Por Fernando Ledezma Millán
A partir del desdoblamiento exponencial que experimentan las tecnologías emergentes, el aprendiz-usuario ha sido investido con nuevos poderes, asociados a una cada vez mayor disponibilidad de información, así como de las herramientas tecnológicas necesarias para organizarla y transformarla –a través de procesos y modalidades inéditas- en nuevos conocimientos y habilidades; todo ello con, sin o a pesar de las instituciones educativas tradicionales.
El aprendizaje a lo largo de la vida (ALV, por sus siglas) constituye una de las principales habilidades y competencias para el siglo XXI. Considerado por la UNESCO como “clave para el desarrollo sostenible y la estabilidad de cualquier país”, en su connotación más actual el ALV parece presentarse como un paradigma en oposición, o al menos uno que desafía el protagonismo de los entornos y estructuras formales de aprendizaje, en tanto que suele iniciar justo donde termina el alcance de las instituciones educativas.
El status quo de la educación, incluyendo aquella que se insertó de manera temprana en el paradigma del constructivismo, es constantemente rebasado ante demandas no satisfechas y expectativas no alcanzadas; con efectos que se manifiestan en cada vez menores tasas de involucramiento –el tan traído y llevado engagement– pues, al no encontrar los medios precisos, los alumnos optan por buscar alternativas que les permitan solventar sus necesidades de aprendizaje; en una suerte de dinámica peer to peer, en que se reduce o incluso se elimina la intermediación de las escuelas y sus actores.
Llegamos entonces a la era de los sistemas personales de aprendizaje que, si bien pueden tomar variadas formas, en general involucrarán el uso de un conjunto relativamente organizado de experiencias y contenidos digitales, gestionados a través de servicios que incluyen aplicaciones móviles como Duolingo; plataformas que alojan y clasifican contenido generado por el usuario, como Wikipedia, Youtube o Quora; ambientes de aprendizaje abierto y masificado, como edX ó Cousera; colecciones de tutoriales técnicos, como lynda.com y agregadores de conferencias como Ted y Edtalks; entre otros recursos que son seleccionados y priorizados por el propio usuario, de acuerdo al valor que aportan a sus experiencias de aprendizaje a lo largo de la vida.
Enfrentamos el reto de crear entornos y experiencias innovadoras, que den cabida a paradigmas como el aprendizaje a lo largo de la vida o el reconocimiento de habilidades adquiridas informalmente, entre muchos otros; desarrollando así capacidades institucionales que permitirían responder de una manera dinámica y adaptable a necesidades y expectativas en cambio permanente.
Mientras ello ocurre, los códigos se desfasan; las brechas se extienden más y nada hasta hoy ha logrado recuperar completamente el interés de aprendices-usuarios que gradualmente se desinstitucionalizan y se transforman en expertos gestores de su aprendizaje; prosumidores –diría Toffler- de su propio valor educativo.
Jefe del Laboratorio de Innovación en Experiencias de Aprendizaje de la Universidad Autónoma de Chihuahua, proyecto conjunto con National Geographic Learning, en donde coordina el desarrollo de plataformas de aprendizaje utilizadas en más de 150 universidades de América Latina. Además de sus actividades al frente del laboratorio, colabora en proyectos privados de emprendimiento tecnológico.
Linkedin: https://www.linkedin.com/in/fernando-ledezma-39585410
Twitter: @fishmx
Sitio web: http://www.linnealab.org