Por Juan Alfonso Mejía López*
¿Cuánta desigualdad es demasiada? Cualquiera que sea la respuesta, será difícil salir bien librado. Lo mismo pensó la BBC de Londres (http://bbc.in/2iCouke), cuando en marzo del 2016 dio a conocer que el 10% de su población concentra el 40% de la riqueza. ¿Deberían sentirse aliviados porque en Estados Unidos el porcentaje se eleva a 50%? Evidentemente, NO.
En México, la situación es aun más crítica. De acuerdo con Oxfam México (http://bit.ly/2aopPHj), en nuestro país el 64.4% de la riqueza esta concentrada por el 10% de la pirámide poblacional.
¿Podemos pensar que las consecuencias de un problema de esta naturaleza se limitan a un solo ámbito de la vida pública? Lo dudo. Si tal es el caso, entonces la interrogante no se plantea en términos de justicia, sino respecto del impacto de esta realidad en la concretización de otros objetivos.
Tratándose del Derecho a Aprender de las niñas, niños y jóvenes (NNJ) en México, ¿la desigualdad afecta la garantía de su debido cumplimiento? La respuesta es sencilla: totalmente.
Garantizar un derecho significa contar con un mínimo indispensable asegurado. Suponer que la desigualdad que se respira en el país no trastoca este derecho, sería tanto como negar la necesidad de políticas públicas compensatorias, tan válidas como insuficientes. Reconocerlo implica asumir que el instrumento para combatir la desigualdad también está dañado y cada vez exige de intervenciones mayores, que se caracterizan por su inefectividad. No es un asunto de tamaño, sino de enfoque. .
Los resultados del Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) presentado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) el pasado 6 de diciembre en Londres, mostraron un sistema educativo incapaz de cumplir con el Derecho a Aprender de sus NNJ en México. Lejos de combatir la desigualdad, el sistema educativo la expande y la reproduce, al tiempo que entorpece las posibilidades para que la escuela enfrente con éxito los desafíos impuestos por su realidad más próxima (http://bit.ly/2hQucuj).
Mexicanos Primero (MP) cumple sus primeros diez años de vida durante el 2017. La mejor manera de celebrarlo es proponiendo. Si la conquista del Derecho a Aprender es progresiva, como cualquier otro derecho, entonces lo trascendente radica en mantener vigente la convocatoria, que lo alcanzado no sea parte del paisaje, ni figura de ornamento sin variedad entre los convocados ni variación en el alcance de lo esperado. Después de la modificación al Articulo 3ro Constitucional, ¿qué?
La indiferencia nunca ha convocado a nada. Es imposible seguir pasando de lado frente a esta realidad lacerante. La escuela enfrenta el reto de convertirse en el motor hacia la ruta de la equidad. En este camino se presentan por lo menos tres desafíos para el 2017:
- La agenda pública. Impulsar el Derecho a Aprender desde la lógica de la inclusión implica ubicar a la persona en el centro del sistema educativo. Esto es, dejar de pensar en las escuelas como ladrillos, centros de trabajo o mecanismos de clientelismo corporativo y concentrar toda la posibilidad en el derecho que tienen los niños y jóvenes a SER si mismo.
Cambiar las coordenadas de la discusión es el primer paso para una política pública de distinto orden, que plantea la equidad como meta en un punto determinado. El debate público no es sólo en términos de equidad para hablar sobre calidad educativa, sino sobre la urgencia de fortalecer las estrategias focalizadas, aunque con fechas previstas para su reemplazo. Sólo un sistema con una visión incluyente terminará por volver innecesaria la política compensatoria.
- La política pública. Las modificaciones al Artículo Tercero Constitucional representan uno de los cambios más ambiciosos de los últimos tiempos en la transformación de nuestro sistema educativo. Si bien es cierto que ha enfrentado tropiezos y resistencias, lo elemental es concentrarnos en el “cómo SÍ” de su cabal implementación. Renunciar a esta oportunidad elimina de tajo cualquier viabilidad de un sistema educativo comprometido con la persona, además de evidenciar la incapacidad de un país por renovarse.
- Generar espacios para nuevos actores: familias y maestros. Aprender es un proceso que se realiza en comunidad. Transformar es una exigencia capaz de realizarse mediante un esfuerzo de conjunto. Mandar a nuestros hijos a la escuela resulta insuficiente para garantizar su Derecho a Aprender. En MP creemos en la triple inclusión, una donde además de trayectorias completas y exitosas, se impulsa una trayectoria participativa. Esta última propone poner punto final al modelo de “escuelas sin sociedad”, en donde los niños y jóvenes participan de su proceso de aprendizaje. Sin el apoyo de las familias, los maestros y toda una red de apoyo, el esfuerzo es inviable.
2017 nos acerca a nuevos desafíos. Estamos en la antesala de la elección presidencial del 2018, en la que nuevas ventajas de oportunidad se abren para todos: para quienes están a favor de la transformación, como para quienes prefieren la inmovilidad. Desde MP celebraremos proponiendo la viabilidad de resguardar primero el Derecho de los niños y jóvenes a Ser SI mismos, su Derecho a Aprender.
*Director General Adjunto de Mexicanos Primero
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