1. Era increíble. Vergonzoso: en Televisa, los encargados de dar noticias, cuando se referían a la escuela que se colapsó en los rumbos de Coapa por el sismo del 19 de septiembre, en lugar de decir Rébsamen, decían Rebsamen. Sin acento en una esdrújula.
A juicio de algunos, Televisa era, o sigue siendo, la otra SEP en México, o bien, la anti-SEP, pues también se afirmaba que lo que la escuela hacía en la mañana, Televisa lo deshacía en la tarde.
Recuerdo que en las marchas por Ayotzinapa, y otras antaño también andadas por el que esto escribe, se grita: “Que no te eduque/ la Rosa de Guadalupe”, refiriéndose a un programa muy visto en El Canal de las Estrellas, hoy solo llamado “las Estrellas”.
Vaya usted a saber lo que Televisa es hoy en el contexto de tantas fuentes de información, pero causaba pena ajena, y pena a secas, escuchar a los informadores, con cara circunspecta, equivocar la pronunciación del apellido de una de las personas más importantes en le educación mexicana.
Nadie tiene la obligación de saber de todo, pero preguntar o consultar al Dr. Google para enterarse de algo es ya costumbre en todas las mesas y sobremesas. Seguro que sabían que ese apellido es el que ostenta una calle en la Colonia del Valle. Por cierto, muy bella, con un camellón lleno de árboles y palmeras si la memoria no me falla.
Ya luego lo enmendaron. Quién sabe cuándo y quién les aviso de ese error garrafal. Pero la nota es la nota: poco a poco la atención se concentró en ese plantel, en los niños rescatados, en la lucha por la vida soterrada entre los escombros.
2. ¿Quién fue Enrique Rébsamen? Vivió entre 1857 y 1904. Nacido en Suiza, a los 26 años llegó a México como instructor de los hijos de un hombre rico en el Bajío. Fue amigo, ya radicado en la Ciudad de México, de Ignacio Manuel Altamirano y era un estudioso de muchos temas: sobre todo, de pedagogía. Don Porfirio se lo recomendó al gobernador de Veracruz, Enríquez de apellido, que estaba, ¡qué cosa! enfrascado en una Reforma Educativa. En este caso, a diferencia de nuestros días, esa reforma empezaba con la preparación de los maestros. Sin palabras.
Dicen las crónicas que se puso a trabajar en la escuela modelo de Orizaba, en 1885, donde forma una Academia Normal, de la cual egresarían todos los profesores de las escuelas en las demarcaciones del estado.
Al año siguiente, el gobernador le encomienda la creación de una Escuela Normal en Xalapa, con su escuela experimental anexa. Y lo hace, incluyendo en la formación de maestros las estrategias pedagógicas de avanzada en su tiempo.
Junto con otro gran impulsor de la educación en el país, Justo Sierra, en 1889 y 1890 funge como secretario (Sierra los presidió) en los Congresos Nacionales de Instrucción Pública.
Desde el año 91 del siglo XIX, Rébsamen, además de dirigir la Normal de Xalapa (que hoy lleva su nombre), recibe la encomienda de formar otras instituciones similares: lo hace en Oaxaca, Jalisco y Guanajuato directamente, y sus discípulos en otras entidades. En 1890, ya había en el país 45 escuelas Normales. Las concebía como espacios educativos en que se llevaba a cabo la aplicación teórica y práctica “para formar hombres y para formar ciudadanos”. Don Enrique es, sin duda, el fundador, o uno de los fundadores más relevantes, del normalismo mexicano.
Escribió muchos libros, entre los que destaca “Método de escritura y lectura” – el famoso método Rébsamen – que vio la luz en 1899. Para 1929 se habían editado cuatro millones de ejemplares.
Me han enseñado mis maestros – profesores de las normales que he tenido la oportunidad de conocer en estos años – que Rébsamen incluso fundó escuelas normales en Guatemala y Cuba.
Estamos, pues, ante un notable educador y fundador de las instituciones que tienen, como especialidad, la formación de maestros, esto es, de los profesionales que no tienen que dominar todo el conocimiento, sino como decía Andoni Garritz: tener el dominio pedagógico del contenido a enseñar. Nada más lejano de lo trivial, y todo lo contrario a lo que ha dicho el secretario Nuño: “cualquiera, con un título universitario, puede enseñar, si pasa los exámenes del INEE”.
3. Lo simbólico no es casual, aunque de esta interpretación me hago cargo, impulsado por varios colegas que me han hecho ver lo que, quizá, no se pueda observar si nos quedamos en el espectáculo que montó la televisión.
- De los edificios que se desplomaron, quizá el más famoso por la intervención de los medios, y por tratarse de un sitio donde había muchos niños, fue el Colegio Enrique Rébsamen.
- En primer lugar, expreso sin duda la más amplia solidaridad con quienes, en ese plantel, perdieron hijos o parientes. Es un dolor tal, que no puedo imaginar la manera de sobrellevarlo, y seguir vivo, sin perder la razón.
