Año tras año observamos protestas de “rechazados” a la educación superior en México. En esto cada quien tiene su punto de vista. Para los funcionarios universitarios no hay rechazo, se admite sólo a quienes pasan por los filtros que impone cada institución. Para otros, es efecto de un sistema excluyente. No hay un examen general de ingreso a la educación superior. Por eso no se considera un problema nacional.
La prensa y los medios reportan las movilizaciones de protesta, pero es poco lo que sabemos de quienes, no habiendo pasado los exámenes de ingreso, no se manifiestan. No conozco informes de investigación que indaguen, entre quienes no ingresan, la frustración, la exploración de otras alternativas (que las hay, las instituciones de educación superior privadas absorben parte de la demanda) o buscan empleo.
En varias ocasiones he pensado —a sabiendas de que sería una propuesta de incorrección política mayúscula—, ¿por qué dejar el problema de los “rechazados” a la Universidad Nacional Autónoma de México, al Instituto Politécnico Nacional o a la UAM? Tal vez un examen nacional podría ser un filtro más general. Aunque tampoco resolvería el problema de exclusión, la falta de cupo es real.
El 12 de octubre, The Guardian publicó un reportaje de Alec Ash acerca de lo que investigadores del campo consideran el examen más duro de todas las pruebas de ingreso a la educación superior. Más de nueve millones de estudiantes chinos de tercer año de educación media toman el famoso Gaokao. El pase al futuro para alrededor de 17% y la frustración para el resto.
El Gaokao es un asunto controvertido. Ash informa que es un símbolo del sistema educativo chino en su conjunto. En Occidente se le considera como monolítico y memorista; en China piensan que es duro, pero justo. En Europa y Estados Unidos existe la idea de que las escuelas chinas producen autómatas incapaces de pensamiento crítico; en China, muchos parecen pensar que las aulas occidentales están llenas de estudiantes que se colocan en los escritorios y rasgan los libros de texto, al estilo de Los poetas muertos.
En el extranjero cada vez admiran más al modelo chino, cuando antes lo criticaban por el aprendizaje de memoria y agotador. Expresa Ash: “Mientras el ingreso a la universidad es competitivo en cualquier país, en China, las mejores universidades pueden seleccionar tan sólo uno de cada 50 mil estudiantes… En los años que tengo de reportar en China, nunca he escuchado a un solo estudiante que se queje acerca de su carga de trabajo. Para ellos, es simplemente normal… En China, elGaokao es a veces descrito como un Dumuqiao, que se traduce como “puente de un solo registro”, un camino difícil que todo el mundo tiene que caminar. Pero unos tienen mejores zapatos que otros. Las familias ricas pagan clases de refuerzo para sus hijos… (para) aumentar las posibilidades de que ingresen a la universidad de élite” (en the guardian.com. Traducción libre).
Ash también informa de los jóvenes que pasan por crisis nerviosas, la competencia feroz por un puesto, las estrategias para copiar —y medidas que las autoridades ejecutan para prevenir y castigar las chapuzas— y la presión que imponen los padres a los hijos que, en caso de fracaso, a veces conducen al suicidio.
Por supuesto que cuando pienso en México, no me imagino algo parecido alGaokao. No existen las condiciones políticas —el régimen no se atrevería a enfrentar una protesta de grandes magnitudes— ni culturales. En China, la ilustración meritocrática tiene raíces históricas de larga data; en México, la cultura del esfuerzo fue una frase retórica, aunque exista en porciones de la población. Pero no se labra con ardor.
No hay recetas mágicas. El problema del cupo es real. Juzgo por lo que me toca. Tengo estudiantes esforzados, inteligentes y trabajadores, la mayoría de clase media, aunque también —y me da gusto— cada vez veo que más proceden de los segmentos de clase media baja. Me dicen que están contentos, que pasaron el examen y quieren aprovechar su tiempo. También me han tocado alumnos que nada más invaden un espacio que pudiera ocupar otro más motivado. Algo no funciona bien en los filtros institucionales.
No abogo por un examen tipo Gaokao. En México, el gobierno se abstiene de hacer propuestas y las universidades objetarían cualquier intervención de fuera. Al final de cuentas, el problema de la exclusión es general y persistente. Y no sabemos qué pasa con la mayoría de los “rechazados”.