Nota del editor: El texto original fue publicado en el blog Distancia por tiempos.
Por ser de interés general, reproducimos aquí el artículo.
Hemos transitado de un sistema educativo que privilegiaba la universalización de la educación y la enseñanza (lo que hizo el Estado mexicano de manera destacada en el siglo XX), hacia uno que da prioridad a la calidad y pertinencia de la educación y el aprendizaje. Las demandas que se imponen hoy sobre nuestro sistema educativo han cambiado; y también hemos sido testigos –en las últimas décadas del siglo XX y lo que llevamos del XXI– de la profesionalización paulatina del ejercicio docente. Era necesario reformar el antiguo marco del estatuto profesional de los docentes que, en la práctica, aseguraba un sistema de accesos y promociones diferencial, donde se naturalizaron los tratos desiguales a los que –por definición– debían ser tratados como iguales por derecho. Esto es, se requería liberar a los maestros de la discrecionalidad y algunas prácticas de corrupción con que se había conducido, por “usos y costumbres” a lo largo de las décadas, el ejercicio docente en México.
No son los mismos actores los del siglo XX que los actuales. No es el mismo país tampoco. Pero hoy podemos contar con nuevas y fundadas esperanzas. Quiero compartir aquí la importancia que se le otorga a la evaluación en la Reforma y, en particular, en el Servicio Profesional Docente (SPD), establecido en el artículo tercero constitucional en su reforma del 2013.
¿Dónde estamos en la evaluación del SPD?
En lo general, desde el INEE hemos buscado ayudar a construir procesos ordenados, transparentes, técnicamente sólidos y apegados a derecho, que contribuyan a fortalecer y enaltecer la profesión docente en México. Todo ello desde el papel normativo o de regulación que se le otorga a esta Institución en la legislación vigente, en la Constitución, la Ley General de Educación, la Ley General del Servicio Profesional Docente y la Ley del INEE. Esto significa que se trata de evaluaciones que no son del INEE o que realice el Instituto: éste, en cambio, las regula, valida, supervisa y apoya; en suma, sí es garante de que se hagan bien.
En lo específico, ¿qué ha sucedido ya? Desde el primer programa anual de evaluación de SPD publicado por el INEE en diciembre de 2013 hasta el día de hoy, han tenido lugar muchos cambios y se ha logrado avanzar en varios aspectos. Enlisto brevemente cada uno de los tipos de evaluación realizada, así como su relevancia.
Varias ediciones de ingreso al SPD. Su importancia radica en el reclutamiento abierto con base en mérito probado. Con ello se cambia la noción patrimonialista de las plazas (sea de personas, funcionarios o gremios): éstas ya no se otorgan en propiedad, sino que se ocupan por mérito.
Una evaluación diagnóstica de los docentes que ingresaron en el ciclo 2014-2015. Esta no tiene consecuencias “duras”, sino que sirve de apoyo para la identificación de posibilidades de mejora de los docentes nóveles.
Concursos para la promoción a cargos directivos, de supervisión y a la función de Asesor Técnico Pedagógico (ATP). Por primera vez, la promoción se somete a concurso y sigue un criterio de mérito, y no de mecanismos discrecionales prevalecientes, que abrían espacio a toda clase de asimetrías y actos de injusticia.
En todos los casos, se ha dado a los concursantes y evaluados retroalimentación sobre sus resultados, además de analizar la información generada, con el fin de mejorar los procesos subsiguientes y también la profesión docente y el desarrollo profesional de los participantes.
La primera evaluación de desempeño docente
En el transcurso del año anterior tuvo lugar la primera aplicación de la evaluación del desempeño docente, con un primer grupo seleccionado para ello y se publicaron ayer sus resultados.
Valga mencionar que se trató de un ejercicio inédito (incluso internacionalmente) por su complejidad, tamaño y resistencias enfrentadas. Y que no se trató de “una” evaluación sino de muchos procesos evaluativos, de diversos tipos y con varios instrumentos. Vale aclararlo, aunque no podré desarrollarlo aquí (de hecho, el INEE ofrecerá distintos materiales para explicar la forma como se concibió este proceso evaluativo, así como de los mecanismos para su calificación).
A pesar de los problemas identificados y a los que en la medida de nuestras capacidades y atribuciones buscamos fuesen atendidos y/o minimizado su impacto, podemos garantizar lo siguiente:
- que los instrumentos y procedimientos fueron válidos y confiables,
- que los resultados fueron calificados con el mayor rigor y buscando siempre un prudente acuerdo de los evaluadores en sus juicios (vale mencionar que se calificaron más de 850,000 pruebas-sujeto),
- que, en suma, los resultados son justos y pertinentes, y pueden generar certezas en las personas evaluadas.
Este trabajo no es del INEE, aunque contó con todo nuestro apoyo y validación, sino de las autoridades federales (destacadamente, de la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente), de las autoridades estatales, del apoyo técnico de muy alta calidad del CENEVAL, pero sobre todo, de la voluntad de más de ciento treinta mil docentes que mostraron su disposición a ser evaluados y a hacerlo en las condiciones de incertidumbre que muy lamentablemente no supimos resolver con la oportunidad que merecían.
Hemos identificado muchas necesidades de mejora y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para mejorar las siguientes ediciones de la evaluación de desempeño docente y del personal con funciones directivas, de supervisión y de asesoría técnica pedagógica.
Mirando a lo que sigue, de manera destacada, será necesario evitar que se corrompa la evaluación, con consecuencias no previstas en la legislación. Ello no es una simple opción, sino una condición de posibilidad de la Reforma en sí misma. Es nuestra responsabilidad cuidar que esto ocurra: Y el INEE, en tanto ente autónomo del Estado mexicano, debe ser garante de ello. Este dictum general habrá de traducirse en acciones concretas, tales como garantizar el correcto manejo de resultados, incluyendo aspectos como la protección de datos personales, la asignación de nombramientos, la promoción en sus diversas formas de ley, la obtención de incentivos que correspondan, así como acciones de formación y fortalecimiento de los docentes, a partir de la identificación que realice cada uno sobre sus fortalezas y áreas de oportunidad.
No hay más espacio a la incertidumbre. Autoridades educativas y el propio INEE habremos de realizar esfuerzos equivalentes para honrar a los docentes que participaron en este primer grupo y para apoyar como es debido a los docentes que lo harán en subsecuentes ejercicios evaluativos.
Reflexiones finales
Uno de los mayores desafíos ante procesos de cambio, que implican transformaciones institucionales y culturales profundas, es lograr que los actores involucrados comprendan los cambios y se apropien de ellos. No es sencillo comunicar efectivamente lo que se pretende lograr y cómo es que un cambio en las prácticas enraizadas beneficiará a los involucrados y a la sociedad.
Debemos ubicar este proceso en su propósito buscado para el desarrollo de la carrera docente, de tal manera que se garantice no sólo el mejoramiento profesional de nuestros maestros, sino también, y ante todo, el de contribuir a garantizar la calidad de la educación obligatoria para todos. En otras palabras, se trata de garantizar tanto el derecho a una educación de calidad, como el derecho de los docentes, en su calidad de trabajadores al servicio del Estado en su preciada labor.
Ahí radica la importancia de tener un gran cuidado en los procesos implicados en el SPD. Y todos somos parte de esta responsabilidad. En la confianza de que compartimos el compromiso ante los grandes retos que nos demanda este momento histórico de fortalecimiento del Sistema Educativo Nacional, invirtamos nuestra energía en honrar la profesión docente.
Teresa Bracho González es Consejera de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).