Por Laura M. Ramírez.
En 2006 la UNESCO refrendó la importancia de que la escuela considere la diversidad y se centre en el aprendizaje de todas las niñas y los niños; sin embargo, la tendencia tanto en México como en el mundo, ha sido enfocarse en la integración de niños o niñas con discapacidad, lo cual deja de lado otros grupos tradicionalmente excluidos (Echeita y Ainscow, 2011).
El derecho a aprender exige un principio de doble inclusión: primero que todas las niñas y los niños accedan y permanezcan en la escuela al menos hasta el bachillerato y segundo, que todas y todos logren aprendizajes para participar como ciudadanos globales y que puedan seguir aprendiendo toda la vida.
Sin embargo, México sigue presentando condiciones que no favorecen la inclusión de las niñas y los niños a la escuela o fomentan su abandono:
- Altos índices de pobreza: En 2014, 46.2% de la población vivía en condiciones de pobreza (CONEVAL, 2014).
- Personas discapacitadas fuera de la escuela: Del total de niñas y niños con discapacidad, sólo 20% a 30% logran ingresar a estudiar y la probabilidad de terminar la formación escolar es baja (OEA, 2004).
- Inequidad entre modalidades educativas: Las niñas y niños indígenas alcancen, en promedio, 32 puntos menos en pruebas de lectura y matemáticas (TERCE, 2015).
- Discriminación: 59% de los estudiantes hace comentarios homofóbicos a sus compañeros (UNESCO, 2015).
Las políticas públicas no han sido eficaces para combatir estos problemas. Hay que priorizar el derecho de todas las niñas y niños a aprender sin importar su condición. Al transformar las prácticas escolares para centrarlas en el respeto a la diversidad podemos aspirar a una sociedad más equitativa. Para ello se requiere (Echeita y Ainscow, 2011):
- Ver la inclusión como un proceso que se adecúa al contexto y no como un producto determinado por preceptos gubernamentales.
- Brindar condiciones materiales adecuados para todas y todos, que propicien la participación de los estudiantes en su proceso educativo y aseguren que las niñas y los niños aprendan más y mejor.
- Eliminar creencias, actitudes y prácticas que fomentan la discriminación.
- Poner énfasis en todos los grupos de alumnos que están en riesgo de exclusión.
Estos parámetros deben estar presentes en el diseño de las políticas educativas y en su implementación en las escuelas; deben adaptarse a las necesidades de familias y estudiantes.
En Mexicanos Primero creemos que hay que encaminar las políticas públicas hacia una verdadera inclusión que no fragmente a niñas y niños en categorías estereotipadas, sino que garantice que todos accedan a una educación de calidad para desarrollar al máximo su potencial.
Invitamos a los lectores a preguntarse cuáles son las barreras que nos impiden lograrlo. Cambiar la escuela depende de muchos factores, pero cambiar las actitudes y las prácticas que fomentan la exclusión que tenemos depende de cada uno y de entender que las diferencias enriquecen. Sólo entonces lograremos una educación verdaderamente equitativa; sólo entonces cambiaremos nuestra sociedad.
Coordinadora temática de REDUCA
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