Con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, a conmemorarse este 10 de septiembre, Voz Pro Salud Mental Ciudad de México (VPSM CDMX) alerta sobre el incremento de suicidios en los jóvenes.
En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS), reportó que el suicidio fue la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29 años de edad. Actualmente, es la causa de mortalidad superior (57%) a la mortalidad total causada por guerra y homicidios.
En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2014, las defunciones por suicidio en este grupo de edad representaron el 40.2% a nivel nacional, siendo Aguascalientes, Campeche y Chihuahua los estados con mayores tasas (16.3, 14.5 y 14.0 por cada 100 mil habitantes, respectivamente).
En la adolescencia, al igual que en otras edades, las mujeres presentan mayor ideación e intentos suicidas. Sin embargo, los suicidios consumados son mayores en hombres, debido a que usan métodos más letales y son menos propensos a pedir ayuda -en 2014, la tasa de suicidio en hombres para las edades de 15 a 29 años fue de 12.5 por cada 100 mil habitantes, mientras que en mujeres fue de 3.2, según datos del INEGI; asimismo, el 32.4% de los suicidios en ese año fueron consumados por personas con nivel educativo de secundaria-.
Especialistas afirman que la mayoría de los suicidios son llevados a cabo por personas con algún trastorno psiquiátrico; en el caso de los adolescentes predominan la ansiedad y, particularmente, la depresión. También es probable que la situación sea aún más grave de las cifras que se conocen, debido a que varias muertes por suicidio no son registradas como tales, y muchos de sus intentos no son reportados por a las implicaciones legales y el estigma que conllevan.
Factores de riesgo
La adolescencia es una época de cambios donde los jóvenes comienzan a buscar su autonomía y a formar una identidad distinta a la que tenían durante la infancia. Se alejan de sus padres y persiguen la aprobación de sus compañeros, lo cual puede incitarlos a tomar conductas de riesgo.
El grupo de amigos se vuelve su principal eje, aunque la familia y la escuela también forman ejes cruciales (la primera le proporciona hogar, alimento, recursos y apoyo emocional; mientras que la segunda le brinda educación y un medio para relacionarse). Cuando una de estas tres áreas se ve afectada, el riesgo de una conducta suicida aumenta.
Investigaciones realizadas en países de habla hispana han encontrado que la falta de apoyo y confianza por parte de la familia, así como vivir en un núcleo familiar disfuncional o que sólo cuente con un progenitor, son factores de riesgo.
Del mismo modo, el aislamiento, el acoso escolar (bullying), los conflictos con los amigos -particularmente con la pareja-, tener un mal desempeño académico o desertar, contar con pocos recursos económicos, presentar intentos de suicidio o antecedentes de suicidio en la familia, el consumo de alcohol u otras sustancias, tener una enfermedad mental (como depresión), sensaciones de pérdida, estar expuesto a situaciones de violencia física o emocional, o a diversos entornos culturales y sociales, facilitan esta acción.
El artículo “Intentos de suicidio en adolescentes de educación media superior y su relación con la familia”, publicado en 2007 por la revista Psicología y salud, encontró que de 152 adolescentes que intentaron suicidarse, el 18.9% lo hicieron tras tener una discusión con sus padres, y el 7.5% después de discutir o terminar con su pareja. Cabe mencionar que el estrés, muchas veces causado por eventos de vida negativos (abuso sexual, maltrato físico, maltrato durante la infancia), aumenta el riesgo de que el adolescente decida terminar con su vida.
Factores protectores
Por su parte, los adolescentes que cuentan con una familia que los apoya y atiende sus necesidades emocionales, así como quienes tienen una integración social adecuada, presentan una menor probabilidad de acabar con su vida.
Un buen autoconcepto y autoestima, un control adecuado de los impulsos, la adecuada tolerancia a la frustración y una visión positiva del futuro, consisten otras herramientas de protección.
Cuidado y prevención
Los suicidios pueden ser planeados o por impulso. Si un adolescente comunica estas intenciones, debe ser atendido inmediatamente.
¿Cómo apoyar a un adolescente en peligro de suicidio?
1. Busca ayuda profesional: No intentes solucionarlo por tu cuenta. La persona requiere de atención psicológica y psiquiátrica inmediata. 2. Informa a su familia y/o a la escuela: Ambos son ambientes donde el adolescente es supervisado por adultos y donde puede ser referido a un profesional. 3. No evites el tema: Contrariamente a la creencia popular, incitar a una persona a hablar de sus intenciones no aumentará el riesgo de que lo lleve a la acción, sino lo disminuirá. 4. No menosprecies sus intenciones: No lo ignores ni lo tomes a broma; también por ningún motivo lo retes a llevarlo a cabo, pues esto aumentará el riesgo y puede traerte repercusiones legales. 5. Aparta de su alcance cualquier objeto que pueda utilizar: Punzo-cortantes (cuchillos, tijeras, láminas), contundentes (martillos, herramientas pesadas), de vidrio (vasos, botellas), productos de limpieza, jeringas, medicamentos. También por precaución cierra las ventanas en pisos superiores. |
En el Plan de Acción de Salud Mental 2013-2020, los Estados Miembros de la OMS se comprometieron a trabajar para alcanzar en 2020 la meta de reducir las tasas nacionales de suicidio en un 10%. Esto incluye la colaboración del Estado, la sociedad civil y los medios de comunicación en la implementación de las políticas acordadas.