*Pedro Martínez
El capitalismo humano es la producción de personas, bienes y servicios de altísima calidad, es decir, con características sobresalientes con un mínimo de variaciones, fallas o errores y es propio de la tercera etapa del desarrollo de la sociedad llamada cooperativa o sinérgica que está empezando a surgir en personas, familias y países de todo el mundo. Y a diferencia del capitalismo tradicional, donde lo que más importa es conseguir dinero sin importar la forma, en el capitalismo humano se considerará que el bienestar de todos los individuos debe constituir el valor supremo de la sociedad sin distinción de nadie.1
Nuestro planeta, en el capitalismo humano, a diferencia del capitalismo tradicional donde prevalece la violencia y confrontaciones de diversa clase, estará poblado de personas de todas las razas y etnias plenas de salud económica, física, emocional, mental y espiritual, haciendo lo que más les guste, les convenga y sea su obligación hacer, sin mayores problemas por su sobrevivencia, convivencia y bienestar personal. La Tierra en esta etapa se convertirá en un paraíso con toda la riqueza de su biodiversidad, sin peligro de especies en extinción y sin problemas mayores del cambio climático.
En el capitalismo humano se considerará a la niñez como la riqueza más valiosa que posee cada país, y se enviarán a todos los niños, sin ninguna excepción, a las mejores escuelas del mundo para que reciban la educación e instrucción que sus talentos demanden, sin pretexto de raza, color, religión, género, capacidades especiales, posición sexual, condición económica o cualquier otra diferencia.
Todos los niños nacen con un alto índice de creatividad, lo que los hace diferentes, es la calidad de la tecnología que los padres y maestros utilizan para educarlos e instruirlos. La tecnología es tangible cuando emplea artefactos o máquinas y es intangible cuando habla de educación, instrucción, métodos, procedimientos, protocolos o costumbres. En el capitalismo humano primero se enfatizará el uso de la tecnología intangible y posteriormente de la tangible; en el capitalismo tradicional se procede en contrario, originándose con ello una serie de graves problemas personales, escolares, empresariales y administrativos.
En el capitalismo humano se contará con el conocimiento y la tecnología educativa suficiente para hacer que todas las personas desde su infancia sean niños del mundo con responsabilidad social y posean un altísimo nivel de calidad en todos los aspectos. En esta etapa predominarán, los padres estimuladores, los alumnos autodidactas, los maestros del aprendizaje, las escuelas creadoras de riqueza, los empresarios de inversión, los políticos de altura y los Estados Protectores. Desaparecerán los padres consentidores, los falsos estudiantes, los maestros de la enseñanza, las escuelas fraudulentas, los empresarios especulativos, los políticos sinvergüenzas y los gobiernos corruptos. Y ya no habrá tanta gente violenta, atenida, improductiva, incompetente, superficial, despilfarradora y deshonesta.
Los padres estimuladores, los maestros del aprendizaje, los empresarios de inversión, los políticos de altura y los Estados Protectores utilizarán la tecnología del capitalismo humano, cuyos principios importantes son: Estándares de Calidad: características sobresalientes de personas, bienes y servicios con un mínimo de fallas, errores o variaciones; Motivación: premio o castigo; Acariciar: “excelente, vas muy bien”, Misión: “ayudar para que me ayuden”; Visión: “yo quiero ser …”; Estrategias: “primero lo primero”, “primero los primeros” y “lo que hace la mano hace la tras”; Perfil: autosuficiente, productivo, competente, preocupado, profundo, sencillo y honesto; Sentimientos: admiración, agradecimiento, orgullo y vergüenza; Personajes: estudiante autodidacta, padre estimulador, maestro del aprendizaje, empresario de inversión, político de altura; Organización motivacional: pactos y triángulos pedagógicos; Pago de impuestos: corresponder la ayuda recibida.
En el capitalismo humano, un niño con responsabilidad social será autosuficiente, productivo, competente, preocupado, profundo, sencillo y honesto. Ayudará para que lo ayuden. Reconocerá y admirará todo lo que tiene valor universal. Será agradecido y sabrá sentir orgullo por sus aciertos o vergüenza por los errores que cometa.
