Ante los resultados de la jornada electoral del pasado domingo 5 de junio, ¿qué escenarios se vislumbran para la reforma educativa? ¿Qué lecciones podemos aprender? Especulemos un poco.
Como Usted recordará, en 14 de las 32 entidades federativas del país hubo elecciones. Según el Instituto Nacional Electoral (INE), fueron convocados más de 37 millones de electores, 12 gubernaturas se pusieron en juego y fueron elegidos 549 presidentes municipales y 388 diputados locales. En la Ciudad de México se votaron a 60 diputados, los cuales tendrán entre sus responsabilidades redactar una nueva Constitución para nuestra capital.
A juzgar por los primeros resultados —escribo estas líneas el lunes 6 por la tarde—, el gran perdedor de la jornada electoral del domingo pasado es el partido en el gobierno: el Revolucionario Institucional (PRI). Aunque sus líderes habían anunciado que era favorito para ganar nueve de las 12 gubernaturas, todo parece que solo obtendrán cinco (Hidalgo, Sinaloa, Oaxaca, Tlaxcala y Zacatecas). Incluso, Manlio Fabio Beltrones, presidente nacional del PRI, reconoció que el electorado mandó un mensaje de cambio de actitud del PRI y del gobierno para “reconectarse con la sociedad“. Beltrones sugirió que es momento de “enfrentar una realidad en el PRI” y valdría la pena que todos ellos reflexionen (MilenioDigital).
Contrario a lo que se esperaba, Acción Nacional (PAN) puede ganar siete gubernaturas. Por sí solo, aventaja en Aguascalientes, Chihuahua y Tamaulipas mientras que en Durango, Puebla, Quintana Roo y Veracruz alcanzaría el triunfo gracias a la coalición que formó con distintos partidos. Resultó entonces coligarse.
Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), obtuvo triunfos en la Ciudad de México en donde ya superó al PRD y además, alcanzó el segundo lugar en Zacatecas y en Veracruz, en donde la coalición PRI-Verde-Nueva Alianza quedó en tercera posición. En Oaxaca, Morena casi empató con el segundo lugar (coalición PRD-PAN), pero el PRI se alzó con la victoria de Alejandro Murat, vástago de un controversial ex gobernador.
¿Qué lecciones recogemos a partir de estos resultados? En primer lugar, al ganar el PRI en Oaxaca, la coalición AMLO-CNTE, que tanto inquietó al titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y a otros muchos comentaristas, ya se conjuró. El demonio desapareció —por el momento.
Segundo, los ganadores de la elección, particularmente del PAN, deberían reflexionar si la preferencia del electorado por ese partido se explica más por el “mal humor social” que tenemos los ciudadanos hacia el gobierno de Peña Nieto que por sus propias propuestas y maneras de gobernar. Debemos recordar que en materia educativa, la administración del ex presidente Felipe Calderón (2006-2012) fue un desastre, a excepción de los cambios introducidos en la educación media superior y en las telesecundarias por medio del programa de tutorías y comunidades de aprendizaje. En esta cadena de ineficiencias, se esperaría el surgimiento de un candidato independiente fuerte, pero no fue el caso.
Segundo, si el PRI y el actual gobierno ya no reciben respaldo y de pilón, Peña Nieto registra bajos niveles de popularidad, ¿reflexionarán su actuar, como lo sugiere Beltrones, o seguirán pensando que todas sus acciones y reformas tienen una forma prístina? ¿Qué significa para un priista perder las elecciones? ¿Habrá, por ejemplo, un cambio de estrategia hacia dentro de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para tratar de, en verdad, medir bien el mérito docente, erradicar la venta y herencia de plazas, asignar eficientemente todos los puestos concursados y sobre todo, promover las enmiendas necesarias para reconocer a los maestros de manera más amplia y no solo como personas desconfiables y de entrada, mal calificados? La legislación secundaria tiene serias deficiencias y, sobre ésta, se construyó y justificó un discurso intimidatorio contra el magisterio que quizás ya tuvo sus consecuencias.
Por si fuera poco, la renovación de 12 gubernaturas, independientemente del partido que haya ganado, delinea un escenario muy complejo para el actual titular de la SEP. Tendrá que reunirse con los nuevos mandatarios locales y persuadirlos de apoyar la reforma. ¿Y estos le querrán entrar? Convencerlos tomará tiempo y en este trabajo político estará presente la dirigencia del Sindicato Nacional para Trabajadores de la Educación (SNTE) y su partido (Nueva Alianza). El PRI y el PANAL fueron juntos en 11 entidades en que se votaba gobernador y perdieron en seis. Con un gobierno y un partido disminuidos, ¿qué camino tomará el partido de la maestra Elba Esther? ¿Están puestos ya los incentivos para iniciar la revancha contra el gobierno de Peña Nieto?
Es probable que ante los resultados electorales del domingo pasado, la reforma educativa entrará en un impasse. Quizás un buen camino para “blindarla”, como sugirió Blanca Heredia, era que más allá de las buenas intenciones, hubiera funcionado relativamente bien. Las elecciones califican el actuar de los gobiernos y el mensaje del pasado domingo fue claro. Reflexionemos, diría Beltrones.