Tal y como lo preví en el último párrafo de mi artículo del miércoles, ciertas respuestas pusieron en duda la legitimidad de Mexicanos Primero (MP) para litigar en el nombre de los niños de Oaxaca que demandaron se despidiera a los maestros que faltaron a clases por andar en marchas. Ello me da pie para asentar un punto acerca de la legitimidad.
Desde un punto de vista formal, la legitimidad se confunde con la legalidad. Si está en la ley, es legítimo. Tal vez, pero no todas las leyes son buenas, unas tienen defectos y otras son obsoletas o establecen prohibiciones absurdas. Pienso que son legítimas aquellas que establecen los derechos de las personas y las sociedades, como los derechos humanos y el derecho a la educación.
En términos de la legitimidad del poder, José Guillermo Merquior distinguió dos vertientes. La de Rousseau (y Locke) acerca del origen. Se refiere a la voluntad popular de ceder parte de su autonomía para elegir autoridades que protejan los intereses de la sociedad. La otra noción proviene de los estudios de Max Weber; se refiere a la eficacia gubernativa. La autoridad se puede legitimar si la acción política y el ejercicio del poder producen efectos positivos en la sociedad.
Otros estudios, como los de Florian Waldow, apuntan que la legitimidad de instituciones sociales —públicas o privadas— se deriva de la congruencia entre propósitos y acciones en beneficio de segmentos sociales. Atención: hay organizaciones de la sociedad civil que propagan fines nobles en su ideario, pero son pantallas para ganar dinero. Éstas son ilegítimas.
En un mensaje extenso a mi buzón electrónico, un corresponsal juzga mi pieza como si fuera yo un defensor de oficio de MP; destaca que la organización no tiene potestad para representar a los niños que se ampararon y menos a intervenir en la educación pública. Defiende los derechos (no habla de conquistas) laborales y de huelga de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Esta visión me recuerda una pieza que escribí hace años acerca de cómo el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la CNTE en sus territorios privatizaron la educación tras haber colonizado su gobierno; además, sin invertir recursos propios, sino con dinero público. Desde mi perspectiva, eso es ilegítimo.
Uno de mis estudiantes —en la clase del mismo miércoles— no impugnó el argumento de mi pieza, pero sí machacó que MP defiende intereses ocultos y que promueve el neoliberalismo; otra de mis alumnas piensa que en realidad MP quiere privatizar la educación en un futuro, aunque no tenga evidencia de ello.
Me gusta que mis estudiantes rebatan mis puntos, siempre trato de animarlos a que debatan, que critiquen mis posturas. Pero que basen sus apreciaciones en evidencia, algún tipo de demostración o argumentos razonables, con base en literatura especializada, por ejemplo.
Pienso que Mexicanos Primero escogió una causa generosa —el derecho a aprender de los niños— y actúa en consecuencia. Transparenta el origen —empresarios— y destino de sus recursos. Cierto, su hacer perturba al gobierno, a autoridades de los estados, a las corrientes del SNTE y a investigadores de la educación. No obstante, aunque estoy en desacuerdo con ciertas de sus posiciones, pienso que su acción política es legítima, defiende a la niñez y airea el debate en la educación nacional.
Referencias:
Merquior, José Guillermo. 1980. Rousseau and Weber: Two Studies in the Theory of Legitimacy. Londres: Routledge and Kegan Paul.
Waldow, Florian. 2012. “Standardisation and Legitimacy: Two Central Concepts in Research on educational Borrowing and Lending”. In Policy Borrowing and Lending in Education, Gita Steiner-Khamsi and Flioran Waldow (compiladores). Nueva York: Routledge.