En el capitalismo humano, los padres estimuladores considerarán a sus hijos lo más valioso que poseen e impulsarán su desarrollo con la tecnología educativa e instructiva de esta etapa para que lleguen a ser ciudadanos ejemplares con responsabilidad social y formen hogares plenos de gozo y bienestar.
En el capitalismo humano, las relaciones de matrimonio serán de entrega al otro, servicio al otro, pensar en la felicidad del otro y trabajar por el otro. La convivencia marital no será al estilo de reyes, reinas, tiranos o súbditos, sino de personas con igualdad de derechos y obligaciones. La relación sexual no será machista ni hembrista, sino profundamente personal y duradera. El cuidado y educación de los hijos será responsabilidad de ambos cónyuges, pero sí sólo uno de ellos tiene que trabajar, lo hará aquel que convenga mejor al desarrollo de la familia, y el otro, al quedarse en casa, sea hombre o mujer, será el responsable principal de la educación de los niños.
En el capitalismo humano los sistemas educativos estarán basados en el aprendizaje y no en la enseñanza. Se encontrarán bajo estricto control estadístico para lograr que el número de errores, fallas o variaciones sea mínimo y se pueda determinar con precisión si estos son causados por el sistema o las personas. Su diseño, planeación, aplicación y evaluación se efectuará con puntual periodicidad para convertir cada centro educativo en una escuela creadora de riqueza de máxima calidad y eficiencia en un mínimo de tiempo.
En el capitalismo humano, todas las escuelas de cualquier clase, nivel, o especialidad serán creadoras de riqueza, es decir, formadoras de personas con características de altísima calidad con un mínimo de errores, fallas o variaciones. Trabajarán bajo el sistema desescolarizado para que los alumnos avancen en su educación e instrucción de acuerdo a sus condiciones personales y tendrán una función polifacética de plazas públicas, centros de evaluación, bibliotecas, laboratorios, talleres, auditorios, sitios artísticos, deportivos y recreativos.
En el capitalismo humano, los maestros del aprendizaje mediante el estudio dirigido, formarán alumnos autodidactas capaces de investigar, trabajar, redactar y exponer, y para ello, sabrán convertir los salones de clase en bibliotecas, laboratorios, talleres o auditorios. Con la dinámica de grupos capacitarán a los alumnos para que aprendan a convivir y a comunicarse con sus semejantes e interactúen cara a cara con sus iguales para intercambiar conocimientos, comentarios o tengan confrontaciones bajo una atmósfera de solidaridad y cooperación. También sabrán utilizar la evaluación, no sólo para acreditar adecuadamente a sus alumnos, sino fundamentalmente para motivar su fuerte desempeño y hacer que logren adquirir la capacidad de autoevaluarse.
En el capitalismo humano, los empresarios de inversión serán productores de personas, artículos y servicios de máxima calidad con un mínimo de errores, fallas o variaciones. Y para lograr la plena satisfacción de los clientes, primero dejarán satisfechos a los trabajadores con salarios justos, prestaciones de ley, participación accionaria y ambiente de cooperación para que sientan aprecio por la empresa y su labor sea altamente satisfactoria y creativa. En esta etapa, los empresarios de inversión sentirán un fuerte aprecio por los trabajadores y los verán como el activo más valioso de la empresa. Los considerarán más como proveedores que como empleados para que al sentirse también empresarios, tengan una fuerte relación de cooperación de tú a tú en donde todos salgan ganando y la riqueza se multiplique de manera exponencial o geométrica. Los empresarios de inversión emplearán gran parte de las utilidades de la empresa para motivar a los trabajadores a que se transformen de hombres ordinarios en hombres extraordinarios.
