Desde que en 2013 se dieron a conocer las bases reglamentarias de la reforma educativa — artículo 3º constitucional, Ley General de Educación, Ley General del Servicio Profesional Docente y Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación—, docentes pertenecientes o simpatizantes a la CNTE se manifestaron radicalmente en su contra, calificándola de: 1) “laboral”, pues carecía de un sustento pedagógico o modelo educativo, 2) “punitiva”, ya que los resultados de las evaluaciones docentes tendría consecuencias negativas para los docentes, 3) ”neoliberal”, ya que provenía de una imposición de la OCDE, y 4) “privatizadora”, pues con ella se pretendía acabar con la educación pública.
Adicionalmente, la CNTE considera a la reforma como ilegítima, pues se diseñó de manera vertical, desde la SEP, sin tomar en cuenta la opinión de los docentes del país. Recientemente, la SEP dio a conocer el nuevo Modelo Educativo (ME), cuyos planteamientos fundamentales se plasman en dos volúmenes. En uno de ellos se establecen sus principios losó cos y conceptuales, sus propósitos y los ámbitos en los que se enfoca el nuevo ME.
En un segundo documento se definen los planes y programas de estudio de la educación obligatoria; es decir, las áreas curriculares, los objetivos disciplinares de cada grado, los logros esperados en cada disciplina, así como las cargas curriculares, entre otros tantos aspectos. Hay que decir que este ME no está terminado, ya que se encuentra en un proceso de consulta, donde el magisterio, especialistas y asociaciones están revisando ambos documentos y formulando propuestas para mejorarlos. Se espera que la versión definitiva del ME esté terminada en los próximos meses y que su implementación inicie en el ciclo escolar 2018-2019. Para nadie ha sido sorpresa que esta propuesta haya sido rechazada por la CNTE, quien ha amenazado con diseñar su propio modelo pedagógico e implementar un calendario escolar.
Su postura es muy similar a la expuesta en contra de la evaluación docente, repitiendo los mismos (des)calificativos: neoliberal, privatizador, ilegítimo, etcétera. Un ejemplo de esta postura se vivió en días pasados cuando en un programa de opinión televisivo, el director de una secundaria de la CDMX manifestó su oposición al ME, por considerar que tiene un enfoque neoliberal y privatizador.
El director explicó que el modelo es neoliberal pues en el nuevo currículo da mayor tiempo al aprendizaje del Español y las Matemáticas, que al de Historia y de Educación Cívica. Explicó que las fuerzas neoliberales buscan que los estudiantes sólo sepan leer y hacer cuentas, en detrimento del conocimiento histórico de su país y de su formación ciudadana. Las respuestas de este director me dejaron un gran aprendizaje: el pensamiento de los docentes sobre lo que se entiende por un proyecto educativo “neoliberal”, así como por una “evaluación punitiva”, no se ha hecho explícito; nadie lo ha explicado.
En este sentido, me pregunto si verdaderamente: 1) dar mayor tiempo curricular al aprendizaje de la lectoescritura y de las matemáticas tiene algo de neoliberal, cuando sabemos que una mitad de estudiantes no logran comprender lo que leen y seis de cada diez alumnos no logran adquirir las habilidades cuantitativas básicas, 2) si darle autonomía a la escuela y mayor participación a los padres tiene algo de privatizador, cuando sabemos que ambos son elementos indispensables para que las escuelas tomen mejores decisiones y tengan mayor transparencia, y 3) si evaluar a los docentes —para que los mejores ingresen al servicio y los mejores docentes se promocionen a cargos directivos y reciban reconocimientos— tiene alguna intención punitiva, cuando sabemos que toda evaluación tiene tanto consecuencias positivas como negativas (que no punitivas).
Es curioso que después de casi tres años de haber iniciado la reforma educativa, y ahora el ME, los mismos argumentos se repiten, una y otra vez, sin que haya una explicación de por medio. Esta postura se entiende si el punto de partida y de llegada es rechazar los cambios de la reforma y el modelo educativo. Más extraño me resulta que diversos académicos repitan las mismas consignas de la CNTE, en ausencia de razonamientos que hagan creíbles sus argumentos.
Consejero del INEE