En los días que pasan de nueva cuenta el gobierno de Enrique Peña Nieto sigue empeñado en incidir en la reforma educativa, él dice que son más las cosas que se le critican que aquellas que tiene a favor. La propuesta de reforma educativa en México ha sido una iniciativa forzada, sin apoyo de la base que hace la educación, sin legitimidad de los investigadores y académicos, se ha quedado sola en los rincones del poder. Aun así la reforma genera preguntas que no se responden. Planteo las siguientes:
¿Por qué no se dialoga con la reforma? Si uno de los fines de la reforma es generar un clima y una cultura de diálogo. ¿Por qué la reforma se niega a dialogar desde si misma con todos los sujetos que integran el sistema educativo?
La ausencia de dialogo es uno de los elementos más desfavorable de la reforma, si en el proceso de gestión e implementación se hubiera abierto a dialogar hubiera ganado adeptos y consenso en el camino. Pero no ha sido así, se ha puesto por delante la fuerza a la razón y a la capacidad de convencer.
¿Por qué la reforma educativa no incluye entre sus contenidos las posiciones en diferencia, las críticas de los intelectuales y de los maestros, toda la serie de cuestionamientos que ha recibido?
Nunca como ahora una iniciativa gubernamental en educación había recibido tantas críticas y señalamientos como es el caso de la reforma educativa mexicana, ante una sociedad más informada y con mejor nivel académico, los cuestionamientos a la REM han sido de fondo con su respectiva contrapropuesta, Sin embargo, desde los espacios del poder y de la autoridad educativa no se ha querido escuchar dichos señalamientos ¿por qué? No lo sabemos, es otro de los puntos que no se ha querido aclarar desde el poder.
¿Lo que se pretende verdaderamente es mejorar la calidad con el curso de acción de la reforma educativa, o existen otros fines ocultos detrás de la supuesta aspiración por la calidad educativa?
La mejora de la calidad educativa es uno de los slogans más usados en los anuncios de la reforma, pero no ha pasado de eso, de escaparate publicitario, las medidas y las acciones tomadas para mejorar el servicio, las condiciones de vida y de trabajo de las escuelas y de los maestros han quedado siguen en el mismo estado precario y paupérrimo aun a pesar de la retórica en que ha caído el gobierno, de hablar mucho de calidad pero de hacer demasiado poco al respecto. Incluso este gobierno no tiene claro su concepción de calidad educativa en el marco de la reforma.
¿Qué se busca con la obsesión por la evaluación?
Desde el inicio se ha hecho manifiesto una especial obsesión por la evaluación, la evaluación como recurso o como una especie de varita mágica. Ya lo decía Alberto Arnaut en Chihuahua en el marco del congreso del COMIE: “de no evaluar nada ahora se pretende evaluar todo”, sin haber creado las mediaciones para tal efecto, esto ha tensado al sistema educativo de tal manera que no existen condiciones para dejar pasar las imposiciones de esquemas de evaluación como el que pretende la reforma.
Así las cosas, las preguntas de la reforma siguen sin respuesta, ¿a quién le toca responder? Se supone que a la autoridad educativa federal, pero ellos por estrategia han sido los primeros en evadir los cuestionamientos y su silencio es por incapacidad y por omisión.
Lo más lamentable es que los propios operadores o patrocinadores de la reforma (incluyendo a la cúpula del SNTE) no se detienen a preguntarse acerca de sus errores o de los elementos desfavorables del propio esquema de reforma. Las preguntas sirven para caminar dice el Viejo Antonio en el fabuloso libro del sub-comandante Marcos, sin embargo este gobierno al no ser capaz de plantearle preguntas a su propia hechura de reforma prefiere quedarse estancado en el mismo punto en el que iniciamos hace ya casi cuatro años.
*Doctor en educación. Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. mipreynoso@yahoo.com.mx