En el capitalismo humano, el trabajo será fundamentalmente un gusto y no un requerimiento para subsistir, No se tendrá que laborar por hambre, sino por el placer de crear algo útil o bello que nos diferencie de los otros. Todo mundo al nacer contará con una pensión mínima de por vida proporcionada por el Estado Protector. Para obtener cualquier otra cosa que nos apetezca, tendremos que poner a prueba en el estudio y en el trabajo nuestra capacidad creativa para lograrlo. Al liberar a la actividad laboral del yugo de emplearnos para subsistir, explotará toda la fuerza creativa que motiva nuestro deseo de sobresalir, de ser distintos, de recibir algún reconocimiento, una medalla, un diploma o algún pequeño lujo, nada que sea espurio, ilegítimo, depredador, insultante o injusto. El trabajo en el capitalismo humano tendrá la misma condición que el deporte, donde disfrutaremos más el juego que el triunfo, aunque nuestra naturaleza nos demande querer ser siempre los primeros, algo de fuerte raigambre instintiva, imposible de soslayar y más de querer cambiar o eliminar, pero si factible de educar.
En el capitalismo humano, el alto desarrollo tecnológico será aprovechado para disminuir el tiempo de las jornadas de trabajo y ofrecer empleo y salario digno a toda persona que desee laborar. A mayor número de gente disponible para ser ocupada, menor número de días y horas de trabajo. Toda la actividad productiva de artículos y servicios de alta calidad se generará en empresas de inversión de diferente índole y tamaños y los precios y salarios serán justos y equitativos.
El trabajo creativo será el detonador de la cantidad de bienes y servicios de inmejorable calidad que se necesiten producir para garantizar el bienestar absoluto de todas las personas que habiten el mundo. En el capitalismo humano, toda labor inútil y nociva para la sociedad y la naturaleza desaparecerá y será sustituida por aquellas ocupaciones generosas y amigables para el ser humano y su entorno.
En el capitalismo humano surgirá la calidad de vida de una forma difícil de imaginar, pero fácil de constatar si volteamos la mirada a Singapur donde en la actualidad en su “Ciudad Jardín”, convive una población urbana de diferentes credos y etnias con fauna y flora de variedad increíble.
En el capitalismo humano se recuperará el tiempo libre que hemos perdido por agobio del trabajo, tortura del transporte, salarios insuficientes y problemas personales, familiares y sociales de toda clase. En esta etapa, las charlas en la calle, en los pórticos, en los cafés, de pareja, de familia, de vecinos y de asambleas, estarán de nuevo al orden del día. También la asistencia a eventos recreativos, deportivos, científicos, artísticos y culturales de una variedad increíble será lo habitual. La confraternidad de personas de todas las razas, géneros, credos, posiciones políticas y países se dará sin distingo alguno y con suma facilidad.
En el capitalismo humano, a diferencia del capitalismo tradicional lleno de trabas para cruzar fronteras, todas las personas serán ciudadanos del mundo y podrán viajar a cualquier país sin restricción alguna para estudiar, trabajar, conocer o divertirse. El libre tránsito también alcanzará a las mercancías y ya no se verán más las garitas aduanales, los ignominiosos muros divisorios o las migraciones de muerte en busca de una mejor vida.
En el capitalismo humano sólo habrá políticos de altura que sientan genuina preocupación por sus semejantes y que cubran todas las condiciones y exigencias que existen para una profesión a nivel universitario. Además, sustentarán pruebas periódicas de actualización como si fueran médicos y también pasarán exámenes de control de confianza y harán todo tipo de declaraciones que avalen su total honestidad. Los políticos de altura serán expertos en aglutinar voluntades. Sólo sabrán sumar, nunca restar. Nunca dividirán a la gente en buenos o malos, rojos o blancos, sólo en honestos y sinvergüenzas. Únicamente reconocerán el mérito ajeno para encomiarlo, Sólo identificarán al que falla, para ayudarlo, Sólo estarán pensando en el siguiente paso. Sólo darán pasos grandes. Sólo sabrán servir y no ser servidos, y lo más encomiable es que siempre se les encontrará ofreciendo el mejor de sus esfuerzos con o sin nombramientos.
