México no parece estar bien equipado para prosperar en un mundo marcado por cambios tecnológicos vertiginosos, así como por la importancia creciente del conocimiento científico y de las habilidades de razonamiento complejo para el crecimiento económico de los países, así como para el desarrollo y bienestar de las personas. Así lo sugieren, en todo caso, los resultados obtenidos por los alumnos mexicanos de 15 años que participaron en PISA 2015.
El último informe de la aplicación de la prueba PISA, desarrollada por la OCDE, prestó especial atención a evaluar la competencia en ciencias de los alumnos participantes en dicho ejercicio. Es decir, si bien incluyó las tres áreas centrales que comprenden todas las ediciones de la prueba (lectura, matemáticas y ciencias), PISA 2015, al igual que la edición 2006, incluyó más preguntas sobre ciencias y, en el cuestionario de contexto aplicado a los alumnos, un mayor énfasis en indagar sobre las actitudes de los estudiantes y sobre las oportunidades de las que disponen para interesarse y desarrollar habilidades en ciencias.
Los resultados de México resultaron, como ya es costumbre, desalentadores. Comparado con el año 2000 –primera edición de PISA: algunos avances en matemáticas (+21 puntos lo cual corresponde a, más o menos, medio grado escolar), casi nada de avance en lectura (+1 punto) y disminución de 6 puntos o en ciencias en relación a PISA 2000 y +6 en relación a PISA 2006 que fue la única otra edición de PISA centrada en ciencias.
Estos resultados son tristes por lo que dicen sobre el sistema educativo mexicano, así como sobre la sociedad mexicana toda para ofrecerles a nuevas generaciones de mexicanos la oportunidad para diseñar y hacer realidad mejores proyectos de vida para el siglo XXI. Preocupan, también, pues si bien y en promedio el resto de los países de la OCDE tampoco han avanzado mucho desde 2006 en ciencias, otros países más comparables al nuestro y con menores niveles de desarrollo han conseguido avances y/o resultados impresionantes. Tal es el caso, por ejemplo, de Vietnam o de Perú, este último muy cercano a México en muchos sentidos.
Los puntajes en ciencias en PISA 2015 de los estudiantes mexicanos son de lamentar, finalmente, pues el tipo de habilidades mentales que evalúan son justo el tipo de habilidades intelectualmente complejas (reflexionar sobre un problema, distinguir afirmaciones ciertas de aquellas que no lo son, generar soluciones no obvias para problemas complejos con información incompleta, entre otras) no automatizables que habrán de requerir las personas para conseguir un empleo digno y para prosperar en el siglo XXI.
Otro rasgo distintivo de PISA 2015 tuvo que ver con que, en esta ocasión, la evaluación se administró por computadora. Dadas las limitaciones en equipamiento de muchas escuelas secundarias y bachilleratos en distintas entidades federativas del país, para México ello implicó la necesidad de reducir la muestra de alumnos participantes a una representativa únicamente a nivel nacional. Así y por primera vez desde la segunda edición de la prueba (2003), la aplicación de 2015 sólo reporta resultados para México a nivel nacional y no para cada entidad federativa.
Lo anterior constituye una prueba contundente de nuestra incapacidad como país para alcanzar los mínimos en materia de acceso y equipamiento tecnológico, para competir y prosperar en un mundo en el que contar con acceso a una computadora y a internet resultan indispensables para participar activamente y para poder ‘hacerla’ en el mundo tecnologizado de hoy.
¿De verdad no puede la economía número 14 del mundo dotar a todos o al menos a un número suficiente de sus alumnos (alrededor de 30 mil, para contar con una muestra representativa no sólo a nivel nacional sino de entidad federativa en el conjunto de las entidades federativas del país) de una computadora y de internet? ¿No nos alcanza materialmente o será que esos recursos se van a los bolsillos de los políticos y los ‘empresarios’ que tan alegre e irresponsablemente ‘gobiernan’ y dominan el destino de todos?
Al costo (individual y social) que para millones de alumnos y maestros implica el no disponer del cable básico para existir y participar en el siglo XXI (acceso a una computadora y a la red), habría que añadir el costo que supone para la posibilidad concreta de que los (pocos) ciudadanos y especialistas en el tema de educación les exijan a las autoridades mejores resultados, el hecho de contar con menor información.
De PISA 2014, las autoridades de Tlaxcala, Veracruz, CDMX o Chihuahua podrán obtener menos información que en el pasado. ¿Quiénes se benefician de ello y quiénes pierden? Vale la pena hacerse la pregunta.
Twitter: @BlancaHerediaR