En días pasados, mi compañero de escuela primaria el profesor Francisco, me contaba sobre el drama que vive una de sus alumnas de quinto grado. Resulta que cada mes se ausenta 2 días de la escuela, porque junto a su madre y sus dos pequeños hermanos tienen que viajar religiosamente a la ciudad de Durango a visitar a su papá que está recluido en el Cereso, una visita que logran financiar los integrantes de la joven familia, realizando innumerables actividades como la recolección de cartón, plástico y aluminio, el aseo de casas y la comercialización de todo lo que pueda dejar un peso. Aunque también hay veces, que el dinero lo consiguen de la caridad que les da la divina providencia, diría el gran Juan Rulfo.
Una realidad complicada que llevan sobre la espalda, sobre todo, cuando hay por delante una prisión de 15 años más para su padre. Una realidad que condena también a la familia a una vida de sufrimiento interminable. Hay en este drama un robo de infancia, hay sueños de niños mutilados, y hay un panorama de desolación que sólo la risa y el juego inocente de los tres niños logra mitigarlo parcialmente.
Pero esto no para allí, puesto que la madre tiene que emplearse medio tiempo en tareas de servidumbre, dejando en la niña de 11 años la responsabilidad del cuidado de los dos pequeños hermanos, además del changarro de dulces y churros que tienen sobre la banqueta de la humilde casa, lo que sin duda, junto con todo lo otro, repercute directamente en su aprendizaje, repercute en su autoestima, repercute en su seguridad, repercute en su esperanza. Porque seguramente, es difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar, está presa o muerta. Y eso lo sabe ella, lo siente ella, lo vive ella.
Hay una sensación de impotencia saber esto, y poder hacer muy poco me decía Francisco, me siento consternado cuando hablo con la niña y veo que fácilmente se quiebra, está muy sensible, no sé qué hacer. Es la viva imagen del desconsuelo, no puedo hacer gran cosa, es algo muy complicado para uno como maestro, me recalca con insistencia.
Un testimonio triste y desgarrador de alguien que sabe mucho de esto, un testimonio valioso de un maestro rural que trabajó 15 años en el corazón de la sierra tarahumara, en la comunidad de Vasagota, municipio de Urique. Región donde las temperaturas llegan hasta 15 grados bajo cero, y donde los niños descalzos quiebran con sus pies las crestas de hielo que brotan de la tierra. Sin embargo, dice él, que estando allá, vivir y conocer estos dramas ya no se siente, la gente está acostumbrada, se curte, está resignada al olvido de la mano de Dios. Pero vivirlo aquí, en la “civilización” cuesta mucho asimilarlo, cuesta acostumbrarse, cuesta entenderlo.
Un drama terrible que lamentablemente no es el único, no es un hecho aislado, se cuentan por miles en nuestra patria. Bastaría revisar el informe oficial de la CEPAL 2015 y encontramos que de los 119 millones de habitantes que hay en México, el 53% son pobres (63 millones), de los cuales 12 millones viven en la extrema pobreza, es decir, sobreviven con menos de 36 pesos al día. Una cantidad enorme de miserables que equivalen a la población total de países como Grecia, Portugal y Suecia.
Sin embargo lo grave no para allí, falta agregar los 10 millones de indígenas que tenemos en nuestro territorio, los cuales en su gran mayoría viven en las mismas condiciones deplorables. Estamos ante un panorama desolador, donde seguramente la devastadora historia de la pequeña Candy Isabel se repite miles de veces, y donde los sueños de los niños son absorbidos por la imagen cruel del desconsuelo. Tenemos más de 22 millones de seres humanos que apenas sobreviven, condenados a la agonía que deja el empobrecimiento progresivo que estamos viviendo los mexicanos.
Pero parece ser que esto no importa, no tiene valor para la clase gobernante. Para ellos, para los dueños del poder político y económico, los niños como Isabel y los descalzos de Urique son sólo espectros de un mal sueño, no existen, son ficción, no cuentan. Para ellos, lo que realmente cuenta son las buenas cuentas que entregaran al poder económico mundial, representado en la OCDE y el Banco Mundial para imponer la Reforma Educativa a rajatabla. A ellos lo que sí les importa, es el pago que recibirán por la sumisión y por negar más de tres veces que estos millones de niños existen, que son reales y son parte de México.
La voracidad por el poder y el dinero de los neoliberales los convierte en ciegos y últimamente en sordos, no escuchan los llamados al diálogo para destrabar un conflicto magisterial que seguramente crecerá con el paso de los días, de las semanas y de los meses. Ellos, los que tienen una ambición infinita de poder sólo les importa precarizar la profesión docente, llevarla a lo mínimo de las profesiones, convertirla en un oficio que cualquiera pueda ejercer.
Ellos no saben o no quieren entender que las únicas posibilidades de luz que hay en la larga noche de desesperanza de Candy y los olvidados de las cañadas de Urique, son las raciones de conocimiento que reciben de “maestros de formación” como Francisco, Emilio, Sandra, Adán… y por supuesto, de la maravillosa maestra Kendy Moreno, que acaba de dar en San Buenaventura Coahuila, una extraordinaria lección de dignidad, conocimiento y valentía al Secretario de Educación.
Sin embargo, lo más triste es que ellos, los del gobierno y sus patrocinadores más retrogradas como Mexicanos Primero y Televisa no ven esta terrible realidad de miseria que lastima, que humilla, que excluye a millones de niños, millones de niños sin rostro que son olvidados por una reforma educativa que los condena todavía más, a la desesperanza y el olvido eterno.
Por eso hago un exhorto, una exigencia al gobierno federal a que deje de reprimir y golpear como lo hace en estos momentos con los maestros de la sección 22 de Oaxaca, ese no es el camino, nunca ha sido y nunca lo será, lo conmino enérgicamente a que retome la cordura y el diálogo, y ahora sí, entre todos, construyamos un verdadero proyecto educativo, donde los más pobres, los más vulnerables como Candy Isabel y los descalzos de Urique sean los primeros en ser incluidos.
Profesor de nivel primaria con 18 años de experiencia frente a grupo en el estado de Coahuila.