En el capitalismo humano, todas las autoridades del planeta estarán integradas por políticos de altura y la democracia se ejercerá con extraordinaria eficiencia y eficacia, ya que serán los pueblos los que verdaderamente gobiernen, porque habrá nítida transparencia de los asuntos públicos, referéndums, plebiscitos y revocación de mandatos sin trampas, y ya no serán las mafias coludidas con intereses espurios las que sigan manipulando al mundo.
En el capitalismo humano, ya no habrá mafias de ninguna calaña porque el altísimo desarrollo científico y tecnológico alcanzado en esta etapa hará imposible la secrecía de cualquier tipo y todo grupo humano que se congregue soló lo podrá hacer para optimizar el bienestar del hombre y del planeta. El “factor no declarado” que tanto daño causa en el capitalismo tradicional a nivel personal, familiar, empresarial, político, administrativo y mundial, desaparecerá para dar cabida a las más cristalinas de las relaciones económicas y sociales de las personas, familias, grupos, instituciones y países.
En el capitalismo humano, el mundo y los países contarán con Estados Protectores que velarán por el bienestar de la población mediante gobiernos elegidos democráticamente e integrados por políticos de altura que administrarán y distribuirán la riqueza producida de manera que no haya zonas pobres o arruinadas en ningún sentido. Los Estados Protectores mediante sus gobiernos e instituciones pares, regularán la actividad productiva y comercial, tanto pública como privada, para que la competencia que se genere entre las empresas se realice en sano tono deportivo con reglas claras, justas y equitativas. También serán los responsables de cobrar los impuestos que toda empresa y persona tiene que pagar para cubrir los gastos de ayuda que se requiera de habitación, alimentación, educación, instrucción, salud y seguridad social para toda la población mundial.
En el capitalismo humano, toda la actividad prestataria desaparecerá porque cualquier persona, empresa o país que desee realizar un proyecto de su creación, debe tener prevista tanto la idea como los medios de inversión. La actividad financiera que en el capitalismo tradicional ha traído las perversiones económicas más truculentas y atroces que se conozcan en la historia del hombre, será sustituida por la actividad inversora. El dinero que sobre a cualquier nivel, ya sea personal, empresarial, o institucional, se gastará o invertirá, pero no se prestará ni se regalará. Así, las empresas de inversión de todos los tamaños y giros proliferarán por doquier.
En el capitalismo humano, a diferencia del capitalismo tradicional, ya no habrá tantas instituciones, leyes y reglamentos para regular la convivencia humana, sino fundamentalmente, estándares de calidad. Al ser los estándares de calidad acuerdos voluntarios que asumen las personas con educación cooperadora o sinérgica para hacer algo con elevada eficiencia y eficacia, cualquiera que esto sea, resultará obsoleto todo el engranaje inútil, excesivo y corrupto que existe hoy en día para regular la mayor parte de nuestras múltiples actividades.
En el capitalismo humano los países ya no tendrán ejércitos ni harán gastos en material bélico, pero sí contarán con cuerpos policíacos con excelente posición económica y pública, integrados por personas con altísima responsabilidad social para que funjan como mentores de las personas transgresoras del orden institucional y sean prominentes gestores sociales de campo.
En la vida moderna, el capitalismo tradicional ha traído consigo un cúmulo de innumerables ventajas que ninguna persona objetiva podría rechazar, pero también ha generado gravísimos problemas y vicios que se tienen que eliminar si queremos preservar la vida en el planeta. El capitalismo tradicional se podría decir que es el portador del cielo y el infierno en la Tierra. La parte generosa de él se está convirtiendo en forma natural en capitalismo humano en diferentes países y estratos de la sociedad mundial. Todas las personas, sin distingo alguno, tenemos algo de la nobleza del capitalismo humano que utilizamos en nuestra vida cotidiana sin advertirlo, sin apreciar, y lamentablemente también sin aprovechar. Hasta la persona más despreciable, peligrosa, desorientada o apática tiene una partícula de capitalismo humano que podría empezar a utilizar para convertirse en un individuo con responsabilidad social para su propio beneficio y de quienes lo rodean.
