronto habrá de cobrar protagonismo, sobre todo en la renovación de comités seccionales, y aun antes frente a los cambios que los no pocos malquerientes del todavía dirigente formal del magisterio vislumbran inminentes en el seno del Sindicato.
En efecto, hay quienes auguran que en el futuro inmediato de Juan Díaz hay ciertamente un congreso, pero no de la Unión sino del SNTE, que además de exigirle cuentas también demandará su destitución como Presidente, cargo que, según lo acusan, ocupa ilegítimamente