Si bien no con las multitudes que solían reunir en Oaxaca, los docentes militantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación dieron una muestra del daño que pueden causar. También exhiben las flaquezas del gobernador y la mira frágil del presidenteEnrique Peña Nieto, al confiar en losMurat,JoséyAlejandro.
El jueves, antes de la desgracia del terremoto, el Presidente fue a Oaxaca a una reunión de la Confederación de Cámaras Industriales. Los maestros disidentes organizaron una recepción con insultos y proyectiles. Un cohetón alcanzó a un helicóptero donde viajaban los reporteros que acompañaron al mandatario. No hubo desgracias que lamentar, pero poco faltó.
El asunto es que se suponía que no iba a pasar nada, que el gobernador Alejandro Murat ya había negociado una tregua con los grupos disidentes y que incluso desembolsó recursos, que no son de él, sino del erario. La fuente para esta afirmación es Joaquín López-Dóriga, quien tiene fama de conseguir información en lugares recónditos; él escribió en su columna “… el miércoles por la noche, el gobierno de los Murat, en Oaxaca, se reunió con la Coordinadora y pagaron para que la llevaran tranquilos en la visita presidencial de ayer. Cobraron, pagaron y sus militantes vejaron a invitados… y se enfrentaron a la Policía Federal”. Luego inquirió: ¿Para qué pagaron y a quién, ya para no preguntar cuánto?” (Milenio, 8/9/17).
López-Dóriga asegura que el de Oaxaca es un gobierno compartido, que Muratpadre sigue dictando las formas de hacer política —que siempre fallan— como tratar de controlar a los disidentes con carretadas de dinero y prebendas. También eso le recomendó al exsubsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, quien hizo crecer a la CNTE entre 2013 y 2015. No entiendo por qué el Presidente aún le pone atención, incluso le guarda cortesías sin compostura. A menos, claro, que ponga la amistad por encima del interés de la nación.
Los insultos y la movilización, sin embargo, no amilanaron al Presidente. En la reunión con los empresarios de la Concamin aseguró que, en 2018, su gobierno entregará un sistema educativo “radicalmente diferente” al que recibió, luego de recuperar la gobernabilidad del sector al superar las movilizaciones de la CNTE en Oaxaca, Michoacán, Chiapas y Guerrero. Lo cual es cierto sólo en parte. Los enfrentamientos de los maestros inconformes con las policías local y federal afuera del recinto donde hablaba el Presidente, atestiguan lo contrario.
Atención, no minimizo logros. La Reforma Educativa tiene activos, pero me perturba la exageración. Es más, estoy convencido de que el enemigo más peligroso para la reforma es el liderazgo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Hoy anda con la cabeza baja, pero tiene reservas estratégicas que pondrá en juego en cuanto empiecen las campañas por la Presidencia.
Sospecho que Juan Díaz de la Torre tratará de reeditar la experiencia de Carlos Jonguitud Barrios de 1981, a quien —en la campaña de Miguel de la Madrid— el presidente López Portillo le regresó todo lo que el secretario de Educación Pública, Fernando Solana, le había quitado con la desconcentración administrativa. Juan Díaz de la Torre lo hará con más postores en la subasta por la Presidencia.
Aunque en el otro plato de la balanza un tribunal federal rehusó anular el juicio contra Rubén Núñez Ginés y Aciel Sibaja Mendoza —exsecretario general y extesorero de la Sección 22 del SNTE— por lavado de fondos por 25 millones de pesos. No la tienen fácil a pesar de las ventajas del nuevo procedimiento penal.
El Presidente no las trae todas consigo. Menos aún con sus amigos, los Murat, quienes en lugar de resolver asuntos los agravan. ¡Nada más falta que continúe haciéndoles caso!