El primero de julio de 2015 Moody´s comunicó un descenso en la calificación crediticia de Laureate Education. Según el reporte, la transnacional de educación superior con fines de lucro disminuyó del nivel B2 al B3. Las obligaciones de deuda con esa calificación corresponden, según la escala Moody´s, a lo que popularmente se conoce como “bonos chatarra” (junk bonds), o en forma más técnica, a “obligaciones de alto riesgo crediticio.”
El estudio, suscrito por el analista David Berge, describe los componentes de la calificación y los aspectos considerados en ella. Sobre lo primero destaca la estimación de Moody´s de una mayor probabilidad de impagos en líneas de crédito de corto plazo. No obstante, el desempeño de los flujos monetarios de la firma se califica como “adecuado”. Laureate, dice el informe, se caracteriza por generar ganancias mediante una expectativa de valorización creciente de activos (growth investments), lo que ha estabilizado y reducido moderadamente el grado de apalancamiento financiero.
La calificación asignada se basa en factores financieros y contextuales. Los primeros se resumen en la siguiente observación: “El crecimiento agresivo de Laureate ha creado un apalancamiento persistentemente alto y puesto en tensión la liquidez de la compañía.” Al parecer la política de adquisiciones del corporativo, que se refleja en la expansión de la red de Universidades Laureate, ha afectado el equilibrio entre crédito y capital propio invertido. De los aspectos extra-financieros Moody´s considera que “la compañía enfrenta riesgos en los campus fuera de territorio estadounidense, ya que cualquier cambio en las políticas de educación superior locales puede tener un impacto material en las operaciones de la compañía.” Estos aspectos se amplifican por la volatilidad de las divisas locales en el escenario del súper dólar.
En octubre de 2015, tras darse a conocer la intención formal de Laureate de retornar al mercado público, así como la certificación obtenida como “Corporación de Beneficio Público”, Moody´s comentó que, aunque ambas noticias deben considerarse positivas en la apreciación de Laureate como sujeto de crédito, “no afectarán la calificación B3 previamente asignada” (8 de octubre 2015).
En 2016 otra calificadora, Standard & Poor’s, a través de su división S&P Global, confirmó la valoración de Moody´s al disminuir la calificación crediticia de B a B menos, lo que en la gradación S&P indica “inversiones con alto riesgo especulativo”. Según el analista Thomas Hartman, autor del estudio, “la rebaja refleja nuestra opinión de que Laureate enfrenta un considerable riesgo de refinanciamiento en 2019 por vencimientos de deuda que podrían totalizar hasta tres mil millones de dólares”. Puede verse un resumen del reporte en: The distressed company alert, vol. 14, núm. 21, mayo 27 de 2016, pág. 19.
En la oferta pública inicial (IPO) que presentó Laureate ante la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) el 20 de mayo de 2016 para tramitar su reincorporación al índice NASDAQ, el corporativo reconoce los principales riesgos financieros para los inversionistas en el paquete accionario registrado. Se citan una docena, entre los cuales destaca que, al ser una empresa global, queda sujeta a las condiciones de mercado de los países en que radican las inversiones; que para mantener el ritmo de crecimiento es indispensable la expansión de la red universitaria y conservar los márgenes de ganancia de las instituciones del grupo; que el nivel de deuda adquirida dificulta la obtención de fondos de capital y líneas de crédito adicionales para mantener la pauta de crecimiento; que es limitada la opción de controlar las inversiones en los países que están impulsando cambios normativos o fiscales en el sector; que la volatilidad de las divisas internacionales juega en contra de las ganancias convertidas en dólares, entre otros. Además, se reconoce que Laureate ha presentado balances negativos en la contabilidad de los últimos tres años, y que su propuesta de estructura financiera dual, parte en acciones y parte en capital respaldado por un holding financiero, limita considerablemente la posibilidad de que inversionistas externos puedan influir sobre cualquier decisión del corporativo controlador.
Para el caso de México, aparte de la debilidad del peso frente al dólar, se identifican como riesgos los efectos de la Reforma Fiscal 2013, que limitó la deducibilidad fiscal aplicable al ISR de las instituciones de IES privadas fuera del registro de organizaciones donatarias, como es el caso de la Universidad del Valle de México y la Universidad Tecnológica de México. Además de que, a partir de 2014, la deducibilidad de prestaciones sociales que otorgan las empresas a los trabajadores pasó del 100 al 53 por ciento.
Casi lleva un año la solicitud de Laureate de reingresar a la bolsa, pero el marco de la contienda presidencial Clinton-Trump no fue el mejor ambiente para ello. Kathleen Smith, directora de Renaissance Capital y gerente de fondos centrados en propuestas IPO, comentó al respecto: “el momento no es bueno, quizás hay que esperar a que se asiente el polvo” (citada por John Fritze y Natalie Sherman: “Laureate IPO still pending amid political flap, industry crackdown”, The Baltimore Sun, 10 de octubre 2016).
En fin, esos los riesgos para los socios y los inversionistas, pero ¿cuáles para las universidades del grupo? Para decirlo en breve, que las necesidades de capitalización de Laureate deriven en decisiones de venta de activos. Lo han hecho recientemente: de México liquidaron su participación en Universidad para el Desarrollo (UNIDEP), que fue comprada por Nacer Global en 2013. En 2016 el Instituto Glion y la escuela de administración hotelera Les Roches, ambas instituciones suizas, fueron adquiridas por el fondo de inversión Eurazeo. También este año, las IES de Laureate en Francia (cinco escuelas profesionales) fueron compradas en conjunto por el fondo Apax Partners, con una participación minoritaria de Bpifrance, banca pública de inversión del Estado francés.