Sonia Ventura Domínguez*
La educación es poesía en sí misma. Es un canto constante al alma humana, un despertar de la mente al mundo que somos y que nos rodea, hace que bajemos a ver a la hormiga que en sus hombros ordenadamente lleva sobre su cuerpo el alimento a su colonia o la golondrina que en su vuelo casi toca el suelo.
Ese suelo del que nacen las flores, las milpas, los sueños de los campesinos, en el que se mecen las hierbas del campo, donde habitan las aves y los humanos de cuerpo caliente, húmedo por el trabajo en la agricultura, en la fábrica, en la calle y en las escuelas.
Donde el profesor poeta que canta en los lugares más inhóspitos. Comete erratas y aciertos, tropieza a diario con las dificultades de cada lugar y enseña al polluelo humano el recorrido por la historia, por las matemáticas, por la geografía y hasta por la astronomía.
Recorren juntos el planeta y desde las aulas viajan a júpiter, regresan a la playa, llegan a la sierra, se sumergen en la tierra, en el subsuelo, en el magma de los volcanes. Reposan sobre las hojas de los árboles para contemplar el universo en toda su inmensidad, se sumergen en las tripas de gatos, patos, perros y cuanto animal podamos conocer.
Navegando estamos niños, jóvenes y adultos en la educación en la que nos guía un profesor que se reivindique como el poeta que habrá el camino hacia lo desconocido, hacia lo bello, hacia lo humano, para mostrar con ejemplo la dignidad humana por medio del conocimiento.
Pero el conocimiento no solo termina en las llamadas ciencias exactas y sociales, también implica el arte del que poco se menciona en la formación de los niños, al que se ha relegado como cosa sin importancia y que incluso ha sido presa de burla, aunque sea muy humana.
Pues cuando han visto que los burros escriban a las mulas sus añoranzas y sueños, que los grillos cantan en la noche serenatas a sus novias, ellos no escriben poemas, aunque sean poesía, tan solo el hombre la crea, la hace, la celebra.
Pero la poesía es una de las materias olvidadas de la reforma educativa, que ni siquiera se menciona, pues no sirve para hacer buenos trabajadores, ni sirve para las competencias, no sirve para generar indiferentes, no sirve para el odio, no sirve para el racismo, nos sirve para la mercantilización, no sirve para este gobierno, tanto que ni siquiera está a discusión.
La poesía como materia esta relegada al olvido, pero por más que la nieguen sigue en los corazones de cada niño, en el amor de cada hombre, en los recuerdos de cada viejo, la poesía es parte del alma humana, por lo que una desgracia la educación cuentos, sin novelas, sin literatura. es una desgracia la educación sin jazz, sin cumbia, sin ruido del alma, sin música, es una desgracia la educación si no hay poesía.
Nota: El papel del arte en este momento ni siquiera se toca y hay problemas que tendremos que resolver primero antes de llegar este punto, pero no por ello he dejarlo en el olvido o hacer caso omiso.
*Miembro del Laboratorio de Periodismo y Política Educativa