Para la gratitud, todo tiempo es el adecuado. Para decir gracias nunca es tarde, nunca es apresurado, siempre es oportuno el momento presente. Por eso, aunque estamos en una coyuntura candente por las campañas políticas y por las fases críticas de la implementación del modelo educativo; en medio de las amenazas de paro de la sección 22, de las volteretas para estar listos en las escuelas para la autonomía curricular, en medio de las discusiones para la aplicación del reglamento de Normales, vale la pena hacer una pausa y darle gracias a Margarita.
Apenas al iniciar este mes, Margarita Zorrilla concluyó su periodo en la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Fue la culminación de una pertenencia extendida, pues cuando la institución aún no tenía autonomía constitucional, fue miembro de su Consejo Técnico, desde 2002, y estuvo al frente del INEE en el período 2009-2012. En todos estos años, Margarita fue protagonista de decisiones y cambios muy profundos para la evaluación educativa, en sesiones interminables con especialistas nacionales y extranjeros, con funcionarios de la SEP y de gobiernos estatales, como maestros en numerosas conferencias en todo el territorio nacional, en encuentros con organizaciones de sociedad civil.
De lo que puedo dar testimonio, lleno de gratitud pero objetivo, es de su disposición a escuchar y entender posiciones dispares, de reunir a los diversos, de buscar respuestas. Hemos discrepado en incontables ocasiones, en forma y fondo, en decisiones concretas y en lectura de los acontecimientos; en todo ello, como también en las más afortunadas coincidencias y colaboraciones, nunca se perdió el respeto mutuo y las ganas de seguir construyendo.
Margarita acompañó la transición a un INEE con mayores atribuciones y responsabilidades, en largas discusiones con legisladores broncos y diseñadores de política pública con preparación precaria; como buena académica de la Autónoma de Aguascalientes valoró y empujó el conocimiento experto, de gabinete, y a la vez reconoció la importancia de escuchar a los maestros frente a grupo, a los supervisores, a los funcionarios intermedios. Nacida en Tamaulipas y colaboradora de las transformaciones en el sistema escolar de Aguascalientes, ha sido tenaz defensora del federalismo educativo, llamando siempre la atención para que la marcha nacional no se confunda con la excesiva predominancia de las visiones desde la Ciudad de México, y para que se reconozcan y valoren las prácticas locales. En toda su trayectoria ha sido una permanente fuente de inspiración y apoyo para las mujeres: impulsándolas a seguir estudiando, a aspirar a cargos de responsabilidad, a hacerse cargo de su propia voz, en espacios en donde por mucho tiempo los varones han sido desdeñosos o superficiales para apreciar el aporte de sus compañeras.
Animosa y gentil, alegre y esforzada, le tocaron momentos de grandes presiones y conflictos para ir entendiendo el paso a un órgano constitucional autónomo. De su mano y de la de Teresa Bracho se han ido dando pasos para una más completa reflexión sobre lo que significa “máximo logro de aprendizaje”, lo que el texto del Artículo Tercero señala como objeto de la garantía para el derecho a la educación, el derecho a aprender, de realización continua. Los seminarios con expertos de todo el mundo facilitaron una mejor comprensión del ejercicio pleno del derecho, una concepción de aprendizaje que no quede reducido a la sola psicometría y los resultados de desempeño en pruebas estandarizadas y que, incluyendo esos valiosos elementos, también considere las dimensiones no cognitivas, lo socioemocional, el discernimiento ético, la empatía, el cuidado y la realización de la ciudadanía de cada niña y niño del país.
Ahora el INEE enfrenta los desafíos de asumirse como contraparte crítica y colaborativa de la SEP y los gobiernos estatales, una instancia del Estado para hacer efectiva la división y contrapeso entre los poderes, pieza indispensable de un gobierno de lo educativo más acorde a una sociedad democrática. En el periodo de la nueva administración federal la relevancia del Instituto para el proyecto educativo nacional crecerá enormemente. El INEE autónomo será más necesario que nunca, gane quien gane. Se requerirá de sus consejeros aplomo y contundencia, valor y capacidad de diálogo, elocuencia para acercarse a las familias, los maestros y los estudiantes mismos, agilidad para alcanzar a los medios masivos. Pero los fundamentos que deja Margarita y su generación son esperanzadores, un patrimonio al que habremos de recurrir desde las respectivas posiciones. Por todo ello, y por tanto más que seguirá aportando, hay que agradecer a Margarita.