Alberto Salvador Ortiz Sánchez
Uno de los principios pedagógicos de la casi extinta RIEB, era el de planificar para potencializar el aprendizaje. No por ello debe eliminarse de la aplicación del nuevo modelo educativo. El proceso enseñanza aprendizaje no se circunscribe a mera “transmisión” y apropiación de conocimientos. El investigador multireconocido Phillippe Perrenoud define una competencia como la: “capacidad de actuar de manera eficaz en un tipo definido de situación, capacidad que se apoya en conocimientos, pero que no se reduce a ellos” (Vargas 2005); así también, define los conocimientos como representaciones de la realidad que han sido construidos y recopilados conforme a la experiencia y la formación.
Hay una suerte de simbiosis positiva cuando se trabaja bajo el enfoque de competencias, porque producto de su aplicación, tanto se movilizan los saberes como también la motivación de los estudiantes siempre que medien entre ambos retos y desafíos cognitivos que pongan al alumno frente a frente con el problema. Tobón (2010) denomina los “puentes cognitivos” (organizadores previos: conceptos, ideas iniciales, material introductorio, etc.); parte medular a la hora de enfocar la planeación, puesto que el trabajo docente bajo ninguna circunstancia se puede seguir reduciendo a una actividad improvisada y rutinaria.
A la hora de diseñar una planificación es indispensable considerar en el centro de los esfuerzos a los alumnos y el logro máximo de sus aprendizajes, por lo tanto, el aprendizaje colaborativo permitirá formar competencias, puesto que se busca que todos estén implicados y se complementen como resultado de este proceso dialéctico. Así también, el planteamiento de situaciones problemáticas da paso al razonamiento, como lo plantea Vygotsky: “las funciones mentales superiores se originan en las relaciones sociales y luego son internalizadas por los individuos” [trabajo colaborativo] (Tobón, 2010).
Perrenoud alude que los docentes deben desarrollar competencias que permitan analizar, identificar y resolver problemas que permitan la movilización de saberes siempre a partir de las necesidades identificadas en el contexto, las características internas y externas a los centros educativos e involucrar al alumno en el proceso de la creación de conocimientos y desarrollo de competencias. Aquí también se estudia el denominado “aprendizaje supra ordenado”, cuya esencia radica en que “la información nueva, los conceptos ya existentes se reorganizan y adquieren nuevo significado” [conocimientos previos, inferencias] (Tobón, 2010).
La planeación es una actividad irremplazable en la práctica docente porque enruta el trabajo para lograr las metas planteadas y evitar la improvisación; no realizarla implica desarticular la evaluación, por lo tanto, deja de ser de impacto para la toma de decisiones o redireccionar el trabajo o aprendizaje.
Enmarca el qué, cómo, cuándo, con qué y para qué de las actividades organizadas y seriadas para lograr el desarrollo de competencias en los estudiantes. Se le considera un arte ya que se va creando conforme se incursiona en el campo de acción; es el “instrumento eficiente de anticipación, en el sentido de otorgar mayor certidumbre, y de previsión que permitirá un desarrollo pertinente y coherente de la actividad docente” (SEP, 2010).
Su elaboración requiere identificar las oportunidades en un ámbito educativo; debe fundamentarse en los programas de estudio y se hará considerando todos los aspectos necesarios: necesidades del grupo, características contextuales, recursos, necesidades educativas especiales, intereses de los alumnos, relación con otras instituciones sociales públicas o privadas etc. Se trata de “la acción de precisar las actividades previamente enunciadas, tratando de ordenarlas convenientemente, temporalizarlas y secuenciarlas de acuerdo con los criterios construidos por los enfoques y dotándolos de unas estrategias complejas de acción, para dar como resultado un plan de acción” [de esta manera se asegura que el trabajo realizado sea efectivo y se logren las metas establecidas ya que sintetiza el qué, cómo, cuándo y para qué enseñar] (SEP, 2010).
Laura Frade (2011) enuncia los pasos para realizar una planeación:
- Elegir la competencia genérica.
- Identificar los aprendizajes esperados o indicadores de desempeño (diagnóstico grupal).
- Delimitar contenidos.
- Determinar el tipo de situación que resulta más adecuada para impulsar el logro de la competencia y los aprendizajes esperados.
- Definir la situación (describir cómo se hará).
- Establecer el conflicto cognitivo, la pregunta, consigna, toma de decisión o reto.
- Diseñar la secuencia de actividades de la situación didáctica que permitirán resolver el conflicto.
- Diseñar una actividad de cierre con la que demuestren los conocimientos clave a adquirir.
- Determinar los productos que se van a recopilar para evaluar de manera que se pueda identificar la evidencia, la demostración de qué se ha aprendido.
- Seleccionar los materiales a utilizar con la finalidad de que estén completos antes de llevar a cabo la situación didáctica dentro del salón.
Para definir los contenidos los docentes deberán hacer un análisis sobre los cuestionamientos: ¿qué conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes se deben incluir para desarrollar las competencias? Todo este proceso es la descripción técnica de algunos de los pasos que hay que seguir para instrumentar una planificación didáctica, cuyo centro, como ya se ha mencionado, radica en que las actividades sean de suyo tan motivantes y trascendentales para los estudiantes, que logre en ellos poner en movimiento sus conocimientos y abrir su mente para asimilar los nuevos contenidos. Comprender a cabalidad este reto sin duda alguna allanará el camino a la pronta aplicación del nuevo modelo educativo.