Ayer se hicieron públicos los resultados de la 6ª edición de la prueba PISA de la OCDE (2015) en la que participaron 72 países y economías distintas. Si bien se evaluaron, como en todas las ediciones de esa evaluación, los niveles de dominio de alumnos de 15 años en tres competencias –lectura, matemáticas y ciencias–, el énfasis en 2015 estuvo en el área de ciencias.
Como en ocasiones anteriores, los puntajes obtenidos por los alumnos mexicanos fueron muy deficientes, cosa que sigue revelando carencias y vicios muy importantes en el sistema educativo en su conjunto. Las medias para México fueron: 416 para ciencias, 423 para lectura y 408 para matemáticas. Ello nos ubicó en el último lugar de los países de la OCDE y a los estudiantes mexicanos aproximadamente dos grados escolares por debajo del promedio OCDE en las tres áreas.
En relación al puntaje promedio de los 72 de participantes en PISA 2015 (muchos ellos con PIB per cápita muy inferiores al nuestro), México tampoco salió bien librado. Tales promedios fueron: 466 en ciencias y 462 tanto en lectura como en matemáticas, lo cual indica que los alumnos mexicanos presentan niveles de aprendizaje en ciencias, lectura y matemáticas de poco más de un grado escolar menos que el promedio de los estudiantes en todos los participantes en la prueba en 2015.
Por otra parte, si miramos la evolución de los puntajes promedio de México a lo largo del tiempo, observamos pocas variaciones. Aumento en matemáticas de 2000 (1ª edición de la prueba) a 2015 y prácticamente ningún cambio en lectura y en ciencias. En suma, a pesar de evaluaciones y más evaluaciones, los niveles de aprendizaje de los niños y jóvenes mexicanos, se han movido muy poco.
Llama la atención, con todo, el que, visto a lo largo del tiempo, resulte que el comportamiento de México no sea tan atípico. Sorprende, de hecho, que los puntajes promedio de los estudiantes de los países de la OCDE se hayan mantenido, en promedio, constantes para lectura de 2000 a 2015, y hayan experimentado, también en promedio, los decrementos siguientes: -5 puntos en ciencias entre 2006 (edición en el que ciencias fue también el foco de la evaluación) y 2015, y -8 puntos en matemáticas entre 2003 (1ª edición en la que el énfasis recayó en esa área) y 2015.
Conviene subrayar, por otra parte, que estos promedios para el conjunto de la OCDE, si bien sorprendentes, esconden diferencias muy importantes entre países en lo que hace a pérdidas/ganancias en relación a ediciones anteriores de PISA.
En el caso de lectura, constatamos así que, mientras Chile, Letonia y Portugal registraron aumentos de 49, 30 y 28 puntos entre 2000 y 2015, Finlandia, Australia e Islandia vieron caer sus puntajes en lectura en el mismo período en 20, 25 y 25 puntos, respectivamente. En el área de matemáticas ocurre algo similar: aumentos significativos en Portugal (+26), Italia (+24) y México (+23) entre 2003 y 2015, lado a lado de decrementos importantes en Nueva Zelandia (-28), Australia (-30) y Finlandia (-33) durante el mismo período. Finalmente, en lo que hace a ciencias, observamos una situación parecida: incrementos, entre 2006 y 2015, en los puntajes promedio de los alumnos de Portugal (+27), Israel (+13) y Noruega (+12) y caídas considerables en Hungría (-27), República Eslovaca (-28) y, de nuevo, Finlandia (-33), país OCDE con el decremento más importante en ese período en ciencias.
Tanto las nulas ganancias registradas para el conjunto de los países OCDE, en promedio y a lo largo del tiempo, como las muy notorias diferencias entre esos países a este respecto merecen y exigen un análisis detallado que excede los límites de este texto. Por su importancia, sin embargo, conviene, por ahora, al menos, mencionarlas.
Si bien una primera conclusión que puede extraerse de PISA 2015 es que el no-avance de México no está necesariamente suponiendo un retroceso en relación, al menos, al resto de los países OCDE en términos relativos, dado que estos tampoco parecen estar mejorando mucho en promedio, resultaría clave no bajar la guardia. Básicamente, pues los resultados mexicanos siguen siendo enormemente deficientes y lo que ello implica, en concreto, es que el sistema educativo mexicano debe emprender una transformación de fondo a fin de que los niños y jóvenes del país cuenten con los saberes, destrezas y actitudes requeridos para enfrentar un mundo cada vez más complicado. En breve, el principal mensaje de PISA 2015 para México es que urge una transformación que les permita a los alumnos ser dueños de su futuro y coconstructores de un país y un mundo vivibles, en un escenario global crecientemente complejo, competitivo y, en muchos sentidos, adverso a los valores que subyacen la posibilidad de combinar la democracia, la prosperidad, la decencia y la diferencia entre lo cierto y lo opinable.
Twitter:@BlancaHerediaR