Sale más caro el caldo que las albóndigas.Refrán popular
No obstante, en la práctica cotidiana muchos actores políticos se brincan el mandato de las instituciones, establecen marcos de acción informales (por encima o al margen de la ley) y, en lugar de generar estímulos justos, originan incentivos perversos. Éstos, a la larga, convierten al arte del buen gobierno en artificios que corrompen la política y reducen la legitimidad de los gobernantes.
El Universal (7 de noviembre) publicó una pequeña nota que me induce a conjeturar que, al final de cuentas, los maestros disidentes le ganaron la partida al gobierno de Enrique Peña Nieto. En su parte medular, el reportaje expresa: “El Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) acordó con la Sección 22, adherida a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), iniciar el proceso de regularización de seis mil docentes, a fin de que puedan cobrar salarios antes de que finalice el año… Ambas partes firmaron una minuta de trabajo donde detallan las acciones a seguir”.
Alguien dirá que es un pacto político que traerá la paz a Oaxaca, que se reconoce la realidad, que la S22 es un actor con poder y que esta acción le permitirá al nuevo gobierno estatal —que tomará posesión el 1 de diciembre— conducir la política en la entidad.
Pienso que es un argumento falaz. En realidad, es un pésimo manejo de los recursos del poder; en lugar de concordia, ese acuerdo va a perpetuar las tácticas de chantaje, amenaza y coacción, en lo que los militantes de la CNTE son expertos. El incentivo que reciben es claro: sigan con su estrategia de presión-negociación-presión. Cinco meses de lucha, como expresaron en la asamblea estatal de la S22, rindieron frutos.
La firma de la minuta a que hace referencia el reportaje confirma lo que el gobierno quiso ocultar. Eran ciertas las afirmaciones de los dirigentes de la S22 acerca de que habían doblegado al gobierno. Obtuvieron impunidad, liberaron a sus dirigentes y revela que el gobierno cumple las promesas que les hizo el exsubsecretario de la Secretaría de Gobernación, Luis Enrique Miranda (el Compadre Miranda, para la S22).
La “regularización” de esos maestros, que entraron al servicio docente por la puerta falsa, no sólo violenta la ley, echa al traste los principios (algunos defendibles y valiosos) de la Reforma Educativa. También es un engaño a las decenas de miles de docentes que aspiran a ganar un puesto siguiendo las reglas formales.
Me imagino a las partidas de militantes de la CNTE en Michoacán, Chiapas y Guerrero ondeando otra vez banderas de combate. Ya le midieron los tamaños a este gobierno. Al comenzar el declive de su sexenio, el presidente Peña Nieto ya no se ve que actúe como el león y el zorro, con fuerza y con astucia (Maquiavelo dixit), sino acorralado y temeroso.
También anticipo que la S22 aprovechará el arribo del nuevo gobernador, de la estirpe Murat, para reconquistar al IEEPO. En la misma asamblea del 6 de noviembre, los dirigentes de la S22 acordaron “impedir” la toma de protesta de Alejandro Murat como gobernador. Aunque, auguro que en realidad lo que intentan es ablandarlo, ponerle piedras en el camino. A ellos les conviene un gobernador débil, dado a la negociación y a los acuerdos para mantener la “gobernabilidad en el estado”.
Este pacto entre el IEEPO y la S22 es un mal negocio para la Reforma Educativa, la educación y la República. No es un acto que implique que se aplica el arte de buen gobierno. Por el contrario, afirma incentivos perversos que traerán más descalabros en el futuro previsible.
Ese acuerdo es la negación del Estado de derecho. Al gobierno ya le resulta demasiado caro el caldo y, además, regala las albóndigas.