Pocos maestros advierten que, en el presente, la principal trinchera de lucha por la justicia social es el salón de clases donde enseñan: que unos alumnos aprendan y otros no lo hagan, es causa eficiente de inequidad en educación e inequidad social.
Eliminar la reprobación no deriva en justicia si una parte de los alumnos pasan de grado sin los aprendizajes necesarios, con eso, lo único que logra es que estos alumnos lleguen al siguiente grado con desventajas. Esas desventajas, como bien sabemos, se acumulan de grado en grado y de nivel en nivel.
Que la escuela reproduzca las desigualdades no es una fatalidad, como lo proponían las teorías de la reproducción de los años 70: los mecanismos del no aprendizaje y el fracaso escolar reflejan en realidad el conservadurismo pedagógico que ha reinado entre maestros y directivos que se muestran indiferentes a las nuevas políticas de educación y a los resultados de la investigación educativa.
Para que todos aprendan, el profesor debe enseñar a alumnos que tienen capacidades y modos de aprender diferentes y, para que esto se logre, la pedagogía diferenciada trata dar respuesta a la heterogeneidad con prácticas que buscan adaptar a cada alumno a los programas, a la enseñanza y al ambiente escolar. Lo que se pretende es hacer del alumno y de la actividad el centro de interés.
Hay diversos desarrollos dentro de la pedagogía diferenciada que se dan, a veces, con denominaciones distintas, pero en todos los casos supone una nueva organización –más flexible– del trabajo en la escuela. A fin de ilustrar solamente, mencionaré algunas propuestas que han surgido en el marco de esta pedagogía.
Una enseñanza menos frontal en el interior de la clase, apoyo individual (aunque limitado) a cada alumno, trabajo en subgrupos o reagrupamientos diversificados.
Organización de equipos pedagógicos para la atención del grupo con participación de varios docentes, aprendices o personal voluntario.
La posibilidad de que en un grupo ampliado se integren alumnos de diversos grados o de que un profesor conserve a sus alumnos durante dos o tres años.
La apertura de opciones dentro del programa que respondan mejor a la diversidad de intereses y necesidades de los alumnos.
El utilizar personal externo de apoyo (psicólogos o asesores técnicos) que se hagan cargo de los alumnos con dificultades.
La creación de pedagogías específicas para la atención niños en desventaja o con problemas de desarrollo.
Medidas que permitan hacer progresar a un alumno más rápido o más lentamente que el promedio de su generación.
La creación de ciclos de aprendizaje de dos o tres años sin reprobación y sin otra forma de selección intermedia.
La pedagogía diferenciada, en realidad, propone un nuevo enfoque que se centra en el alumno y su itinerario. Pero Philippe Meirieu (1989) se apresura a decir que no es una pedagogía individualizada. La diferenciación es un medio para de adaptarse a las especificidades de cada alumno, pero la clase se mantiene como un grupo en el seno del cual cada alumno evoluciona. La pedagogía diferenciada permite crear grupos según las necesidades de los alumnos, grupos flexibles y puntuales, pero esos grupos son constituidos en función determinadas necesidades ante determinado problema, no son, por lo mismo, grupos a mantener durante todo el año escolar.