No presumo que sea culpable de los delitos que la Procuraduría General de la República (PGR) le imputó, pero tampoco pienso que sea inocente. Si nada más viviera de sus ingresos legítimos —como ella decía que era la procedencia de su fortuna—, no hubiera pagado un juicio tan costoso ni disfrutado de las ventajas de estar en un hospital de lujo. Tampoco me convence el trazo que algunos quieren vendernos de que es una presa política. Cierto, es una política profesional, pero no la enjuician por sus opiniones, sino por actos delictivos, presuntos si se quiere.
El hecho es que dejó el hospital y ahora tendrá ciertos grados de autonomía. Eso desata especulaciones a granel: que apoyará a Andrés Manuel López Obrador; que la liberaron para fortalecer al Partido Nueva Alianza frente a los maestros gordillistas; que para evitar que desde la prisión desestabilice el último año de gobierno de Enrique Peña Nieto.
Y como de especular se trata, echo mi figuración al tapete. Pienso que la señora Gordillo no se meterá en las campañas. En primer lugar, porque sospecho que desea descansar y aprovechar el tiempo en asuntos de la familia y la fortuna que heredará a su descendencia. En segundo lugar, porque ya no tiene peso político; antes se decía que controlaba a los maestros, aunque en realidad sólo sometía a las dirigencias sindicales (excepto donde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación tenía mayoría). Pero esos 60 o 70 mil cuadros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación —que son los que se movilizan— responden ahora a Juan Díaz de la Torre. Más allá de unos cuantos fieles, ya nadie sigue a la señora Gordillo, no tiene nada que ofrecer a los maestros. Tampoco creo que vaya a arriesgar recursos financieros en candidatos, a menos que fueran de su familia.
Cavilo que ninguno de los aspirantes a la “silla del águila” la ve como un activo —a menos que padezca de ceguera—, sino como lastre, pues resta más que sumar. Su desprestigio es grande, a pesar de que cuando estuvo en la cárcel suscitó simpatías de ciertas buenas conciencias.
No obstante, Elba Esther Gordillo es todavía fuente de noticias; lo que diga, haga o deje de hacer, será motivo de distracción y comentarios en los medios y las redes. Pero los cuatro años, nueve meses y 21 días que estuvo en la cárcel desactivaron cualquier proyecto político que pudiera tener.
Las preguntas que me hago —en caso de que con todo y prisión domiciliaria, el dinero que tiene para pagar bufetes caros y con la volatilidad que se manejan las leyes en este país—, si Elba Esther Gordillo resulta culpable de los delitos que el gobierno le imputa, ¿qué pasará con los bienes que integran su fortuna?, ¿pasarán a ser patrimonio del Estado?, ¿o el gobierno permitirá que sus descendientes disfruten de ellos?
RETAZOS
La CNTE pierde terreno, ya le cuesta trabajo ser noticia y los gobiernos locales en los estados donde tiene presencia —con el apoyo de la Secretaría de Educación Pública— ganan terreno.
En Michoacán, los líderes de la sección 18 están cada vez más ocupados en sus querellas internas que ya hasta se desvanece su factor de unidad: la destitución de Alberto Frutis Solís. El gobernador Silvano Aureoles ya dijo que se quedará al frente de la educación pública del estado.
En el sur, el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca entregó 90 plazas y 15 puestos directivos a maestros que las obtuvieron en concurso. Según notas de periódicos locales, la distribución fue de acuerdo con el orden de prelación; se realizó en una ceremonia pública. La noticia fue que no hubo protesta.
Parece que la CNTE se ganó a pulso el repudio de actores políticos, de padres de familia y de la ciudadanía que resulta lastimada por sus acciones belicosas. Ya perdió buena parte de su red de protección política e ideológica.
Me equivoqué en mi pronóstico: Juan Díaz de la Torre no se indisciplinará al calor de las campañas. El Partido Nueva Alianza firmó un pacto con el candidato José Antonio Meade; ya lleva cierta ventaja en la contienda por el voto de los maestros y sus familias.