Aun recuerdo hace 32 años en la misma fecha y el mismo lugar pero el año 1985, el sismo de arriba de 7 grados en escala Richter que sacudió y conmocionó a la ciudad de México, hoy 32 años después sucede lo mismo, en el año 2017. En aquel año apareció el número 1 de la emblemática revista pedagógica llamada “Cero en Conducta” el titulo era elocuente, con una fotografía de un edificio derrumbado el encabezado decía “Las escuelas deberán ser las ultimas en caerse”. Hoy no fue así, un una escuela de organización particular en lo administrativo “Colegio Enrique Rébsamen”, ha sido sacudido por este nuevo sismo de escala 7.2 ahora, se derrumba edificio, mueren niños pequeños de edad preescolar, mueren docentes y hay muchas personas desaparecidas. El hecho de que en un sismo o bajo cualquier riesgo caigan escuelas mueran niños, niñas y docentes en lo simbólico ya es grave en sí, y es muestra de que algo no estamos haciendo bien.
La nota del periódico La Jornada de este viernes 24 dice que hay en el DF 1,800 inmuebles y hay 286 personas fallecidas y una cifra difícil de precisar de desaparecidos. Los datos son sólo un pequeño ejemplo para reflexionar en torno a los riesgos que genera este tipo de desastres.
Como ciudadano primero y como académico después, me preguntaría ¿cuál es el estado que guarda nuestra capacidad de prevención ante este tipo de riesgos? La prevención no sólo tiene que ver con hacer simulacros y diferenciar zonas de resguardo, no. La prevención está asociada con la política inmobiliaria, las técnicas de construcción pensadas en prevenir hasta donde sea posible en una zona de alta sismicidad, y el esquema pedagógico tanto dentro como fuera de las escuelas, la autorización para construir escuelas, en qué zonas, en qué lugares colindando con quiénes, etc.
La prevención e intervención oportuna ante los desastres es otra de las asignaturas pendientes del Modelo educativo mexicano. Si bien la naturaleza es difícil, caprichosa e impredecible; uno no puede saber cuándo, en qué lugar y bajo qué circunstancias temblará, lloverá o habrá un tsunami, pero lo que si podemos hacer es prevenir de manera organizada cuando algo de este tipo suceda.
¿Qué tanto hemos aprendido en 32 años cuando tuvimos la primera lección de la asignatura de Riesgología I? Tal vez no mucho, pero el despliegue solidario de la gente, las manos al lado de otras manos es indescriptible. Ese mismo despliegue solidario deberla servir para sacar de las oficinas a los malos gobernantes, ese mismo despliegue de la gente organizada en búsqueda de la vida de los iguales deberá servir para reorientar el rumbo de este país, con las manos y la fuerza de todos los que desean un cambio verdadero.
Quisiera terminar diciendo que nos toca a nosotros buscar formas activas y directas de solidaridad, perdón pero el descrédito de los organismos y agencias gubernamentales llegan hasta esto. Ser solidarios es asumir la solidaridad en la acción, ¿cómo? ese le toca decidir a cada quien. Y no olvidarnos de Oaxaca, de Chiapas, de Guerrero, de Morelos y de Puebla en nuestro país, pero también de Puerro Rico y la República Dominicana en nuestro continente. La solidaridad no tiene nacionalismos tiene formas que se concretizan en dar la mano de igual a igual. Hoy educar es saber ser solidarios en estas pequeñas cosas que nuestros hermanos esperan de nosotros.
*Doctor en educación. Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional. Campus Guadalajara. Correo mipreynoso@yahoo.com.mx