Desde hace un número no menor de años (10 a 12), comenzó a aparecer en los medios listados de las “mejores universidades” en el mundo, aquellas que se dieron en llamar de “clase mundial” (WCU, sigla en inglés). Los responsables de las mismas son entidades de diverso tipo, con y sin fines de lucro.
Con motivo de la aparición de la primera lista (ranking) de universidades latinoamericanas publicada recientemente por el Times Higher Education, como una extensión de su ya tradicional listado World University Rankings, buscaremos una aproximación que permita entender su sentido y posible empleo como herramienta de política de educación superior.
El fenómeno inició en los EE.UU. en 1983 con la aparición del listado elaborado por el US News and World Report, anunciado como el instrumento indispensable para ayudar a padres y alumnos a encontrar la universidad ideal. Esta empresa ha ampliado sus listados del ramo educativo a salud, finanzas, turismo, automóviles y otros. Si se quiere lo “mejor” de algo, ahí están los listados[1].
Sin duda, rankear se ha convertido en un lucrativo negocio. No solo eso. También parece ser crecientemente una poderosa herramienta de política educativa. Para ministros del ramo, así como buena parte de la comunidad académica y de quienes viven de la difusión de información, estar en posiciones elevadas de la lista es prueba irrefutable de pertenencia al selecto grupo de WCUs.
Primero, hay que aparecer. Después, ascender. No hay problema. Solo se requiere contar con varios premios Nobel en la institución, un presupuesto exorbitante que succiona recursos de otras necesidades sociales (no importa), un cúmulo de artículos publicados y multicitados en los mejores journals del mundo y que la comunidad académica del país lo reconozca. Con ello se fijan las reglas de la política científica y académica de muchos países del mundo.
Después de varias décadas de publicar y emplear rankings de universidades en los EE.UU., a principios del siglo XXI se dio una avalancha de índices comparativos (rankings) que cimbró al mundo de la educación superior, en particular en Europa, por el impacto sobre los flujos de nuevos estudiantes quienes empleaban estos índices como patrones de selección de institución.
El principal detonante de este fenómeno de clasificación lo constituyó la aparición del Academic Ranking of World Universities, conocido como ARWU, por la Shanghai Jiatong University, en 2003. Este listado clasifica con base en la calidad de sus académicos (40%), resultados de investigación (40%), calidad de sus programas educativos (10%) y desempaño contra tamaño (10%).
Inmediatamente después, en 2004, aparecieron el ya citado World University Rankings, en coordinación del Times Higher Education con el QS World University Rankings. Este listado, el más consultado de su tipo, rankea más de las mejores 800 universidades del mundo con base en seis indicadores de desempeño.
Estas dos empresas se separaron en 2009 y desde entonces publican sendos listados.
Los principales rankings a la fecha se basan en un conjunto selecto y estrecho de información y calificadores de prestigio. Los índices de citas favorecen a las ciencias y las ingenierías y revistas fundamentalmente estadounidenses y europeas. Así, se inclinan a favor de un selecto grupo de universidades prestigiosas que siempre califican alto en los sondeos de prestigio, número de laureados Nobel y otros referentes de estatus académico[2].
No aparecer en los primeros lugares de los rankings, dado el estrecho criterio de clasificación dio como resultado la aparición de nuevos rankings, globales y/o regionales. Así, las universidades rusas hicieron aparecer en el propio a la Universidad Estatal de Moscú arriba de Harvard y de Cambridge.
Por presiones de la Comisión Europea, en el listado del Times Higher Education, universidades británicas ocupan mejores sitios. Para contrarrestar el sesgo que favorece a las universidades anglosajonas de altísimo desempeño se han creado otros índices.
Actualmente hay dos tipos de evaluaciones fundamentalmente, las institucionales, globales y regionalizadas, y las nacionales, que buscan evaluar en un contexto más amplio los sistemas superiores de educación superior y hacer las comparaciones correspondientes.
A continuación, se hace una reflexión sobre la ubicación de universidades mexicanas en los listados institucionales más importantes y, en el siguiente apartado, se presenta la evaluación comparada del sistema mexicano de educación superior en los dos principales listados al respecto.
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[1] http://www.usnews.com/rankings.
[2] John Aubrey Douglass, Profiling the Flagship University Model: An Exploratory Proposal for Changing the Paradigm From Ranking to Relevancy, Center for Studies in Higher Education, UC Berkley, Research & Occasional Paper Series: CSHE.5.14, April 2014,