- Como si fuera símbolo de lo que ocurre en la dimensión educativa en nuestra tierra, se colapsa una escuela que lleva el nombre de quien fundó las escuelas normales, tan vilipendiadas y mal vistas por los reformadores de este grupo de gerentes del país.
- No inician la reforma – si les interesara la educación lo hubieran hecho – por consultar a los que de este oficio saben, y egresaron de las normales: los profesores. Prefirieron asesorarse por la OCDE y sus personeros en el país. No se trató de establecer un proyecto educativo, sino de recuperar el control político de la red cómplice con el SNTE para fines políticos, fijando la urgencia en los resultados de los exámenes y culpando al magisterio de todos los daños y perjuicios en la educación nacional.
- Aunque mal pronunciado el nombre, Televisa intuye que habrá nota, sobre todo cuando se informa que, en el interior de los restos de la escuela, hay una niña viva, que responde al nombre de Frida Sofía. Incluso difunden que está a punto de ser rescatada junto con otros compañeritos, y que a ella se le ha dado oxígeno y agua.
- La Marina ha dado la información y no solo la televisora intuye que podrán seguir el rescate en vivo, sino los políticos se acercan para ser parte de la foto en el momento, inminente, de ser sacadas con vida del desplome. Peña y Nuño huelen la oportunidad.
- Hemos visto, hasta la náusea, que lo que le importa a los que tienen poder no es ayudar, sino que se difunda la imagen de su denodado esfuerzo por ayudar. El anuncio de ser generosos e incansables importa más que realmente serlo. Mundo de apariencias. Mundo de juguete.
- La escuela es, entonces, la mejor escenografía – vaya uso de la tragedia – para estar en el momento justo, como cuando uno de los lectores de noticias de esa empresa, con total falta de ética, solicitó que se repitiera, en vivo, la captura de un grupo de presuntos secuestradores para que ocurriera en el horario de su programa. Y sigue tan campante a pesar de ese hecho que lo debería desacreditar para siempre.
- Pero qué va: en este país simular las noticias, construir con base en hechos dolorosos sitios en que la noticia estará garantizada, y la audiencia aplaudirá pues se le ha inducido a no dejar de ver ni un segundo la epopeya… o en otro orden de cosas, robar a manos llenas, propagar una reforma educativa en comerciales carísimos mientras nada pasa en las aulas, haber autorizado – sí, la autoridad ahí presente, esperando el momento de ser retratada – instalaciones a todas luces inapropiadas (columnas de popote, con el departamento de la Directora asentado en la azotea, con tanque de gas estacionario) para ser escuela y, por tanto, frágiles ante el sismo… todo esto, y más que nos consta, no tiene consecuencias.
- Pero el teatro se derrumbó: Frida Sofía no existía, no le habían dado ni agua ni nada. La Marina difundió lo que no le constaba, los conductores olieron el éxito y cuando saben que lo que han preparado (montado) no ha servido para nada, se enfurecen: con el ceño adusto denuncian a los almirantes, estos reconocen su error y a otra cosa. Lo que importa, nos dicen, es que hay que seguir difundiendo lo que pasa…
- La esperanza era mundial: medios de muchos países estaban a la espera… también se molestan: tanto gasto para nada…
No hay necesidad de asegurar que fue, de principio a fin, un montaje. Bien pudo ser un error. Lo simbólico, no casual, es que la lectura del derrumbe del Colegio Rébsamen, incluso la ignorancia del papel en la historia de la educación que tuvo quien con su nombre identificó al Colegio, lo impropio de la mala pronunciación del apellido, la posibilidad de estar ahí, en el momento justo de la foto pues era inminente el rescate, el rating que se conseguiría al ser esa emisora la que tuviera la exclusiva del momento esperado. Incluso la humana expectativa de presenciar el milagro de cerca y lo atractivo de promocional lo que resultó falso porque resultaba útil… todo eso, es consecuencia del hambre del negocio y la fama, de la ansiada publicidad a costa del dolor, de hurtar para sí el símbolo y consolidar la imagen para, en una de esas, ser el elegido, el mero mero, quien, además de la reforma, del derrumbe imaginario del principal signo de las normales, sería testigo de salvar a la niñez en la figura de una ausente niña… de un espectro… de una imagen tan necesaria, pero inexistente: tan oportuna que hubiera sido para tantos… lástima.
Se desmorona el teatro. No pasa nada a nadie. Un poco de enojo y falsa indignación. Frida sí era indispensable… difundir la Estafa Maestra no: hubo instrucciones de callar, y callaron, pues cayeron de la credibilidad hace decenios, aunque crean que se les cree. Ilusos: soldados del PRI hace décadas, serviles “queda bien” con el poder sin falta, salvo que el poder les haga pasar un bochorno temporal. Ya se arreglarán las cuentas…
Pero los niños y los adultos que murieron son reales, en la escuela y otras partes. No solo están cuarteadas o derruidas las paredes de la escuela, sino el corazón de muchos. A ellos, como dijo el funesto funcionario de Chiapas, les vamos a dar un kit que contiene, como el Arcón de Navidad de la W: un ataúd, una dotación de café, una lona para que no les de fuerte el sol… y una carta del señor gobernador.
Miserables.