La solidaridad social y política que necesitamos para construir una sociedad menos fea y menos agresiva, en la cual podamos ser más nosotros mismos, tiene una práctica de real importancia en la formación democrática.
Paulo Freire
La solidaridad es un objeto poco frecuente en la investigación educativa. No tiene el atractivo de otros asuntos de filosofía o política de la educación. Sin embargo, su análisis y promoción es fundamental para una educación democrática. El estudio de la práctica docente corre por otro carril. Hay incontables proyectos que la tratan, desde diversas configuraciones teóricas y empíricas, ya para cuestiones pedagógicas en general, ya para un campo particular.
Huelga decir que no hay consenso en las definiciones de solidaridad ni de práctica docente, los investigadores utilizan dispositivos analíticos ad hoc para enfocar sus proyectos o reflexionar sobre uno u otro concepto. Es raro encontrar bibliografía que ligue ambas nociones en un producto que los conjugue.
Por eso me dio mucho gusto cuando Verónica Hernández Luna, entonces estudiante de la maestría en Desarrollo y Planeación de la Educación, de mi Casa Abierta al Tiempo, me pidió que la apoyara en su trabajo. Desde el comienzo su propuesta me pareció trascendente. Ella ya había recorrido un trecho largo de la bibliografía relevante para su asunto; además, desde perspectivas distintas.
Su tesis, Promoción de solidaridad en secundaria: el papel del docente, coronó una labor ardua. Verónica hizo investigación bibliográfica; también revisó leyes (comenzando por la Constitución), reglamentos, planes de estudio y programas de materias. Además, entrevistó a maestros de varios estados.
Desmenuzó el concepto; repudió el uso mercantilista que promueve el consumismo — egoísmo disfrazado de solidaridad— y desechó la idea de que la actitud solidaria se equipare a caridad. Ella alegó que la solidaridad “implica un compromiso que se asume con los otros para que sea posible que todos gocen de los derechos políticos, civiles y sociales. El ideal es el bien colectivo que debería ser definido mediante procesos democráticos atendiendo al interés común”.
En contraste con ciertas visiones institucionalistas que degradan la práctica y saberes de los maestros a rutinas, con base en autores de renombre, Verónica asentó: “La práctica docente es una acción social compleja, multidimensional, contextualizada y en continuo movimiento. Está permeada por las tradiciones, las costumbres, los conocimientos y los valores predominantes en la sociedad. En la práctica docente es posible identificar la incorporación de diferentes dimensiones, como la pedagógica, la política, la administrativa, la económica, la cultural y la social… Además, existe una realidad institucional y límites emanados de ella que delimitan, orientan, posibilitan o restringen, en menor o mayor medida, las prácticas docentes”.
Luego fue consecuente en el análisis que hizo de las concepciones que tienen maestros de secundaria sobre la solidaridad y cómo ellos piensan que la promueven mediante su acción cotidiana. Sucede que, aunque los docentes quieran realizar actividades solidarias, están impedidos por varias razones: limitaciones en su entendimiento —confusión con otros valores—, hábitos y rutinas, falta de tiempo, pocas posibilidades de plantear ejercicios prácticos. Incluso, ausencia de ánimo de algunos educadores que piensan que es asunto de la materia de educación cívica y ética, no de su clase.
Verónica encontró que hay muchos maestros comprometidos con la promoción de la solidaridad, pero no encuentran avenidas para su realización; los materiales son pobres y los planes de actualización no la contemplan. Pero ella no se amilana. Concluye que la solidaridad es tan importante como otros valores, por eso hay que promoverla en las escuelas y aprender de costumbres ancestrales.
Afirma: “Hay que hacer conocida la desconocida solidaridad. No de la que se habla en la televisión, en la Iglesia o en gobernación; sino aquella que las comunidades indígenas mexicanas continúan practicando como forma de vida. La solidaridad que exalta el bien común, la reciprocidad y la cooperación, y que hace emerger otros valores como la justicia y la equidad”.
Verónica produjo una tesis de calidad académica sobresaliente, muy bien escrita y con economía de palabras envidiable. ¡Fue un orgullo apoyarla en su aventura intelectual! Recomiendo a maestros y estudiantes la lectura de esta tesis.