Todos los niños, si se presentan las condiciones, pasan por tres etapas en su desarrollo. La primera es de enfrentamiento: el niño sólo desea hacer lo que le gusta y si encuentra resistencia, lucha, llora o agrede. La segunda es de tolerancia y propia de los pactos: “si tú haces esto, yo te permito esto otro”. Si los padres le hacen aprender al niño, por medio de pactos oportunos y apropiados, que si actúa bien le irá bien y que si actúa mal le irá mal, lograrán que pase a la etapa cooperativa o sinérgica con facilidad, Esta tercera etapa es exponencialmente creativa, porque se basa en la diferencia que tenemos todas las personas, en la consideración por el otro, en el acuerdo de todos ganar y en el compromiso de cumplir lo pactado a pesar de las dificultades que se presenten.
La humanidad, al igual que el ser humano, atraviesa en su desarrollo por las mismas tres etapas de la niñez. La primera es de luchas, enfrentamientos, violencias y guerras; la segunda, de tolerancia, aguante o pactos, y la tercera, llamada cooperativa o sinérgica, es propia de estándares de calidad, más que de leyes y reglamentos; de educación e instrucción, más que de tribunales y cárceles; de visiones y misiones, más que de ideologías; de frentes amplios, más que de partidos políticos; de socios de producción, más que de patrones y trabajadores; de asistencia social para toda la población, más que por clase social; de riqueza repartida, más que de riqueza acumulada; de capitalismo humano, más que de socialismo o libre mercado; de cooperación, más que de violencia o tolerancia.
Los gravísimos problemas mundiales existentes se deben a que varios países, familias, y personas están atorados en la etapa de la violencia o la tolerancia, y que necesitan de la gestión de buenos pactos para completar su sano desarrollo. Los buenos pactos (ayudar para que me ayuden, todos ganamos y honestidad) no sólo evitan el enfrentamiento violento o la tolerancia estéril de las partes, sino que preparan el advenimiento de la etapa cooperativa o sinérgica. Pero si los actores lo quieren todo sin ceder nada o los mediadores son parciales o corruptos, nadie sale ganando. De ahí, la creciente miseria y conflictos que hay en el planeta.
El capitalismo humano está emergiendo en el mundo por la creciente aparición cada día, de personas, familias, empresas, organizaciones, instituciones y países con responsabilidad social que están tomando los aspectos nobles del capitalismo tradicional para lograr en sus respectivos ámbitos un envidiable bienestar económico y social. Sólo falta que se unan a pesar de sus diferencias, (en eso radica su fuerza) para propiciar el advenimiento mundial de la etapa cooperativa o sinérgica de la sociedad lo antes posible.
La llegada del capitalismo humano no obedece a una planeación exprofeso, ni a una elucubración desesperada o imaginada por el grave peligro en que se encuentra la Tierra, ¡No! El capitalismo humano no es un invento de nadie, sino un proceso natural, propiciado por el vertiginoso avance científico y tecnológico que se viene gestando en la sociedad mundial de una manera incontrovertible, lo único que tenemos que hacer las personas con responsabilidad social, es reconocer este hecho, aprenderlo, aplicarlo, propagarlo e impulsarlo con la mayor fuerza posible en el frente en que nos encontremos, ya sea éste, familiar, escolar, religioso, empresarial, académico, artístico, deportivo, político o gubernamental. De esta manera el asentamiento de un sistema noble, justo y gratificante para todo ser vivo del planeta, será de inmediato una realidad y no una utopía.
La naturaleza es nuestra maestra y su dictado apremiante y salvador es el capitalismo humano o nada. El alto desarrollo tecnológico pone al hombre ante el dramático dilema de iniciar una guerra nuclear que acabe con la vida en la Tierra o de propiciar el desarrollo del capitalismo humano en nuestros hogares y el mundo, tal como lo demanda el más elemental sentido común.
1 Véase: P. Martínez, “Capitalismo Humano: Niños del Mundo con Responsabilidad Social” Chiado Editorial. 2015
*Director de la Escuela Creadora de Riqueza México pedromtz2512@hotmail.com