Andrés Manuel López Obrador signó con Rafael Ochoa Guzmán, vicario de Elba Esther Gordillo, y Víctor Manuel Fernández Andrade, del Movimiento Democrático Magisterial de Zacatecas, el Acuerdo para la transformación de la educación en México y la defensa de los derechos plenos de los maestros. Si las palabras cuentan, en ese convenio parece que en su relación con los docentes de México, AMLO cede la batuta ideológica a su antigua adversaria. Los diez puntos del documento reciclan —casi con las mismas palabras— viejas consignas que la señora Gordillo utiliza desde comienzos de los 90. Claro, adosadas con giros contra la Reforma Educativa
El expediente dado a conocer el 10 de enero en Zacatecas estampa las demandas del grupo gordillista, no las de su partido que dio a conocer AMLO el 20 de noviembre pasado en el IV Congreso Nacional Extraordinario de Morena: “[…] vamos a desterrar la corrupción de nuestro país y sólo con eso vamos a tener presupuesto evitando que se sigan robando miles de millones de pesos…”.
Sin embargo, el primero de los puntos del Acuerdo entre AMLO y las redes que agrupan a los docentes fieles a Gordillo contradice su manifiesto anticorrupción: “Dar marcha atrás a la Reforma Educativa enviando al Congreso de la Unión un nuevo proyecto de Ley del Servicio Profesional Docente, que […] reconozca la carrera sindical como atributo de la gestión y desarrollo del sistema educativo”.
Reconocer la carrera sindical implica regresar a miles de comisionados sindicales a ser gestores —y controladores— de los maestros; un desvío de alrededor de cinco mil millones de pesos por año, que no se destinan a las escuelas, sino a alimentar a un aparato al servicio de sus líderes.
En el Acuerdo firmado, el grupo gordillista se muerde la lengua: “La corrupción ha destrozado al instituto que tanto costó a los maestros construir: el ISSSTE; no más falta de medicamentos, nunca más hospitales abandonados y en ruinas…”. Y digo que se muerde la lengua porque durante los 12 años de gobiernos del PAN la señora Gordillo regenteó el ISSSTE por interpósitas personas, como el hoy gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes. Cierto, la corrupción existía allí desde los gobiernos del PRI, pero el SNTE siempre tuvo ascendiente en sus manejos y sus fieles eran igual o más corruptos que otros burócratas.
Los diez puntos del Acuerdo evocan la institución de un sindicato corporativo, como en los mejores tiempos del PRI: único, vertical, “propietario” de las condiciones generales de trabajo —cuyos reglamentos quedaron derogados con la Ley General de Servicio Profesional Docente— y con facultades no expresas para recolonizar la administración de la educación básica. A eso se refiere cuando exige revivir el federalismo educativo. Me parece que el Acuerdo esboza el sueño de la señora Gordillo de regresar por sus fueros, aunque sea por medio de su nieto o su yerno.
Quizás Fernando González Sánchez fantasee con ser el beneficiario del pacto firmado en Zacatecas. En una entrevista con Zedryk Raziel se desvivió en elogios para la Coordinadora, su enemiga acérrima cuando fue subsecretario de Educación Básica: “ […] la CNTE es una expresión sumamente importante en el magisterio, tiene una visión distinta de la educación, está ubicada en los estados más pobres, donde la educación sigue siendo un proceso de culturización y de movilización social, cultural y política (Reforma, 16/02/2018).
No obstante, conjeturo que AMLO tiene otros designios. Primero, lo ha reiterado en muchas ocasiones, reunificar al magisterio. Los puntos del Acuerdo pueden ser el planteamiento formal; pero su acción política relativa a la CNTE quizá trace una ruta más o menos firme para alcanzar ese propósito. Segundo, si alcanza la Presidencia y logra la reunificación de los docentes, no será para entregarlo al grupo de la señora Gordillo; tal vez tampoco a los duros de la CNTE, sino a cuadros de Morena, leales a su persona. Pienso en gente como Moisés Jiménez, exsecretario general de la sección hidalguense del SNTE, y otros maestros que lo han seguido desde antes de que fundara al partido.
Ese pacto es funcional. Si AMLO gana la Presidencia, no importará haber cedido en la ideología porque captó votos. Entretanto, la señora Elba Esther Gordillo lograría su venganza contra el presidente Enrique Peña Nieto y Juan Díaz de la Torre. Pero ya en la cúspide del poder político —conjeturo—, Andrés Manuel López Obrador mandará; el SNTE será para él.